Cuando le decía a una cajera de un supermercado; "Perdone, tengo un cáncer terminal, ¿podría hacer que la cola fuese un poco más rápida?" no era simplemente su característico humor negro, Warren vivía la vida, era directo y extremadamente agudo, por eso no es de extrañar que, en vez de hundirse entre lamentos, se rodease de sus mejores amigos para su último álbum. Mi favorito es "Mutineer" (1995) pero si hay una canción que realmente encaja en estas fechas tan terroríficas es la anteriormente mencionada "Werewolves Of London", realmente brillante y apropiada para una buena fiesta de Halloween. Lamentablemente no he podido encontrar foto alguna del lugar en el que descansa ya que, como no podía ser de otra manera, sus cenizas fueron esparcidas en el océano Pacífico, todo un genio. Como "el hombre de negro", Johnny Cash, genuino, buena persona, con talento, humilde y duro como una roca, apenas sobrevivió a su amada esposa June y nos dejaba en el 2003 a los setenta y un años de edad, no paró de grabar con Rick Rubin ni un sólo día, grababa, grababa y grababa canciones acompañado tan sólo de su guitarra acústica, exorcizando los malos espíritus y acercándose cada noche a su esposa y amor de su vida.
Como así ocurrió con el simpático Joey Ramone, quien también grabó su disco "Don't Worry About Me" (2002) cuando ya había sido diagnosticado y cantaba "What a Wonderful World" como si le fuese la vida en ello. Y es que era cierto; el mundo es un lugar maravilloso gracias a la música. El destino quiso cebarse con los Ramones ya que también nos dejaban Dee Dee y Johnny, acabando de un plumazo con uno de los mejores grupos del mundo.
Pero más siniestro y dramático fue, sin duda, el accidente también de avioneta que acabó con la vida de Ronnie Van Zant en Gillsburg (Mississippi, 1977) en el que no sólo nos dejó el bueno de Ronnie sino el guitarrista Steve Gaines, Cassie Gaines, el asistente Dean Kilpatrick y los pilotos Walter McCreary y William Gray, igual que con Buddy Holly, cientos de fans peregrinan a la tumba de Ronnie y el lugar en el que tuvo lugar el final de uno de los grandes de la música y se cimentaba la leyenda en torno a él y sus Lynyrd Skynyrd.
Sin duda fueron desafortunados, nos abandonaron pronto y nos privaron de grandes momentos pero, por lo menos tienen un sitio, una conexión "telúrica" con todos sus seguidores, todo lo contrario a lo que le ocurre, por ejemplo, a Kurt Cobain, incinerado y conservado por Courtney Love que, después de arrojar parte de sus cenizas, cuenta la leyenda que perdió gran parte de ellas en un vuelo comercial, el resto son conservadas por la viuda más negra del rock que prefiere esconderlas antes de que el lugar donde reposen se convierta en un santuario de los seguidores de la banda de Seattle. Sin embargo, son cientos los que homenajean a Kurt en el banco del parque donde dormía o visitan, no carentes de cierto morbo, el invernadero de la casa de Washington en el cual decidió acabar con su vida.

Si el pobre de Ian hubiese sabido la cantidad de imbéciles que seguirían su música una vez muerto y la gran variedad de estilos insípidos y grupos clónicos que han nacido de ella seguramente se hubiese ahorcado mucho antes de llegar a publicar disco alguno.
Por lo menos, el cuerpo de Ian fue descubierto por su mujer Deborah colgando de la cocina, no como el de Michael Hutchence, cantante de INXS, asfixiado con una correa de cinturón después de una intensa sesión masturbatoria. Otro que murió desnudo fue Jim Morrison pero éste en una bañera mientras se relajaba (como si fuese Marat) dando lugar a todo tipo de confabulaciones, teorías y conspiraciones a cada cual más descabellada cuando la realidad es mucho más simple; murió de un paro cardíaco, años y años de exceso terminaron por pasarle factura. No hay mejor manera de celebrar el día de los difuntos que con música. ¡Felices calabazas!