Crítica: Motörhead "Bad Magic"

No dejar de sorprenderme que ahora que la salud de Lemmy es más frágil que nunca como se refleja en su directo -por mucho que algunos medios afirmen lo contrario- cuando en sus conciertos uno entiende que todo el peso es soportado por Phil y el incombustible Mikkey, Motörhead se descuelguen con su mejor álbum en años; por no decir décadas. ¿La última bala de Lemmy, el canto de cisne del grupo? ¿Acaso ha delegado en sus compañeros durante la grabación y composición o, por lo menos, en el aspecto musical? Nunca lo sabremos pero lo cierto es que cuando pudimos asistir a la rueda de prensa de Mikkey Dee en Nantes, Francia, el pasado mes de junio, el batería sueco decía que "Bad Magic" era un disco sólido y mostraba todo su entusiasmo a pesar de que Lemmy le dejase a él todas las labores promocionales y esto plantease más debates sobre la salud del mítico bajista, pero ahora sabemos que el bueno de Dee no mentía. Y es que, si prestamos atención a su discografía, no habían publicado un disco tan excitante desde, por lo menos, hace once años con "Inferno" (2004) o, más atrás aún, veintidós años y su "Bastards" (1993).  "Motörizer" (2008) era un disco entretenido pero con "The Wörld Is Yours" (2010) bajaron ligeramente la guardia e intentaron recuperar algo de comba con "Aftershock" (2013), no pasaba nada; en directo seguían sonando como un infernal Panzer alimentado con Jack Daniels. Y, sin ser malos trabajos en absoluto y manteniendo la línea continuísta y estética de su discurso, sin embargo, estaban faltos de la chispa de sus mejores momentos,  aunque albergasen algún que otro momento, parecía que Lemmy, Phil y Mikkey habían puesto la directa cocinando una y otra vez el mismo disco pero olvidándose de la sal y la pimienta. De nuevo bajo las órdenes de Cameron Webb (un habitual tras sus controles desde hace más de una década), en "Bad Magic" no corren grandes riesgos que, por otra parte, su público no les perdonaría y se lanzan sin complejos a hacer lo que mejor saben pero llenos de gracia y más inspiración que en anteriores ocasiones. El sonido de "Bad Magic" es aún más crudo y rotundo que en anteriores entregas pero en él se distinguen perfectamente las guitarras de Phil, el crujiente bajo de Lemmy y la contundente pegada de Dee. Pero quizá lo que diferencia al disco frente a sus predecesores es que las canciones son auténticos torpedos de tres y cuatro minutos que pasan a toda velocidad sobre uno desde el primer segundo en el que Lemmy arranca de sus cuerdas vocales ese cazallero "Victory Or Die!" en el que nos hace sentir que estamos en las primeras filas de uno de sus conciertos; pocos discos suenan tan directos como éste.

No inventan la rueda pero el puñetazo que supone "Victory Or Die" te aplasta mientras Lemmy desgrana la letra y Phil frasea estupendos licks tras cada verso como "Thunder & Lightning" que suena como una versión remozada de "Ace Of Spades", ¿algún problema? Ninguno mientras Motörhead sigan así de vivos, prefiero que se copien a sí mismos en sus mejores momentos que en los mediocres. En "Fire Storm Hotel" trabajan un bonito medio tiempo rockero en el que Phil toca uno de sus clásicos solos llenos de sabor tras el eructo de Lemmy y ese "burn!" salido de lo más profundo de su estómago. Cuando aseguraba que "Bad Magic" es lo más parecido a escuchar un concierto del grupo con grandes éxitos que, en realidad, son canciones nuevas, no tenía la menor duda de que el momento de Dee -si es que no ha tenido suficiente a lo largo de las doce canciones- tenía que llegar y es en "Shoot Out All of Your Lights" en dónde cambia de registro completamente y la canción crece respeto al resto con un riff de Phil que es como un latigazo y un solo en dónde el  Wah parece de verdad arder bajo su pie derecho. 

En "The Devil" tenemos nada más y nada menos que a Brian May en el solo central y la verdad es que sorprende la colaboración; May tenía ganas desde hacía tiempo, Phil cogió el teléfono y, ni corto ni perezoso, le llamó. El resultado es una canción traqueteante  -al más puro estilo de Motörhead- con un May que se adapta por completo y firma unos segundos en los que cuesta identificar el característico sonido de su Red Special y sus queridos Vox. "Electricity" nos conecta de lleno a la corriente, sin descanso, y dejándonos con la lengua fuera mientras que en "Evil Eye" recuperaremos el aliento, por lo menos en la introducción; antes de que Dee vuelva a arremeter con toda su furia contra los parches. 

¿Queréis más velocidad? "Teach Them How to Bleed" (no cuesta en absoluto asociar ciertos títulos o versos del disco con la salud de Lemmy o, al menos, hacer el morboso ejercicio) y otra vez a mil revoluciones hasta el medio tiempo -lo más parecido a una balada- que es "Till the End" y sus guitarras acústicas con Lemmy, lógicamente, cambiando el tono para adaptarse a la tesitura ante un estribillo muy, muy emocional en una de esas canciones que uno no suele esperar en el grupo y dotan al disco de más y más esquinas por irónico que parezca en un nuevo álbum de Motörhead. Pero pronto vuelven por su derroteros con "Tell Me Who to Kill" o la marcadísima y diferente "Choking on Your Screams" en la que también se agradece el cambio de registro de Lemmy aunque les salga el tiro por la culata y sea quizá la única prescindible de "Bad Magic". La final "When the Sky Comes Looking for You" tiene más brillo, no sólo en su melodía y los acordes más abiertos o el rugido de sus guitarras sino también en su estribillo y cierra el disco de manera magnífica de no ser porque la verdadera estrella de la segunda cara es la versión de "Sympathy for the Devil" en la que demuestran que sus raíces son el rock y pocos son los afortunados que salen indemnes tras tocar un clásico de los Rolling Stones y convertirlo en suyo por derecho propio a pesar de tomárselo como un divertimento pero es que es inevitable no emocionarse cuando uno escucha a Lemmy cantar la letra o gritar esos: "c'mon, c'mon!" antes de que Phil entregue su alma a Keith Richards.

Según ellos mismos; "Bad Magic" es una enorme patada en los dientes de todo aquel que se atreviera a pensar que nos hemos suavizado. Si es así, será mejor que esa gente se consiga unos buenos tapones para los oídos y se pongan a rezar porque tenemos nuevas canciones aplastantes como "Thunder and Lightning" y especialmente la ruidosa "Teach ‘Em How to Bleed" que les mostrarán lo fuerte que sigue Motörhead; tan escandalosos, persistentes, sin concesiones y jodidamente pesados como siempre" y después de haber escuchado el disco hasta la saciedad no podemos menos que darles la razón y desear que Lemmy se recupere y aguante en este estado creativo durante unos años más.


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