La banda canadiense liderada por Win Butler y Régine Chassagne, ha marcado una trayectoria que los llevó de ser íconos del indie rock en la década de primeros de los dos mil a defenderse de críticas y controversias en los últimos años. Y es justo ahora que su séptimo álbum, “Pink Elephant” (2025), llega en un contexto igual complicado tras las acusaciones de conducta sexual inapropiada contra Butler hace tres años, lo que ha ensombrecido la percepción pública del grupo cuando teloneros abandonaban la oportunidad y seguidores pedían la cancelación de la banda, situándolos en la picota. “Pink Elephant” (2025), coproducido a medias por Butler, Chassagne y Daniel Lanois, se presenta como un ejercicio de introspección y contención, alejándose del esplendor épico de trabajos como “Funeral” (2004) o “The Suburbs” (2010), aunque muestre algunos destellos de la emotividad que los hizo célebres, “Pink Elephant” (2025) carece de la chispa y cohesión que definieron sus mejores momentos, resultando en un trabajo que, si bien no decepciona por completo, no logra recuperar el lustre de antaño cuando la banda parece atrapada en un esfuerzo por redimirse sin comprometerse del todo con su característica intensidad emocional, lo que genera un álbum que se siente más como un paso intermedio que como un regreso triunfal, un álbum medio que tiene la difícil misión de servir de puente.
“Open Your Heart or Die Trying”, un instrumental de tres minutos que promete un reinicio espiritual pero que termina diluyéndose, deja la sensación de redundancia, de haber sido escuchada con anterioridad. “Year of the Snake”, el sencillo principal, comienza con Win Butler apenas audible, acompañado por la voz cálida de Régine Chassagne en un coro que evoca el cambio de estación y, aunque la canción se crece hacia un clímax, su contención inicial refleja la cautela general de “Pink Elephant” (2025). “Ride or Die” destaca como el tema más conmovedor, con Butler cantando sobre una guitarra sutil: “Podría trabajar en una oficina, tú podrías ser camarera” en una simplicidad lírica que, aunque arriesgada y potencialmente cursi, transmite una vulnerabilidad que resuena en los orígenes de la banda. En contraste, “I Love Her Shadow” no termina de cuajar, con letras que aluden a cicatrices permanentes y conexiones idealizadas, lo que, en el contexto de las acusaciones contra Butler, suena fuera de lugar y, para muchas personas, carente de autocrítica, hurgando más aún en la heridad de manera innecesaria. “Alien Nation” busca un giro industrial con influencias de Reznor, pero su letra no termina de noquearnos, mientras que “Stuck in My Head” cierra con un Butler gritando “¡Limpia tu corazón!”, un mantra que busca la catarsis pero que no alcanza la fuerza de himnos pasados como “Rebellion (Lies)” de “Funeral” (2004), por no mencionar los innecesarios interludios ambientales, que muestran a la banda experimentando, pero sin la magia que los hacía únicos.
A pesar de sus altibajos, “Pink Elephant” (2025) no es un fracaso rotundo. Hay momentos en los que Butler y Chassagne, me recuerdan su capacidad para emocionar, como en los coros de “Circle of Trust” o la melancolía pastoral de “Ride or Die”. Sin embargo, el disco se siente como un esfuerzo contenido, como si Arcade Fire tuvieran miedo de desatar la grandeza que los caracterizó en “Neon Bible” (2007) e incluso “Reflektor” (2013). La producción de Daniel Lanois, aunque evoca la atmósfera expansiva de sus mejores y más famosas colaboraciones con U2, no logra elevar el material más allá de lo funcional. Personalmente, como alguien que ha admirado la habilidad de Arcade Fire para transformar las emociones más humanas y crudas en himnos colectivos, “Pink Elephant” (2025) me deja un sabor agridulce. Es un recordatorio de su talento, pero también de cómo las sombras del pasado y la falta de riesgo pueden opacar incluso a los más grandes, cuando este no marca el final de Arcade Fire, pero sí plantea dudas sobre si aún tienen la chispa para reverdecer los laureles o si, por ahora, están condenados a vivir en su propia sombra, buscando redención sin encontrarla del todo.
© 2025 Jim Tonic