Crónica: Beth Gibbons (Madrid) 15.07.2025

SETLIST: Tell Me Who You Are Today/ Burden of Life/ Floating on a Moment/ Rewind/ For Sale/ Mysteries/ Lost Changes/ Oceans/ Tom the Model/ Beyond the Sun/ Whispering Love/ Roads/ Glory Box/ Reaching Out/

La icónica voz de Portishead, Beth Gibbons, es una figura que ha definido el alma del trip-hop, regresó a la capital española tras más de una década de ausencia, al festival Noches del Botánico, trayendo consigo su aclamado debut en solitario, “Lives Outgrown” (2024), si no contamos con “Out of Season” (2002) con Rustin Mann. Y es que la banda de Bristol no se prodiga demasiado en directo, algo que les hace mantener su aura, pero también resulta irritante para todos los que amamos su música; he podido verlos en directo presentando "Portishead" (1997) y “Third” (2008) en sus respectivas giras, pero treinta años y dos actuaciones me sabe a demasiado poco, al igual que únicamente tres discos de estudio. El escenario, rodeado por la frondosidad del Jardín Botánico de la Universidad Complutense, parecía diseñado para acoger la intimidad y la introspección que caracterizan su música. Algo que se confirmó, desde el momento en que las luces se atenuaron y el murmullo del público se desvaneció, la expectación era palpable. Beth, acompañada por una banda de músicos excepcionales, entre ellos el batería Lee Harris, el guitarrista Paul Webb (conocido por su trabajo conjunto en Rustin Man) y Tom Herbert al bajo, supo crear una atmósfera que oscilaba entre lo etéreo y lo terrenal, mientras su voz, un instrumento de una fragilidad poderosa, envolvió a los asistentes deteniendo el tiempo, convirtiendo la noche, cálida y estrellada, en el lienzo perfecto para un concierto que no solo cumplió con las expectativas, sino que las superó, dejando una huella imborrable en todos nosotros. Amos Lee también dejó un gran sabor de boca, aunque la gran mayor parte de los asistentes al festival estuviese más interesada en buscar tumbona durante su actuación o charlar mientras Lee nos regalaba más de una hora de actuación frente a un sol abrasador. Por supuesto, sonaron “Keep It Loose, Keep It Tight”, “Sweet Pea”, “Hang On, Hang On” o la novedad que es “Caminando”, cantada íntegramente en español. El de Filadelfia se mostró cercano y se ganó a los pocos que allí estábamos gracias a su preciosa voz y amabilidad, aceptando sugerencias e improvisando aquellas canciones que le pedíamos desde las primeras filas.

El repertorio de Gibbons fue un viaje meticulosamente construido a través de la carrera de Gibbons, con un enfoque especial en “Lives Outgrown” (2024), pero sin olvidar sus raíces con Portishead y su colaboración con Rustin Man. La apertura con “Tell Me Who You Are Today” fue bellísima y "Burden of Life”, una pieza que, con sus arreglos minimalistas y su intensidad emocional, logró que el público contuviera el aliento, como si cualquier movimiento pudiera romper el hechizo. "Floating on a Moment", interpretada con una delicadeza que parecía flotar sobre el escenario, estableció el tono de la velada. La guitarra acústica y los suaves toques de percusión crearon una base hipnótica que permitió a la voz de Beth brillar con una claridad conmovedora. La transición hacia clásicos de su proyecto con Rustin Man, como "Mysteries" y "Tom the Model", con su toque soul, fue un recordatorio de la versatilidad de Gibbons, cuya capacidad para navegar entre el folk introspectivo y el trip-hop melancólico es simplemente magistral. Como era de esperar, el punto álgido llegó con las inmortales "Roads" y "Glory Box" de Portishead, interpretadas con una banda que incluía al teclista Jason Hazeley, cuyo trabajo añadió capas de texturas electrónicas que evocaban los años dorados del género. "Roads", en particular, fue un momento de catarsis colectiva, con la voz de Beth elevándose sobre un arreglo orquestal que arrancó alguna que otra lágrima. Cada nota, cada silencio, estaba impregnado de una intención que trascendía lo musical, conectando con el alma de los asistentes. El sonido, impecable, permitió que cada matiz de su voz —desde los susurros más frágiles hasta los crescendos más desgarradores— resonara con una precisión que rozaba lo sobrenatural.

A medida que el concierto llegaba a su fin, con los últimos acordes de "Glory Box" desvaneciéndose en la noche madrileña, el público estalló en una ovación interminable. Beth, tímida pero magnética, agradeció con una sonrisa que decía más que cualquier palabra, sonó "Reaching Out" y el concierto concluyó, la ensoñación desapareció. La voz de Gibbons es un tesoro que combina vulnerabilidad y fuerza, y sigue siendo un faro para quienes buscan belleza en lo más profundo, la maestría de músicos como Harris y Webb, elevó cada canción a un nivel de perfección que hizo que el Jardín Botánico se sintiera como un ritual en vez de un concierto, añadiendo una capa de intimidad; quedando grabado en la memoria de Madrid como un momento en que el arte, la emoción y el sonido se mezclaron para lograr algo verdaderamente mágico. Beth Gibbons no solo cantó; nos invitó a su mundo y salir de él fue un sorbo de melancolía que todos recordaremos siempre por el contraste, al regresar a nuestras vidas.

© 2025 Jota Jiménez
vídeo © 2025 Juan Aguilar