"Hymns in Dissonance" de WHITECHAPEL, un regreso a sus raíces más brutales...

Un recordatorio de que la brutalidad bien hecha sigue teniendo valor, aunque echemos de menos la valentía que exhibieron en el personal “The Valley"

"The Last Will and Testament", OPETH firman una obra maestra

Los suecos siguen avanzando, labrando su propio nombre, gracias a un disco que aúna lo mejor de su carrera.

"Servitude" de THE BLACK DAHLIA MURDER

La banda supera su luto y regresa con un gran disco como es "Servitude", que sirve como punto de inflexión

"Opera" de FLESHGOD APOCALYPSE, fusionando el death metal con la lírica

El regreso de Paoli nos trae un álbum tan excesivo como delicioso por parte de italianos

"Schizophrenia" de CAVALERA

Los hermanos siguen emulando, con éxito, a Taylor Swift con sus "Cavalera's Version"

Crítica: Joe Strummer "Global a Go-Go"

En el verano del 2001, Joe seguía construyendo su propio camino con tesón. "Global A Go-Go" (2001) es su segundo disco con The Mescaleros y un paso más en el intento de definir su estilo, ese recientemente adquirido, lleno de riesgo y mestizaje de las más diversas músicas y es en este disco donde alcanza la perfección, dejando muy atrás el titubeante intento que fue "Earthquake Weather" (a pesar de que éste tiene grandes momentos) y puliendo la propuesta del gran "Rock Art & The X-Ray Style". Y es que los discos de Strummer en solitario ahondan en la vertiente más experimental (y rica al mismo tiempo) de un álbum como "Sandinista!" (1980) de The Clash olvidándose de las guitarras más crujientes y el formato más básico de guitarra, bajo y batería. En "Global A Go-Go", The Mescaleros ya son un grupo rodado, perfectamente trabajado tras noches y noches de conciertos junto con Joe y eso, además de la motivación de éste, se notó cuando entraron al estudio.

"Johnny Applesed" reza en el estribillo el profético; "If you're after getting the honey. Hey, then you don't go killing all the bees" en una canción que se convierte en una gran fiesta folkie con elementos de World Music. La verdad es que no falta nada; guitarras acústicas y percusión, simpáticos coros y el clásico fraseo de Strummer al cantar. Durante años he leído decenas de críticas que hacen referencia a la clara influencia de Dylan sobre Strummer que se hace notar, más que nunca, en este disco. Es falso, en este álbum no se percibe más esa conexión que en otros suyos, incluso con The Clash, Joe (a pesar de su característica dicción y acento, imitado en tantas ocasiones por cantantes como el mediocre Billy Joel o el grandísimo Vedder) posee el clásico fraseo del Rock N' Roll (tan sólo escuchad a 101ers para ver en donde se curtió...), su actitud y energía punk nunca eclipsaron a aquel que sería capaz de emocionarse escuchando a Springsteen como de ver el inmediato futuro más inmediato de la música en un grupo novel, por aquel entonces, como eran los Sex Pistols.

Pero no todo son acústicas y mestizaje sonoro, en "Cool 'N' Out" hay metales, guitarras metaleras, reggae y jazz (por no hablar de la influencia de su programa de radio en la introducción), un gran tema para mover los pies y arrancarte del sofá. La prueba palpable de que las ideas musicales de Joe empezaban a tomar forma y convertirse en una realidad, nadie había escuchado algo remotamante parecido a "Cool 'N' Out" en el 2001. Era un tema diferente, raro para sus seguidores más veteranos y para los recién incorporados en "Rock Art & The X-Ray Style". Sonaba nuevo y sonaba muy bien, todo hay que decirlo.

"Global A Go-Go", sin embargo, podría haber formado parte de "Rock Art & The X-Ray Style" pero suena más madura, con mas coherencia, se nota que sabe lo que quiere y así se demuestra en estribillo en donde se desgañita bajo todo tipo de ritmos y unos espectaculares coros en los que participa, nada más y nada menos, que Roger Daltrey de The Who. ¡Ojo a la letra, magnífica! "Quadraphenia in Armenia, Armenia City of the sky,Big Youth booming in Djkarta, Nina Simone over Sierra Leone... Wild sound of Joujouka in Nevada... Everywhere, everywhere. Bob's bringing it all back home..."

"Bhindi Bhagee" vuelve a ahondar en el mestizaje, diversos instrumentos y una estructura inusual con una letra que sí, en efecto, en esta ocasión y como ocurría en el tema "Global A Go-Go", nos lleva a pensar en el maestro Dylan. La marcianada que es "Gamma Ray" pronto se convierte en un clásico por descubrir dentro de su discografía, arreglos orientales y uno de los comienzos más surrealistas en cuanto a su letra; "It's nine o'clock in the Chinese take-away. And I blame the effect on the gamma ray, the gamma ray"

"Mega Bottle Ride" es mágica en su garganta, tan sólo acompañada por una guitarra de rasgueo reggae que pronto evoluciona en una canción folk de salón. Deliciosa. Un piano, una base programa, vuelven los metales y la influencia oriental se deja notar más que nunca entre los violines de "Shaktar Donetsk", ciertamente deja con la boca abierta, parece imposible que un músico pueda llegar a tocar tantos palos con tanto gusto, muy experimental pero, sin duda, una de las mejores del disco, llena de feeling.

Llega el relax con "Mondo Bongo", ritmo latino y cadencia sinuosa, ideal para relajarse, inolvidable y especial, todo un clásico de Strummer. "Bummed Out City" continúa el camino abierto por "Mondo Bongo" y en "At the Border, Guy"  las bases programas y percusiones, mezcladas con un piano hipnótico, consiguen llevarte a un estado de calma con el paladar lleno de sabores de distintos países para acabar en Irlanda con una versión de la tradicional "Minstrel Boy" de casi dieciocho minutos en la que, se supone, ronda la guitarra de Pete Townsend.

¿Quién dijo que Strummer había abandonado el punk? Había que tener muchos cojones para haber sido parte de The Clash y sacar discos como los que él hizo con The Mescaleros, ¡eso sí que era toda una actitud punk! Era tan sólo 2001 y todavía quedaba lo peor y lo mejor en la vida de un artista como Joe. 

© 2012 Jim Tonic


Crítica: Dio "Holy Diver"

16 de Mayo de 2010. ¿Quién no recuerda esta fatídica fecha, verdad? Ese día recibíamos la triste noticia que Ronnie James Dio nos dejaba para siempre. No pudo vencer su lucha particular contra el cáncer de estómago que le había sido diagnosticado tan solo unos meses atrás. Ni sé si lo recordáis, yo lo tengo grabado en mi memoria y he de confesar que aquel 16 de Mayo fue un día triste, incluso raro diría yo. Fue enterarme de la catastrófica noticia y venirme abajo. Me encontraba alicaído y con la moral por los suelos, en mi cabeza no dejaban de aparecer escenas del último concierto que pude disfrutar de él y de su banda; aquel que unos años atrás había tenido lugar en la madrileña sala de La Riviera, acompañados en aquel caso por unos descafeinados Anthrax, que entonces andaban más bien de capa caída pero que venían auspiciados por el regreso (el primero de ellos) al seno de la banda de Belladonna. Los comunicados de colegas y amigos viajaban a la velocidad de la luz y del rayo a través de internet y las redes sociales. No había nadie, pero nadie que no quisiera ese día dedicarle unas palabras al pequeño Elfo. Muchos y consagrados artistas fueron los que dieron su sentido pésame; desde Dickinson a Hetfiled o Ulrich, pasando por Coverdale o Halford. Evidentemente no hablamos ya de sus compañeros de Heaven & Hell como Appice, Buttler o Iommi (hoy en día y por desgracia en la misma guerra que el bueno de Ronnie perdió). Hubo innumerables, aunque de todos ellos el que realmente más me marcó fue el de un apesadumbrado Madman. Por todos es conocido que Ozzy y Dio no eran precisamente amigos íntimos, pero aquel día al primer cantante de Black Sabbath se le veía tan desolado y compungido como el que más, diciendo algo así como que se sentía muy triste y apenado por la muerte de Dio y que el heavy perdía por desgracia a una de sus grandes voces...Es verdad que no era la primera vez que se apagaba una de las estrellas que alumbran nuestro particular firmamento del Rock, pero sí que era una de las más grandes e importantes.

Mucho fue el aporte de Ronnie al metal; pasando desde los clásicos cuernos, que estamos hartos de ver en cualquier concierto de rock, hasta su mítica y profunda voz (no en vano era conocido como "la voz del metal") . Un personaje con un registro único e inimitable y con un talento prodigioso y milagroso, sólo al alcance de unos pocos elegidos y que él supo explotar durante toda su vida. Recuerdo leer en una entrevista que cuidaba y mimaba su voz de un modo enfermo. Ni fumaba ni bebía nada frío para no castigar su garganta para que de ese modo todos pudiéramos disfrutar noche tras noche de su gran voz. Un músico cuyo tamaño físico era inversamente proporcional a su ingenio y a su agudeza artística. Un fuera de serie y un ejemplo irrepetible. Creo que ya iba siendo hora que le dedicásemos en Blogofenia un pequeño homenaje a uno de los artistas más queridos e influyentes que nos ha regalado la música.

Evidentemente me gusta toda su discografía, desde sus comienzos con Elf hasta su final con Heaven and Hell, pasando por Rainbow (cómo sonaba aquel "Rising" cuando Blackmore sacaba lo mejor de su eterna Stratocaster) o por Black Sabbath (no creo que ninguna persona que lea esta reseña no haya escuchado alguna vez en su vida el inmortal "Heaven And Hell"). Aunque fue evidentemente con su propia banda (Dio) donde sacó toda su destreza y todo su potencial como cantante y compositor. De su discografía en solitario me quedo con su ópera prima, aquel "Holy Diver" de 1983, que curiosamente hoy en día vuelve a estar de actualidad debido a una edición especial que ha visto la luz en estos días, totalmente remasterizada y que viene acompañada por un segundo cd con temas en directo de sus diferentes bandas. Pero ese es el segundo disco, un disco extra y de regalo, pero el mejor presente se encuentra una vez más en el "disco número uno". Es escuchar las primeras notas salir de la guitarra de Campbell para darte cuenta que estás ante un tema rápido y revitalizante como pocos. En "Stand Up And Shout" el guitarrista irlandés se sale, es un verdadero lujo escucharle en los dos "solos" con los que cuenta el corte. No me extraña que a día de hoy, según sus propias palabras, le esté costando tanto volver a coger el ritmo de estos punteos imposibles (al parecer tanto él como Jimmy Bain y como Appice se han vuelto a juntar para ensayar estas viejas canciones, bien es cierto que todavía no se ha filtrado con que finalidad).

El segundo tema de este clásico del rock no debe tener ningún secreto para cualquiera que se considere seguidor de esta música; seguramente lo habremos escuchado cientos de veces, algunos miles y lo mejor es que nunca nos cansaremos de hacerlo. Cuando algo es bueno, es bueno y punto, y no admite discusión alguna. Eso es "Holy Diver", un tema espléndido y magnífico y que gracias a él estamos "hartos" de tararear uno de los riffs más prodigiosos del metal y de cantar una de los estribillos más pegadizos que existen en la música moderna...La velocidad sonora que nos dio un ligero respiro con "Holy Diver" vuelve a recuperarse con "Gypsy", una canción con la que este Dios se siente a gusto y comodísimo. Cómo canta, qué voz tan firme y a la vez tan aguda es capaz de editar cuando pone a trabajar todas sus cuerdas vocales; y lo realmente sorprendente es que parece sencillo todo lo que hace, pero esa es una gran virtud que este hombre posee, esa de hacer fácil lo que para la mayoría es imposible.

"Caugh In The Middle" nos muestra al Dio más equilibrado y sensato mientras que "Don´t Talk To Strangers" (para mí una sus mejores canciones) al más sensible y conmovedor. Canción versionada, esta última, hasta la saciedad (muy recomendable la de Hansi Kursh y sus Blind Guardian) y en la que vuelve a mostrarnos al Campbell más rápido y alocado, presumiendo de su lado salvaje e irracional en el mejor punteo el álbum. Genial. "Invisible" y "Straight Through The Heart" suenan espectacularmente bien y fuera de lo común; nos devuelven al pasado, al sonido setentero y de túnicas inverosímiles más propias de su época en Black Sabbath o en Rainbow. Ambas vienen pautadas por los ritmos pesados y contundentes de Bain y Appice, como poniéndonos en aviso y en alerta de la que se nos avecina y se nos viene encima...Pues sí amigos, llega el momento de que este "hombrecito" se saque el as de la manga y se lleve la partida con el tema más emblemático de toda su carrera artística. Cuando escuchas la soberna y magnánima "Rainbow In The Dark" es indescriptible cifrar con palabras lo que puedes llegar a sentir. Te emocionas, quieres gritarle al mundo entero que esto es una canción hecha con el corazón y con el alma. Es de esos temas que permanecen para siempre en nuestra memoria, tienen un lugar privilegiado en el Olimpo del metal y nunca pierden ese estatus de brillantez y exquisitez. Una obra de arte, una canción de las que hoy en día y por desgracia ya no se hacen, ya no las vemos en ningún álbum de ningún artista. Es increíble, ha pasado la friolera de treinta años y sigue sonando actual, igual que el primer día, como si el cuarteto la hubiera compuesto hace dos o tres años como mucho. Una maravilla única e irrepetible.

Ronnie ha muerto, pero su música vivirá para siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones. Descanse en Paz.


© 2012 Lord Of Metal

Crítica: Overkill "The Electric Age"

"Bobby... más eléctrico que nunca". Podría ser éste un titular que resuma en cinco palabras lo que te vas a encontrar si pinchas "The Electric Age", el nuevo disco de una de las mejores bandas actuales de Thrash Metal. Está claro que rodaje no es precisamente lo que les falta a estos chicos (bueno ya no tan chicos), superando ya la treintena en la carretera (desde 1980); y sí por el contrario no les vendría mal un poco del factor suerte que siempre hay que tener en cualquier faceta de la vida para poder destacar un poquito por encima del resto y no convertirte por el contrario en uno más. La calidad del quinteto de New Jersey tampoco es cuestionable, sólo tenéis que darle una escucha a cualquier disco de la banda (y cuando digo cualquiera me refiero a cualquiera) y llegáis a la conclusión que no hay ninguno del que se pueda decir "vaya, que malo es este disco".

Desde siempre me he sentido muy atraído por la música Overkill, me gustan todos sus discos, desde el "Feel The Fire" hasta el "Ironbound", aunque evidentemente tengo mis favoritos al igual que todo el mundo. Yo me quedaría sobre todo con aquel par de joyas consecutivas que formaron el brutal "The Years Of Decay" y el inmenso "Horroscope"; como olvidar su "Time To Kill" o su "Coma" y el cambio que supuso escuchar al grupo pasando de un guitarrista a dos; que dicho sea de paso "dos" es el número perfecto para hacer Thrash Metal como Dios manda. Y si hablamos de su líder y personaje más visible, los elogios se me quedan cortos. Ver a Bobby en directo es un espectáculo, parece que eso de la edad no va con él y que tiene firmado un pacto con el mismísimo Satán. No para ni un segundo de saltar ni de correr, es puro nervio, su energía parece inagotable. Es uno de los personajes más eléctricos del metal y uno de los que mejores discos firma. En esta ocasión ha vuelto a repetir la ecuación, una vez más lo ha vuelto a hacer, hay que quitarse el sombrero y rendirse ante la evidencia... Esto suena brutal.

¿El comienzo?, pues fantástico, como no puede ser de otro modo cuando el amigo Bobby está por el medio y haciendo de las suyas. Los tambores de Ron nos van dando la bienvenida poco a poco a la locura en que se convierte "Come And Get It" cuando el tema estalla y revienta en todo su esplendor. Su riff corto y rabioso te recordará a los buenos tiempos de Metallica, aquellos que se daban más o menos por el año 1982 (no ha llovido ni nada) con la edición de uno de los más grandes discos de thrash metal de la historia; hablamos evidentemente del "Kill´Em All". Ojo a los coros que se marcan por el medio del tema; tan épicos que parecen más propios de una banda de power que de thrash. Por su lado, la mordedura de "Electric Rattlesnake" es mortal de necesidad. El tema, que ya nos fue anticipado hace un tiempo, nos conduce y nos guía a su emblemático Ironbound y más concretamente a la brillante "Bring Me The Night", con esas guitarras juguetonas y peleonas que ante el menor descuido dejan escapar notas con cierto alma de blues. Es curioso pero tengo que decir que la portada de este single me gusta mucho más que la del álbum; pienso que tenían que haber escogido a la "preciosa" y eléctrica serpiente de cascabel justamente para la portada del larga duración. Habría quedado fenomenal y muchos estaríamos de acuerdo que la misma no tendría nada que envidiar a la que Hetfiled y Ulrich escogieron para su Black Album.

"Wish Your Were Dead" tiene una mala baba y una mala uva fuera de lo corriente. Señoras y señores esto sí que es hacer Thrash con rabia y con coraje, un claro ejemplo de que si se quiere y con cierto esfuerzo se pueden hacer cosas muy buenas. La rabia con la que Bobby nos regala sus rasgados y extremos agudos hacen estremecer a cualquiera que sienta mínimamente esta música. Una obra de arte equiparable a la enigmática "Black Daze", con ese riff inicial tan parecido al del "Black Curtains" con el que el gran Mustaine nos deleitó en su momento en aquel disco del año 1994 (Youthanasia). Con "Drop The Hammer Down" la cosa se pone seria de verdad; muy acertada en general y sobresaliente el tremendísimo "solo" que nos brindan en esta ocasión la pareja Dave y Derek; para mí el mejor (y mira que ya es difícil decantarse por uno) de las diez composiciones del disco.

La traca final como os podéis imaginar no se queda atrás, no tiene desperdicio alguno la conjunción explosiva que forman la unión de "Old Wounds, New Scars", "All Over But The Shouting" y "Good Night". Un disco que no te dejará pensar durante días; querrás darle una y otra vez al "play" para volverte loco y demente con su espectacular sonido. Gracias Bobby. Gracias Overkill.

© 2012 Lord Of Metal

Crítica: Tom Petty "Full Moon Fever"

El primer disco de Tom Petty sin los Heartbreakers, no fue (literalmente hablando) un disco en solitario si tenemos en cuenta que Mike Campbell toca varios instrumentos (bajo, guitarras) e incluso ayuda con las voces,  Kelsey Campbell y Phil Jones están echando una mano (porque de Stan Lynch, no diremos nada ya que parece ser que lo pasó más mal que bien) además de algunos de los Traveling Wilburys. Sí, Roy Orbison (enorme) y George Harrison (nada más y nada menos), por no hablar de Jeff Lynne a la producción (lo que se hace notar en el sonido) junto con Campbell y el propio Petty. ¿Cuál es el resultado? Un disco auténticamente histórico pero no sólo en la carrera del de Florida sino de la música popular. Un clásico.

Después de trabajar con los Wilburys y ayudado por Lynne, Petty, y haber girado con los Heartbreakers decide hacer algunas canciones con un claro carácter diferenciador respecto a las escritas con su grupo de siempre. ¿Quién no ha cantado alguna vez "Free Fallin'"? ¡Hasta aquellos, que no saben nada en absoluto de Petty y lo que éste significa para la música, saben lo que significa temas como "Free Fallin'", "I Won't Back Down" o  "Running Down A Dream" porque cuando hablamos de "Full Moon Fever" (1989) podemos hacerlo con la seguridad de que es un disco que más que un álbum de estudio más en la carrera dePetty parece un auténtico "grandes éxitos", todas sus canciones son tan geniales y grandes que una vez las has escuchado resulta del todo imposible sacarlas de tu cabeza.

Los acordes mágicos con los que "Free Fallin'" abre el disco pronto despegan con el resto del grupo y nos encontramos cantando "She's a good girl, loves her mama, loves jesus and america too, she's a good girl, crazy 'bout elvis, loves horses and her boyfriend too"  y, como si esas palabras formasen parte de un extraño conjuro, llegamos a sentir un estado de gracia y liberación parecidos al de Jerry Maguire cuando canta la famosa canción en su coche. "I wanna glide down over Mulholland, I wanna write her name in the sky, I wanna free fall out into nothin', Gonna leave this world for a while" y volvemos a escucharla porque una canción así es eterna y, para llegar a captar algo de su magia, debemos exprimir cada segundo.

Es en estos momentos cuando cualquier disco sería una auténtica cuesta abajo después de unc comienzo tan espectacular y arrebatador, suena la guitarra de "I Won't Back Down" y descubrimos que es aún mejor que la anterior, tan pegadiza y asombrosa en su sonido que no parece de este mundo, las guitarras encajan a la perfección (Dios bendiga a George Harrison) y las melodías de las voces, los coros y el tono de Petty son de fuera de este mundo, otro clásico instantáneo. Increíble cuando canta "Well I know what's right, I got just one life in a world that keeps on pushin me around but I'll stand my ground...and I won't back down" y nos emociona justo antes del estribillo, por no hablar del jodidamente espectacular (y sencillo) solo de guitarra con slide.

Eran finales de los ochenta y Lynne a los mandos, "Love Is A Long Road" es clara heredera de esa época pero la base rock que la domina convierte su estribillo en otro tema para sonar y sonar en todas las emisoras. No podemos olvidar que este "Full Moon Fever" no se trata del típico caso de disco de culto, de enorme calidad, que vivió ajeno al éxito comercial, "Full Moon Fever" estuvo en lo más alto tanto de las listas como en ventas y no sólo se ganó el favor del público sino el de la crítica.

La desolación se apodera de nosotras en el medio tiempo que es "A Face In The Crowd"; "Out of a dream, out of the sky into my heart, into my life and you were just a face in the crowd out in the street, thinking out loud, A face in the crowd", las tetras de Petty están a gran altura y el tema del amor estará presente bajo las enormes melodías vocales y el toque beatle que Lynne le imprime.

El estado anímico en el que nos ha dejado "A Face In The Crowd" pronto será resuelto por otro clásico de la talla de "Runnin' Down A Dream", un tren de "rocanrol" que es jaleado por guitarras salvajes (un solo de quitarse el sombrero) y un falsete en los coros, unos aullidos stonianos que parecen ser los de la locomotora. "I felt so good like anything was possible, I hit cruise control and rubbed my eyes, The last three days the rain was unstoppable, It was always cold, no sunshine".

Seguimos en estado de gracia debido a la versión que se marcan de "Feel a Whole Lot Better" de The Byrds, una de las grandes influencias de Petty, una canción tan optimista y brillante que nos hace encarar el peor de los días con una gran sonrisa. 

Pero esto no ha acabado y Lynne y Petty se marcan un "Yer So Bad" que es una delicia, guitarras acústicas y armonías vocales de matrícula, perfecta, simplemente perfecta. Si antes mencionábamos a los Traveling Wilburys (de los cuales sólo falta nuestro amado Bob Dylan) en "Depending On You" se vuelven referencia ineludible, el sonido es "100% Wilbury" como ocurre con "The Apartment Song", jodidamente espectacular el trabajo de Tench. 

Pero "Full Moon Fever" también puede sonar intimista, "Alright For Now" es un caramelo, la calma va llegando en un disco que hasta ahora no nos había dado respiro alguno. Y es justo en este momento cuando Petty aprieta el acelerador y calienta motores con la guitarra de "A Mind With A Heart Of It's Own" y cogemos ritmo, escrita por Lynne y Petty mano a mano.

Pero este disco no podría llamarse así si la luna juega únicamente un papel romántico o meramente ornamental entre los desamores, sinsabores y desilusiones típicas de la mitología pop y así nos despedimos con la simpática y "terrorífica" canción "Zombie Zoo" en la que Roy presta su preciosa voz, Kelsey Campbell aúlla y los teclados juegan un papel primordial.

"Full Moon Fever" no es únicamente el disco más exitoso de Petty o uno de los mejores discos de la historia, es uno de los discos de nuestra vida y eso vale más que todas las listas y ventas del mundo. Directo a nuestro corazón.


¡Feliz Cumpleaños, B!

© 2012 Kermitt

Crítica: Joe Strummer "Rock Art & The X-Ray Style"

Una vez había arruinado su contrato con la discográfica Epic debido a las pobres ventas y exageradas críticas que "Earthquake Weather" había recibido, Joe Strummer decidió formar un nuevo grupo con el que poder trasladar al estudio todo lo que tenía en la cabeza. No es que el grupo The Latino Rockabilly War (con los que había grabado su primer álbum) y las guitarras de Zander Schloss o la batería de Jack Irons no funcionasen sino que Joe buscaba algo más, algo diferente, quizá no sabía muy bien lo que estaba buscando pero parecía tener claro que "Earthquake Weather" no era todo lo que podía ofrecer y fundó "The Mescaleros", el grupo que le acompañó hasta los últimos días de su vida. La verdad es que más que un grupo, lo que él necesitaba era otro "amigo musical", otra cabeza en el grupo a modo de Mick Jones, con el que poder tocar y sacar a la luz toda la música que le rondaba y ahí es donde entra  Antony Genn. Y es que este  "Rock Art & The X-Ray Style" continúa la senda de  "Earthquake Weather" y exagera la veta reggae-caribeña con la que nos sorprendió a todos en su anterior trabajo pero, a diferencia de aquel, sí posee una mayor unidad de carácter y, por qué no decirlo; mejores canciones (aunque no tenga el sabor mítico que "Earthquake Weather" ha conseguido al cabo de los años).

Quizá, lo más importante (al margen de esa unidad) es la duración; diez canciones (para mí, el minutaje perfecto de un disco) estupendas y magníficas en sus arreglos. ¿Quién demonios es Tony Adams? ¿Un político, un activista? A un profano del fútbol como yo le costó entender que un tema tan genial como éste estuviese dedicado a un futbolista del Arsenal; "Has anybody seen the morning sun?" reza el estribillo que se repite una y otra vez bajo unos arreglos a medio hilvanar entre el reggae, una guitarra funk y una percusión que a veces rozan lo épico. ¡Strummer ha vuelto a hacerlo, un gran tema para abrir su nuevo disco! 

Demostrando que el sendero por el que transcurría "Earthquake Weather"  no era una casualidad... "Sandpaper Blues" es la más pegadiza del conjunto, de Jamaica a los ritmos africanos. No es de extrañar que a mucha gente le extrañase la carrera de Joe Strummer; un rockero que habitaba squats termina componiendo y cantando en la banda más grande del punk que acaba haciendo una mezcla a medio cocer entre world music, nueva ola, rock, dance, punk y llenando los estadios de medio mundo como si se tratasen de los nuevos Rolling Stones para acabar su líder expulsando a sus propios colegas y terminar en solitario haciendo bandas sonoras y grabando álbumes con influencias más cercanas a Cabo Verde o Jamaica que al inmediato rock sucio londinense con el que se había dado a conocer. 

¿Pero cómo resistirse a una canción tan aparentemente ligera y de aire despreocupado como "X-Ray Style"? Es verdad que "Earthquake Weather"  había afinado poco a la hora de acertar en el blanco pero este "Rock Art & The X-Ray Style" hacía encontrar a Joe su lugar. 

Mucha gente se lleva las manos a la cabeza cuando menciono a Strummer y la palabra dance en la misma frase pero no, no estoy loco. Su enorme amplitud de miras y "vagabundeo musical" le llevó a intentar entender la música techno desde las mismas entrañas de una rave para darse cuenta de que no hay demasiada diferencia entre la música electrónica y la más tribal. Sería imposible que Strummer se hubiese volcado en la música electrónica pero sí aprendió la lección y supo volcar todo su ritmo en canciones como "Techno D-Day" cuya curiosa forma de entender el género interpretado por un grupo tan orgánico como The Mescaleros hacen que el disco sea especiado con los sabores más dispares, de África a Glastonbury.

En "The Road To Rock 'N' Roll" descubrimos cómo de adictiva puede ser la voz de Strummer, de nuevo un ritmo latino para la base de la guitarra acústica y su voz, no hace falta más que eso, como en "Nitcomb" en donde el resto de The Mescaleros se va uniendo poco a poco para terminar en una canción folk con aires ensoñadores. 

Un medio tiempo en "Diggin' The New", lo más cercano al rock que puede estar este disco, como "Forbidden City" en donde la percusión, el bajo y la guitarra se llevan el gato al agua pero, de nuevo, con aires calmados. Hasta llegar a "Yalla Yalla", ¿qué hace especial a una canción así? Todo. Increíble, diferente, nueva en sus sonoridades, a estas alturas del disco uno se da cuenta de que Joe lo ha logrado; no sólo ha recuperado la pasión por hacer música sino que ha encontrado su propio camino y vuelve a emocionarnos, muy lejos del punk o del rock más directo, atrapándonos en canciones que beben de géneros tan distantes y lejanos a nuestra cultura que hubiese sido imposible llegar a encontrarse tarareándolos de no ser por él. "Yalla Yalla" es perfecta.

Una base programada, un arpa, "Willesden To Cricklewood", un teclado, coros y arreglos "acuosos" para decirnos adiós, un "hasta luego" porque después de "Rock Art & The X-Ray Style" uno ya sabía que habría otro disco y vaya si lo hubo...

© 2012 Jim Tonic

Crítica: Joe Strummer "Earthquake Weather"

Después de la muerte de The Clash, Joe Strummer acabó agotado. No sólo físicamente sino también anímicamente y deambuló durante cuatro años en los cuales no perdió el tiempo pero que podrían convertirse en su particular "lost weekend". Viajó por todo el mundo y se enamoró de Granada, se sumergió entre la gente y descubrió quién era realmente Joe Strummer. Compuso para la película "Sid and Nancy"  o se encargó de "Walker" e incluso hizo alguna que otra aparición en el mundo del cine (como en "Straight To Hell" o "Mystery Train" acompañado de, entre otros, su amigo Buscemi). Strummer no estaba perdido, simplemente necesitaba oxígeno y precisamente la aceptación y reconocimiento que supuso "Walker" en 1986 fue lo que le impulsó a volver al estudio. ¿Por qué no grabas?, le decían sus amigos, el mundo necesitaba a Strummer de vuelta y el acudió a la llamada. Se encerró en el estudió y grabó y grabó durante horas, sin descanso. Había vuelto a recuperar la pasión por componer, cantar e interpretar. A decir verdad nunca la había perdido, Strummer vivía por y para la música. Imagino a miles de chavales yendo a comprar este disco en 1989 y escuchándolo con cierta decepción y excepticismo. Joe era The Clash (sin olvidar a Mick, Paul o Topper, por supuesto) pero no tenía porque repetirse y no lo hizo. Tampoco fue un ultraje, sus verdaderos seguidores podían intuir por dónde iban los tiros después de discos como "Sandinista!" (1980) o "Combat Rock" (1982) por no hablar de sus bandas sonoras; cualquiera que escuche un tema como "Filibustero" podrá comprobar que Joe no era el típico prototipo de punk reaccionario e inmovilista ya que su ansia de conocimiento y su apertura de miras eran tales que no dudó en coquetear con el reggae o, incluso, la música dance.

Pero no nos asustemos porque "Earthquake Weather"  (1989) tampoco es una ruptura con todo su pasado aunque supusiese un fiasco comercial. Fue grabado en Nueva York entre 1988 y 1989 y el comienzo con "Gangsterville" es para quitarse el sombrero. Una canción de rock con continuos cambios de ritmo (precisamente lo que hacen especial a un tema como éste), lleno de guitarras y la voz de Joe más ronca pero igualmente reconocible cantando consignas como "The Revolution came and the Revolution went, the chemical rain left the message on the tent", ese tipo de frases que uno recuerda cada vez que pincha la canción. Strummer había vuelto, nunca se había ido, simplemente había cogido fuerzas. "King Of The Bayou" continúa el ritmo acelerado y el bajo palpitante pero con el ambiente folk de las guitarras acústicas y una batería directa y ligera con Jack Irons tras los parches (hay que recordar que Joe rescató al Chili Pepper de su reclusión y le embarcó en este disco).

Seguimos con el folk en "Island Hopping", pero más cercano a la música negra/caribeña que al de Guthrie, ritmo desenfadado y cercano al reggae en una de las canciones que marcan claramente la diferencia y las influencias con las que el corazón de Joe realmente palpitaba. Las imágenes del videoclip nos lo muestran disfrutando como nunca, maravilloso...

El rock más directo vuelve con "Slant Six" y un slide estupendo y alocado para irnos a un medio tiempo con guitarras nocturnas y ritmo reggae de nuevo. Es curioso cómo era capaz de fusionar rock con un bajo tan grave, guitarras llenas de wah-wah  y que todo encaje a la perfección. "Down on the corner, under the railway, I hear the old people saying It was better without you babe" y saltamos con "Shouting Street". Es cierto que las letras no son tan certeras políticamente hablando pero el ingenio de Strummer sigue intacto y su particular forma de entender el mundo y frasear siguen siendo las mismas, sonando incluso menos artificial que en "Cut The Crap" (1985), todo un logro que pocos parecen ver.

"Boogie With Your Children" es una de las sorpresas del disco, tan irritante y funky como graciosa. Clara demostración de que había roto sus propias barreras y ya no tenía miedo a hacer lo que le diera la gana, un bajo entrecortado y el ritmo de Jack Irons hacen el resto, nunca estuvo más cercano a los Peppers. "Sikorsky Parts" recupera la esencia Clash pero los arreglos vuelven a ser completamente nuevos, como las guitarras, muy lejanas al estilo de Jones, palmas y delirios de grandeza aupados por los "slaps" del bajo.

"Jewellers and Bums"  y "Highway One Zero Street" nos lleva de vuelta al rock para caer atrapados de nuevo en el calor jamaicano y húmedo de la versión de "Ride Your Donkey" en la que incluso cuesta reconocer su tono de voz. ¡Es admirable cómo era capaz de sonar tan diferente, cómo se esforzaba en buscar melodías que realmente le dijesen algo! Una de mis favoritas, "Passport to Detroit" y sus sirenas, sus saturadas guitarras nos recuerdan de dónde viene. Y, para terminar, "Sleepwalk", cercana a la ranchera, ideal para cerrar un disco tan ecléctico como éste. Bonita y emocionante en su garganta.

Me gustaría saber cuántos de aquellos que critican este disco lo hacen desde la perspectiva de escuchar el primer álbum en solitario del cerebro de The Clash y cuántos han sido honestos y se han parado a escuchar algo nuevo y diferente de un artista que tenía mucho más que decir fuera de "Rock The Casbah", "London Calling" o "Should I Stay or Should I Go". "Earthquake Weather" es grande desde su icónica portada hasta la última canción con la que se despide pero requiere escuchas y una mentalidad abierta. En Blogofenia queremos a Joe, mucho. No te lo pierdas.

© 2012 Jim Tonic

Crítica: Joe Strummer "The Future Is Unwritten"

Un buen amiguete mío, llamado Carlos, y yo buceábamos en discos de los que no teníamos ninguna referencia -a falta de un hermano mayor que nos guiase por las intrincadas aguas de la música- excepto lo leído en algún que otro libro sobre la historia del rock y así pasamos de Buffalo Springfield al "London Calling" de The Clash, teníamos tan sólo catorce años. A él le gustaba "Spanish Bombs" y a mí "Hateful", pronto llegaría la ola del rock alternativo pero nosotros llevábamos algo de ventaja sobre nuestros compañeros de clase, veníamos de haber escuchado a Strummer, Jones, Simonon y Topper. Nos compramos unas guitarras eléctricas y nunca más volvimos a ser los mismos. "London Calling" (1979) y toda la discografía de The Clash serían imprescindibles para mí.

A Joe Strummer le gustaban las hogueras pero de un modo simbólico. No hay nada como sentarse en torno una buena fogata y charlar, pasarse la bebida, la comida, los cigarrillos y contar historias, conocerse, abrirse y desnudarse, como si fuese un rito chamánico. Como fan de The Clash y de Joe Strummer en particular, me gusta pensar que Joe encontró la paz al final de sus días y así se nos revela en "The Future Is Unwritten" ("El futuro no está escrito") del 2007, aquí estúpidamente traducida como "Joe Strummer: Vida y muerte de un cantante" y es que me niego a ver a Joe como un mero cantante como revela el título. John Graham Mellor , nacido en Turquía por el traslado de su padre, un diplomático de clase media, era, ante todo, un tipo auténtico, un gran músico, un visionario, un magnífico letrista, un líder nato, un artista y, sobre todo (quizá lo más importante) una gran persona. Era punk, rockero, rockabilly, reggae, cantautor, diseñaba, pintaba... Sus influencias y gustos eran tan dispares como ricos y eso se dejó notar en la música de The Clash; hay tanto punk como rock, nuevaolero, reggae, pop, ska como dance y hasta skiffle. Puede sonar ridículo pero cada vez que pincho un disco de ellos se me inunda el paladar de sabores de todo tipo de músicas y géneros, con la música de Strummer viajo a distintos países, se me llena el oído de especias y de fuerza, de mucha fuerza. Y eso es lo que transmite el documental de Julian Temple, del que no diré nada malo en esta ocasión porque, aunque por lo general, no me gusta cómo dirige la historia y como pasa de puntillas y mal por algunos de los capítulos más ricos de Joe, en general deja un buen sabor de boca.

Ahí tenemos sus comienzos hippies, con los ingenuos The Vultures o los más serios 101ers y los squats londinenses, su vida disipada, su voracidad cultural y sus ganas de éxito (que no de dinero), su increíble transformación tras el reclutamiento por parte de Bernie Rhodes y el imparable ascenso junto a los simpáticos Mick Jones, Paul Simonon y Topper Headon.

Lo que viene después es el éxito de cuatro chicos que trabajaron duro durante años para conseguir el reconocimiento que luego no supieron digerir. The Clash parieron cuatro discos enormes; "The Clash" (1977), "Give 'Em Enough Rope " (1978), "London Calling" (1989), "Sandinista!" (1980) , uno sobresaliente, "Combat Rock" (1982) y uno menos inspirado que sirvió de auténtico epitafio y despedida "Cut The Crap" (1984).

¿Qué grupo es capaz de publicar cuatro obras maestras (entre ellas un doble y  triple), reventar las listas con un quinto mientras giran sin descanso por todo el mundo con toda la presión mediática sobre ellos y que no les afecte? 

Echaron a Topper y a Mick Jones y ya nada volvió a ser como antes, The Clash moría tras publicar una docena de singles que subieron en las listas como la espuma y Strummer desapareció. Participó en películas y bandas sonoras (como la de "Walker"), recorrió medio mundo y pasó en Granada, sí en Granada, algunos de los mejores días de su vida (hasta tal punto ha sido importante su paso por la ciudad que pronto tendrá una calle, imagínense...). Y aquí es cuando viene mi pequeña gran indignación con el Sr. Temple porque, por lo visto, realizó muchas entrevistas en España de las cuales no hay ni rastro. La historia de Strummer perdido en la preciosa Granada tras las huellas de Lorca es hipnótica, surrealista, roza la poesía y el mito pero lo mejor es leer (gracias a internet) muchos de los testimonios y la gente que le conoció y le trató. Como tampoco se menciona en ningún momento su producción del disco de nuestros 091, "Más de cien lobos" (1986) una maravilla de álbum en el que Joe creyó (y que desde aquí os recomendamos porque tanto el grupo como el disco han sido injustamente olvidados). ¿Dónde está ese Joe Strummer en este documental? En ningún lado, por supuesto.

Sin embargo, lo que sí tenemos son los testimonios, en torno a una hoguera, de algunos de sus músicos y antiguos compañeros (de los 101ers o The Mescaleros), novias y amigos como Cusack o el genial Steve Buscemi, Bobby Gillespie o el oportunista Bono, el que se dejó la poca alma de punk que le quedaba en 1979 cuando plagió descaradamente el riff de "Police On My Back" para su "I Will Follow" (¿cómo es posible que, a día de hoy, nadie haya dicho nada todavía?) y se empeña en hacer estúpidas metáforas sobre el oficio de componer de Strummer y nos cuenta por vigésima vez que su primer concierto fue de The Clash frente a una hoguera que le queda tan ajena como la falsa humildad que se gasta últimamente. Sorprende no ver a Simonon mientras que sí tenemos a un Topper plenamente rehabilitado con cierto sentimiento de amargura cuando relata cómo le echaron y usaron su base para "Rock The Casbah" y a Mick Jones, por encima de todo y con la perspectiva que dan los años, hablar de Joe con cariño.

Porque al final del documental, cuando uno ya tiene una idea muy general de lo que fue la vida de Joe Strummer, es cuando nos percatamos de que la errónea traducción de "Vida y muerte de un cantante" no podía haber sido más desacertada. Joe, por encima de "un simple cantante", era una bella persona que murió en paz (aunque, por desgracia para todos nosotros, de manera prematura) y con la lección bien aprendida. Por suerte, nos queda su música, que no es poco.
© 2012 Cherry García

Crítica: The Pogues "If I Should Fall From Grace With God"

Hay países, destinos, que tienen una conexión especial con cada uno de nosotros e Irlanda es el mío. Casi toda mi adolescencia está ligada al país esmeralda de una manera u otra. Pronto descubrí que casi todos los artistas que admiraba procedían de allí; que no todo era misterio celta sino también una ciudad adoquinada con la historia de Leopold Bloom y Stephen Dedalus, Sibyl Vane y el retratado más famoso de la historia, Wilde, los poemas de Yeats o el mito de Shawn, la absurda espera de aquellos que esperan a Godot, la Stratocaster más maltratada del blues a manos de Rory, Phil cantando "Old Town" o Paul Hewson despidiéndose de todos en Point Depot. Irlanda tiene una conexión muy especial con España, de eso no hay duda, basta ir allí para entender que poca diferencia hay entre el carácter español y nuestros hermanos irlandeses. 


Pero si hay un grupo que sintetice perfectamente el espíritu, la cultura irlandesa con el rock, es The Pogues. Aquellos que mezclaron son sabiduría el punk con sus raíces y salieron victoriosos, aquellos que cuando todavía se suben a un escenario son capaces de hacer que todo acabe en una fiesta y el público baile sin importar en que festival toquen. The Pogues gusta tanto a poperos y rockeros, como heavies o punkies. Sus conciertos son apabullantes. ¿Cómo es posible?


Con ocho miembros y después de haber publicado el redondo "Rum, Sodomy, and the Lash" (1985) y haber reventado las listas con "Fairytale of New York", The Pogues acompañados del mítico Steve Lillywhite grabaron este "If I Should Fall From Grace With God" (1988) que arranca precisamente con la homónima composición del mellado Shane MacGowan, un torbellino celta mezclado sabiamente con The Clash, todo un single para abrir un disco. "Turkish Song of the Damned" inunda nuestros oídos con toda la imaginería arábiga posible mientras "Bottle Of Smoke" corre como un auténtico caballo de carreras ganador de la mano de MacGowan. Es en estos momentos cuando uno se encuentra bebiendo una Guinness imaginaría y zapateando el suelo, maldiciendo a los ingleses y fumando en pipa. ¡Te has convertido en todo un Pogue! 


Pero no te relajes porque "Metropolis" te lo hará imposible, mejor abandónate al ritmo y salta, salta todo lo que puedas. The Pogues son, a menudo, definidos como el primer grupo "Punk-Celta" de la historia pero lo que poca gente sabe es que también saben hacer rock como el que más y lo demuestran en la dramática "Thousands Are Sailing" de Chevron en donde narran la dureza de la inmigración irlandesa con un estribillo mágico como pocos. "South Australia" es sencilla pero suena a pub irlandés por todos sus poros; "Haul away your rolling king, heave away, haul away!" A estas alturas del álbum no hay quien pueda, el agotamiento nos domina e incluso The Pogues deberían descansar después del ritmo que han mantenido pero era 1988 y The Pogues tenían mucho que ofrecer y así lo hacían. 


La canción más simpática de todo su repertorio, aunque parezca imposible, "Fiesta" es, valga la redundancia, toda una fiesta y ahí me tienen a mí, todo un rockero, disfrutando de una letra tan imposible como ésta que reza; "we have the song of the Chochona, we have brandy and half corona... we must say adios! until we see Almería once again!!!" Increíble pero cierto, The Pogues nos hacían reírnos de nuestra propia fiesta y verla desde su perspectiva. Una canción con la que siempre han alcanzado el clímax cada vez que nos han visitado. La más simpática. El "medley" tradicional con "The Recruiting Sergeant/The Rocky Road to Dublin/The Galway Races", siendo mi favorita "The Rocky Road To Dublin" rasga el disco en dos después de la ligera "Fiesta". 


Llega el reposo en "Streets of Sorrow/Birmingham Six" en honor de todos aquellos caídos y continuamos con la balada "Lullaby Of London" para poder recuperar el resuello después de nueve canciones con tanto ritmo. "Lullaby Of London" es una preciosidad llena de sentimiento, la clara demostración de que The Pogues pueden ser punk, sí, pero también lo suficientemente versátiles como para tocarte el corazón como ningún otro grupo. 


La irlandesa "The Battle March Medley" es capaz de levantar a Finnegan mientras que "Sit Down by the Fire" vuelve a hacer que brindemos con Guinness y volvamos a zapatear el suelo de madera. "The Broad Majestic Shannon" despliega su encanto de la cazallera y bronca voz de Shane para dejarnos con ganas de más tras la tradicional "Worms".


The Pogues siempre serán The Pogues, un grupo único con un cantante tan irrepetible como Shane MacGowan. Pop, rock, punk y música tradicional irlandesa para disfrutar o ir de fiesta. Con "If I Should Fall From Grace With God" lograron lo imposible y, desde entonces, The Pogues se convirtieron en leyenda, todo esto ocurría en 1988...
© 2012 Cherry García

Crítica: Cannibal Corpse "Torture"

Por fin ha llegado a mis manos lo nuevo de la banda más grande de Death Metal que ha parido el planeta tierra...y sí, lo digo sin ningún tipo de tapujo ni titubeo ya que entiendo no debiera haber ningún tipo duda al respecto. Desde siempre y hasta nuestros días Cannibal Corpse son los merecidos abanderados del género más extremo del Heavy metal. Bien es cierto que otros buenos grupos compiten con los "caníbales" más famosos del mundo por alzarse con la corona del Death (véase Morbid Angel, Deicide o Immolation entre muchos otros) pero ninguno de ellos tiene la solidez ni la entereza de la carrera de los neoyorquinos. Muchos y grandes discos llevan ya llevan editados con Metalblade, su discográfica de toda la vida, y todos ellos con muy pocas quejas y al contrario con muchos halagos. Una vez más queda demostrado que Brian Slagel es uno de los tíos más listos que tiene el rock; mucha casualidad que él solito diera a conocer a través de su sello bandas como Metallica, Slayer, Amon Amarth o Cannibal Corpse.

No ha llovido ni nada desde la edición de aquel "Eaten Back To Life" (su primer disco, que contaba entonces con un jovencísimo Chris Barnes en las voces y que como sabemos todos hoy en día hace esas labores en Six Feet Under) o desde su aparición en la mítica película de Jim Carrey, Ace Ventura. Tiempos en los ya empezaban a mostrarnos que camino iba a ser el suyo. Se subieron por aquel entonces al autobús de la muerte y en él siguen viajando como si nada; no han hecho ni un sólo transbordo desde entonces, no han bajado ni un gramo la intensidad ni la calidad de sus temas, da gusto poder disfrutar doce discos después de aquella ópera prima de 1990 de una nueva "Tortura" musical.

"Torture" es un disco magnífico, enorme, sin ningún pero por lo que no puede defraudar a nadie que le guste mínimamente el metal. Sólo viendo los nombres de sus músicos y militantes te das cuenta que no tienen rival...que sí, que sí que Trey Azagthoth, David Vincent o Glen Bentton son cojonudos y nos han dado discos muy buenos como el "Altars Of Madeness" o el "Legion" pero no tienen la continuidad y la perseverancia de la carrera de los Corpse. Pat O´Brien, Alex Webster o George Fisher son músicos superiores y sacados de otro planeta. Su virtuosismo no tiene límites, podrían tocar perfectamente en una banda de rock progresivo o en una de black metal, su versatilidad es simplemente embriagadora y alucinante.

Esta tortura comienza con la rapidísima y alocada "Demented Aggression", tema que ya nos dejaron saborear y paladear anteriormente al lanzamiento del álbum y con el que nos pusieron la miel en los labios, dotándonos un deseo incontrolado por escuchar el resto del disco. Qué bien y qué sólida suena la voz de Fisher, lo ha vuelto a hacer, suena grandioso y perfecto. Canción que no tiene nada que envidiar a aquel "Make Them Suffer" perteneciente a su "Kill" del 2006 y que nos dejó a todos con la boca abierta de par en par. Apostad que no faltará en ninguno de sus próximos directos. "Sarcophagic Frenzy" no es para niñas; la cosa se pone seria. Es realmente sorprenderte la rapidez de los dedos de Pat, para mí uno de los mejores guitarristas del mundo. Es una pena que Jack Owens dejara la banda y se alistara en la competencia( Deicide) porque ambos eran una pareja demoledora y explosiva, de lo mejorcito que teníamos en los sonidos extremos...Y ojo, no es que Barret no sea un gran guitarrista (solo faltaba) pero Owens tenía un algo especial dentro de los Corpse, su sentimiento tocando hacía estremecerse a cualquiera y no en vano era uno de los miembros fundadores de la banda junto con Paul y Alex (los únicos que quedan). "Scourge Of Iron" no es para volverse loco en cuanto a su intensidad pero sí en cuanto a su calidad. Bajan la velocidad de una forma considerable (sé que alguno se va a extrañar) haciendo un tema pesadísimo (en el buen sentido de la palabra) y diferente, nada que ver con lo que nos tienen acostumbrados. Con esta canción nos dejan su lado más amable y entrañable. Mención aparte se merece la intensidad del afilado y puntiagudo solo de O´Brien, donde el afamado guitarrista deja marcado a sangre y fuego su sello y su seña de identidad. Cuando lo escuchas sabes que es él. Es inconfundible. "Encased In Concrete" y "Intestinal Crank" son más lineales, más estáticas y nos dibujan a los Cannibal más clásicos. Aquí nos muestran sus gusto por las vísceras y la sangre, argumento que sucede cuando su sonido se centra en la base rítmica de Webster y Paul y la misma se sitúa por encima del resto de instrumentos. Por su parte "As Deep As The Knife Will Go" está mucho más trabajada con un riff muy heavy y dinámico, con unos cambios de ritmo longevos y fantásticos, con un Pat fuera de control y con un Fisher endemoniado.

"The Strangulation Chair" es el tema de Mr. Webster. Se sale de madre y de padre lo que es capaz de hacer este señorito cuando le dejas unos segundos solito ante el peligro. Ya demostró lo virtuoso que puede llegar a ser en su proyecto paralelo e instrumental con Ron Jarzombeck y de nombre Blotted Science . Proyecto del que aquí en Blogofenia ya os dimos debida cuenta y que como en su momento os dijimos merece la pena darle una oportunidad. Es el momento para la fantástica "Caged...Contorted". Para mí la mejor de este "Torture"; al menos es el que más me gusta. Tiene ese perfil matador y repetitivo capaz de taladrarte el mismísimo cerebro y que Rob y Pat saben conjugar tan bien cuando le dan rienda suelta a su imaginación. Vamos Death Metal de alto octanaje y en estado puro. Tampoco debemos olvidarnos ni dejar de lado la magnífica producción del álbum, que al igual que sucediera en "Kill" o en "Evisceration Plague" es llevada a cabo de manera sobresaliente por Erik Rutan (Hate Eternal).

Ya estamos contando los días para verles en el mes de Junio presentando este disco junto a los vikingos Amon Amarth. Seguro que será un concierto memorable e irrepetible, de esos que permanecen en nuestra memoria durante mucho tiempo y no se olvidan fácilmente. Estamos ante dos de las mejores bandas de Metalblade, unos con un Death melódico que les está llevando a alcanzar cotas muy altas de popularidad y otros con un Death clásico algo más impopular que el anterior pero a la postre igual de efectivo. "Torture"... Si eres hombre te va a gustar.

© 2012 Lord Of Metal

Crítica: Mark Lanegan Band "Blues Funeral"

Decir que este "Blues Funeral" es el retorno de Mark Lanegan desde aquel lejano "Bubblegum" (2004) es una enorme tontería porque nuestro querido Mark no ha parado quieto, ni en el estudio ni en directo y, o bien se alía con Isobel Campbell, forma dúo con Greg Dulli o presta su garganta a Soulsavers. Si hay algo de lo que pueda presumir Lanegan es de ser un auténtico adicto al trabajo, todo un "workaholic" tan imprevisible como para sorprender a toda la crítica y su propio público con cada paso que da. Mucho ha pasado desde aquel "The Winding Sheet" (1990) o "Whiskey For The Holy Ghost" (1994) pero si algo tenemos claro todos aquellos que nos reunimos cada vez que viene de gira es que Mark ha pasado a formar parte de esa pequeña (y cada vez más exclusiva) liga de artistas que están por encima del bien y del mal, de los cuales se sabe que nunca van a defraudar hagan lo que hagan. Y ahí entra este nuevo álbum de Mark Lanegan, sin compañero, sin grupo de apoyo, sin la presencia angelical de Campbell pero tampoco es una soledad absoluta ya que Homme y Dulli le acompañan a través del viaje que supone este "Blues Funeral", un disco que te hace llegar a un estado casi místico. ¿Es su mejor disco? Me niego a hacer tal afirmación, es algo ridículo. ¿Por qué tiene que competir consigo mismo, por qué comparar álbumes tan diferentes? Lanegan estaría de acuerdo con nosotros, él saca el disco que le apetece, que le sale de dentro. Es ajeno a modas, campañas o tendencias. Sin ninguna presión más que la que le marque su alma.


Comienza a sonar "Gravedigger's Song" y uno cree que está ante el álbum que no es. Me explico, el sonido es puro Lanegan (justo lo contrario a lo que encontraremos en el resto del disco), guitarras hirientes, atmósferas saturadas, sonido casi industrial, un muro de sonido que desciende entre distorsiones y ruidos más cercanos a otros tipos de géneros y su voz en primer término. Sobresaliente, como siempre. Como le ocurre a "Bleeding Muddy Water", cercana al "Bubblegum" en su lamento arrastrado y su lento tempo arrastrado. 


Es en "Gray Goes Black" donde empezamos a encontrar síntomas del cambio, donde el título se repite como un mantra para ceder más protagonismo a las guitarras. "St Louis Elegy" es similar a "Bleeding Muddy Water", más cercana a la música de Lanegan de toda la vida, con la voz de Dulli en segundo plano, pero encontramos una base programada que terminará eclosionando. "Riot In My House" en una mezcla entre el rock industrial y el de toda la vida con Homme dándole cera a su Epiphone (no sé por qué pero siempre me lo imagino con su querida Dot).


Y es en "Ode To Sad Disco" en dónde el "fan medio" de Mark se rasgará las vestiduras y encuentre el gran elemento diferenciador de este álbum y es precisamente el sonido disco de la canción el que lo tintará todo por completo. Pero en nuestro querido protagonista sería imposible adentrarse en este tipo de terrenos sin saber que va a salir victorioso y es que su voz y el imaginario del que fue cantante de Screaming Trees arrasa por completo en un tema tan arriesgado para su personalidad. Sonido ochentero (que no hortera) y oscuridad, mucha oscuridad. De nuevo un diez. 


Volvemos al camino con "Phantasmagoria Blues", la calma durará poco porque de nuevo nos salimos de ella con la guitarrera "Quiver Syndrome" y Mark demostrando que todavía sigue sabiendo sacarle nervio a su garganta, no únicamente octavas de profundidad con aliento a alcohol, cigarrillos y oscuridad, los stonianos coros nos conducen al final como si se tratase de una siniestra versión de "Sympathy for the Devil".


Pero los ritmos de hace dos décadas, sintetizados y con aroma a electrónica moderada vuelven en "Harborview Hospital" sentándole maravillosamente bien al tema. El soul más oscuro se cierne sobre nosotros con "Leviathan", como un "Number Nine" aún más quejumbroso y con algunos "overdubs" y una batería que parece sacada de una marcha fúnebre. Guitarras acústicas y melodías invertidas en "Deep Black Vanishing Train" para decirnos adiós con ritmos electrónicos de nuevo. 

"Funeral Blues" abre una nueva vía en el entramado de influencias y estilos que es la carrera discográfica de uno de los pocos artistas auténticos que nos quedan, uno de esos pocos que todavía siguen sabiendo cómo hacer su trabajo, qué tecla tocar sin llegar a repetir fórmulas y que innova pero siempre con su inconfundible sello. Sólo esperamos que no vuelva a tardar tanto para dejar correr su imaginación bajo su propio nombre. Aunque, pensándolo bien; ¿qué más da con quién grabe? Mientras Mark esté a nuestro lado todo saldrá bien.

© 2012 Cherry García

Crítica: The White Stripes "Under Great White Northern Lights"

No deja de sorprenderme la cantidad de elogios que recibió "Under Great White Northern Lights" (2010) en el momento de su publicación. ¿Acaso nos hemos vuelto todos gilipollas? No tengamos miedo a reconocerlo y gritémoslo a los cuatro vientos: ¡Somos gilipollas! Si la industria; las revistas y sus críticos, los cuatro enteradillos y las absurdas amebas que suelen acompañar a éstos a los conciertos son capaces de hablar y escribir de los White Stripes como los grandes salvadores del Rock N' Roll es que estamos muy jodidos y mucho. Antes de que afilen sus cuchillos déjenme que me explique y, quizá, cuando acaben de leer esta humilde crítica encontrarán que coinciden con un servidor en algún que otro punto. Sigamos participativos; nómbrenme el mejor disco de los White Stripes y, por favor, olvídense del artículo "The". En efecto, tal y como me temía, todos coinciden en la respuesta: "Elephant" (2003), ahora díganme qué canción se les viene a la cabeza... "Seven Nation Army" es la única, lo sé. Pero, antes de que me tiren una Converse All Star a la cabeza, me amenacen mentando a Los Planetas y me quieran quemar con su cigarrillo de tabaco de liar, sigan leyendo.

Los White Stripes nunca, nunca, debieron dejar el garaje del que salieron. La cosa iba bien, es todo una cuestión de proporciones. Son divertidos para una sala pequeña; digamos, de unas veinte o treinta personas pero, cuando la broma se nos va de las manos y permitimos que un matrimonio de "nerds" vestidos de rojo y negro tomen por asalto salas de mayor envergadura y se paseen por medio planeta con pose afectada y mirada de mil metros es cuando debemos reconocer que, quizá (sólo quizá) hayamos sido un poquito exagerados en nuestras apreciaciones. "The White Stripes" (1999) es mediocre, "De Stijl" (2000) es tan pedante y pretencioso como su nombre pero, ni con esas, pasa el examen, "White Blood Cells" (2001), sin embargo, es más gracioso y le tengo cierta simpatía por lo que Steven McDonals hizo después. "Elephant" (2003) es entretenido y más acertado pero peca de incontención; catorce canciones son demasiadas para un grupo como White Stripes y "Icky thump" (2007) era la crónica de una muerte anunciada. Después de un disco tan irregular a Jack White sólo le quedaban dos opciones: matar a White Stripes o descerrajarse un tiro e iniciar la leyenda. Por desgracia, eligió lo primero.

En lo estrictamente musical, Jack White (esa mezcla de Eduardo Manostijeras y  el Johnny Depp de la peli "Dead Man" de Jim Jarmusch) está tan sobrevalorado que entra la risa cuando se le ve al lado de un auténtico gigante como Jimmy Page en "It May Get Loud" de Davis Guggenheim pero no sólo cae en el mayor de los ridículos cuando es comparado con el guitarrista de Zeppelin sino que sus solos y punteos rozan las estupidez y el analfabetismo musical porque con Meg, la buena de Meg, correremos un tupido velo con su anárquica manera de tocar la batería (autenticidad llaman algunos, el resto lo llamamos incompetencia) y la manera atonal de entonar algunas canciones es lastimosa, ejemplo de ello: "Cold Cold Night". Pero, si de voces hablamos, imposible no detenerse en la de White, nasal a ratos, esquizoide cuando quiere parecer genuino y afónica y rocanrolera cuando pretende hacernos creer que se está desmelenando. Claro, muchos dirán que lo suyo es la composición. Sí, desde luego que "Let's Shake Hands", "Blue Orchid" o "Fell in Love with a Girl" pasarán a la historia del rock y serán recordadas por todos, permítanme que me descojone.

Conseguí a buen precio este "Under Great White Northern Lights", un combo que llaman, "cedé más deuvedé" y, claro, un yonki de la música como yo no pudo decir que no. ¡Qué error más grande! Escuché con paciencia todo el disco; "Little Ghost", "I'm Slowly Turning Into You", pasé por "We Are Going to Be Friends" y, cuando llegué al final con "Seven Nation Army" no podía dar crédito a lo que acababa de escuchar. ¡Que nos han engañado con los White Stripes, en directo suenan aún peor que en estudio! Miren, en su penúltima visita a la capital tuve que aguantar todo tipo de críticas en las que se les tildaba de "revolucionarios", "frescos" y "renovadores" (recuerdo incluso la de un periodista que corrió tras ellos por la calle con los vinilos en la mano para que se los firmaran esta pareja de majaderos a los que él defendía como "los próximos Led Zeppelin del indie", díganme que no les sonroja la comparación...) por no hablar de su última visita a la Ciudad Condal en la cual dejaron a todos en una especie de "coitus interruptus" al abandonar el escenario tras las peticiones de más rocanrol por parte de sus seguidores más cañeros. Incluso, no se rían, recuerdo como algunos de ellos relataban con lágrimas en los ojos como Jack White se subió al autobús, enfadado y con su sombrerito de cordobés, mientras Meg les pedía disculpas pero también escurría el bulto. ¡Es que son tan guays!

Pero lo peor de "Under Great White Northern Lights" no es el audio, es el vídeo. Dirigido por Emmett Mallloy, la parejita se dedica a pasear palmito con cara de circunstancia (como si estuviesen inmersos en inacabables cálculos de aritmética) en riguroso blanco y negro, me río yo de aquellos que hablan de algunos dinosaurios del mainstream cuando veo la pretendida epicidad con la que Jack y Meg se han grabado a sí mismos mientras aterrizan en aeropuertos, pasean por la playa, el desierto o los pueblos más perdidos de Canadá como si de un "Rattle And Hum" (1988) de tercera regional se tratase. Y, lo mejor de todo, sin llegar a dirigirse la palabra en ningún momento, no me extraña que se cansaran y se separasen, aguantar a Jack White todo el día debe ser agotador. Creo que sólo he disfrutado con "I Just Don't Know What to Do with Myself" y fue pensando en el vídeo de Kate Moss.

Dicho lo dicho, es tu decisión si compras este álbum. La próxima vez que vayas a comprar un disco y se te pase por la cabeza el dinero que cuesta pensando en una copa que no te entre el remordimiento, déjalo en la estantería y corre al bar más cercano, pídete un gin y sonríe, te acabas de ahorrar más de dos horas de tomadura de pelo.

© 2012 Señor Peligro

Concierto: Helmet (Madrid) 08.03.2012

SETLIST: Role Model/ FBLA II/ You Borrowed/ Better/ He Feels Bad/ Turned Out/ Unsung/ Give It/ Ironhead/ Meantime/ So Long/ Algiers/ Tic/ Milquetoast/ Wilma's Rainbow/ Pure/ Renovation/ Crisis King/

La última vez que vi a Helmet en directo fue hace dieciséis años, yo era uno de esos adolescentes que literalmente se pegaban en las primeras filas de una gira tan sobrecogedora y espectacular como la del "Antichrist Superstar" en donde uno sólo podía escupir o ser escupido y era vapuleado en fortísimas avalanchas humanas cuando "El Reverendo" aún tenía algo que decir, musicalmente hablando, claro.  La verdad es que en aquella época, Helmet ya era unos viejos conocidos por mí y todos mis amigos, eran un grupo sólido del que sabíamos perfectamente lo que podíamos esperar tanto en disco como en directo. Su imagen poco o nada tenía que ver con el Rock Alternativo o el Metal.
Ahí tenías a unos tipos que salían al escenario en vaqueros y camiseta, muy alejados del "desastrado" estereotipo Grunge de primeros de los noventa, completamente al margen del Rock Industrial o el Metal y radicalmente distintos al nuevo y exitoso punk  de mediados de década fielmente representado por Green Day o The Offspring. Y ahí es donde radica el problema del grupo neoyorquino (o la gran virtud, tal y como yo lo veo); iban contracorriente y nunca encontraron su sitio o quizá sí lo encontraron y no estaba entre los demás. Volviendo a aquella última vez, pocos podían imaginar un cartel más absurdo, el contraste en aquella gira con un Marilyn Manson pletórico, teatral, con un concepto puramente shock-rock y en el mejor momento de su carrera era tan exagerado con un grupo como Helmet, encargado de abrir para los fanáticos fans de Manson (que en aquella época, tanto él como sus seguidores daban mucho más miedo) noche tras noche, enfrentándose a las primeras filas con una propuesta oscilante entre el Hardcore, Post-Hardcore, Alternativo y Metal. Helmet eran "currantes" y su actitud y sus discos nos hacían ver a todos que algún día tendrían su recompensa, no era así. Fueron la eterna promesa y, aunque firmaron grandes discos, nunca llegaron a tener el éxito que se esperaba de ellos. Finalmente desaparecieron para tristeza de todos.


Pero volvieron a mediados de la década pasada y nos dieron la oportunidad de volver a verles sobre los escenarios. La verdad es que no sé por qué no acudí a esas citas, supongo que me dejaría llevar por la tontísima idea de que poco tenían que decir Helmet a estas alturas, ¡qué gran error! 


Una vez más, Page Hamilton, se desmarcaba de sus compañeros de generación, esos, infinitamente más populares, de millonarias cuentas y únicamente interesados en volver, regresar, para arruinar su propia leyenda por un buen puñado de billetes. Hamilton no es así, ya en los noventa eran un grupo humilde y honesto, ajenos a todas las tonterías propias de las estrellas del rock; su indumentaria, su aspecto, sus vídeos y su música eran diferentes. Los primeros noventa fueron magníficos en cuanto a creatividad, ahí estaban un buen montón de grupos como Nirvana, Alice In Chains, Soundgarden, Screaming Trees, Afghan Whigs, Sebadoh, Kyuss, Mudhoney, Melvins, Pearl Jam o Smashing Pumpkins que en pocos años sacaron sus mejores canciones y Helmet no podían ser menos. "Meantime" (1992) fue un artefacto sólido, sin fisuras. Un disco que, pese a tener buenas ventas siempre estuvo a la sombra de los más grandes en unos años en los que no sólo la escena de Seattle paría grandes discos sino que Metallica, U2, Guns N' Roses o Michael Jackson copaban las listas. ¿Había sitio para un grupo como Helmet? Sí y se lo ganaron a pulso.


Así que, con todo el derecho del mundo, Helmet (o Page Hamilton ya que, por lo visto, ha sido del todo imposible una reunión con sus antiguos compañeros) aprovechaba este 2012 para celebrar veinte años de "Meantime" como es debido; interpretándolo íntegramente cada noche. 


La Sala Caracol se abría fría a los primeros seguidores de Helmet cuando, al poco comenzaba su actuación Fighting With Wire, un trío de Derry que armados con una Telecaster tocaron durante cuarenta y cinco minutos un repertorio con aires de rock alternativo, a medio camino entre unos Nirvana comedidos y unos Foo Fighters Light, una base rítmica contundente y un cantante al que a veces no se le escuchaba todo lo bien que su música necesitaba. Aún así, fueron unos teloneros agradables que hicieron un buen trabajo calentando al público. 


Decenas de treinteañeros empezaron a llenar la sala, camisetas de la época, desgastadas y descoloridas eran llevadas con orgullo por aquellos que había visto al grupo en los noventa. Se apagan las luces y sale Hamilton y los suyos, se cuelga su ESP y comienza a sonar "Role Model". ¿La última de "Meantime"? "FBLA II" y "Your Borrowed". ¡Están tocando el disco desde la última! El sonido es contundente, monolítico, aplastante. Sin tregua atacan con "Better" y "He Feels Bad", impresionante. La sala se ha llenado por completo y frente al escenario comienzan los empujones y primeras avalanchas. 


"Turned Out" o "Unsung" sonaron con tanta fuerza que parecía que no hubiese pasado el tiempo. Un fan se sube al escenario y se tira para ser cogido por sus amigos mientras un guipuzcoano se empeña en preguntarme qué ocurre con la gente de Madrid. ¿Dónde esta la gente joven que no está en este concierto?-me dice varias veces. 


Debe pensarse que con treinta y pocos todo estamos ya en la recta final de nuestras vidas. ¡Es que la gente no bota apenas! -me decía mientras se repantigaba más aún en su silla (muy activo él, sí señor) ¡A mí, con esta música, me dan ganas de tirar la silla al escenario, es salvaje! -Mejor no lo hagas, créeme, no es buena idea. "Give It" y "Ironhead" cayeron como un telón sobre nosotros para acabar el álbum con "Meantime". Al revés.


¡Gracias!
¿Qué decir de un tema así? Nos transportó a todos a nuestra adolescencia. Y es en ese momento cuando mi nuevo amigo se gira y me dice: "Helmet en el escenario, vosotros con camisas de cuadros y yo a punto de fumar cáñamo. ¡Hemos vuelto a los noventa, tío!" Aunque en aquel instante tuviese ganas de estrellar mi tercio contra su sien, reconozco que me hizo gracia y al fulano no le faltaba razón. 




Helmet había convertido su disco en la magdalena de Proust, nos había llevado a algunos de nuestros años más felices. Acabaron con "Meantime" para hacer unos bises de la misma manera que habían descargado su álbum, sin concesiones y sin pausa alguna. "So Long" o "Algiers" y cuando todo acaba y con las luces encendidas, Page se baja del escenario por delante y se mezcla entre los fans para recibir apretones de manos, abrazos y dejarse hacer fotos y firmar discos a todo aquel que lo desee. Toda una cura de humildad dentro y fuera del escenario. Me acerqué con el "Meantime" en mano y amablemente me lo firmó, le dije que había sido un gran concierto y me respondió: "sois un público fantástico, muchas gracias" mientras era cogido por lo hombros para hacerse una y otro más. Daba gusto verle disfrutar entre todos nosotros y recibir lo que en su momento parece que se le negó. La nostalgia únicamente es mala cuando en el presente ya no se tiene nada que decir y a Hamilton todavía le queda mucho. Simplemente grande, nos quitamos el sombrero ante usted y prometemos no volver a faltar la próxima vez que venga.

© 2012 Jim Tonic