Crítica: Arcade Fire "Reflektor"

A veces me da la sensación de que estamos a la constante búsqueda de grandes momentos, de experiencias vitales que cambien nuestra vida y sacudan nuestro mundo interior pero, no contentos con ello, queremos también que sacudan nuestro entorno y nos gustan los puntos de inflexión, los giros de timón drásticos e históricos, acontecimientos que nos hagan sentir parte de la historia y los buscamos argumentando lo imposible. Es como ese anuncio; "nos hemos obsesionado por la capacidad de almacenaje, ahora tenemos que llenarlo con nuestra vida". ¿Qué difícil, verdad?

Habrá quien viva nada más que para colmar ese agujero, quien viva para enseñárselo a otros, habrá quien escuche el nuevo disco de Arcade Fire para decir que lo ha hecho o en busca del nuevo Bowie, los nuevos Talking Heads o quien diga -después de escucharlo- que es un gran disco, una maravilla y toda una experiencia catárquica en sí misma pero no lo es, no os dejéis engañar.

Produce arcadas lo pretencioso que es (desde su portada a los títulos de sus canciones y sus letras) y lo bien que se nos vende su aparente poco interés en trascender cuando denota ansias de ello en cada uno de sus segundos. Nunca, en la historia del Rock, ha sido tan evidente la jugada y tan manifiesta la estupidez de la crítica en general por encumbrar un disco totalmente indigno como continuación de “Suburbs” (2010) . ¿Desde cuándo le debemos fidelidad eterna a algo? Por qué no puedo decir abiertamente que “Reflektor” es un horror del que se pueden sacar pocas cosas en claro. ¿Acaso mi opinión no está igual de fundamentada que la de aquellos que han visto en apenas cuarenta y ocho horas una obra maestra? ¡Por favor, si hay discos de Bowie –u otros vacas sagradas- que deben ser escuchados durante años para poder apreciarlos en su justa medida y sacarles todo el jugo! ¿Cómo es posible que en apenas unos días la crítica encumbre “Reflektor”? ¿Está capacitado un bloguero a decir que la producción de James Murphy es perfecta en una canción y yo de creérmelo? ¿Son capaces en tan poco tiempo de hablar de matices, de “amalgama perfecta”, de “producción ampulosa”, de ”un disco vacío para que tú mismo lo llenes con tus vivencias” o de “minimalista matices”? Qué daño tan irreparable nos ha hecho internet, desde luego que sí...

Cada tres años vuelven con nuevo disco bajo el brazo y esta vez con la ayuda de James Murphy a la producción, “Reflektor” arranca con una introducción y su canción homónima. Un tema largo e inconsistente, lleno de buenas intenciones pero que no termina de despuntar. Me gustaría que alguno de esos que ven la canción perfecta en “Reflektor”, que creen sentir un himno o una canción sobresaliente, me expliquen dónde porque no siento por ella ni el más mínimo ápice de emoción, no me siento anímicamente preparado para volver a afrontar cada día más de diez minutos de canción por la que no siento nada por mucho que me esfuerce. En “Reflektor” la emoción disminuye hasta hacernos perder el interés, ni su ritmo, ni sus constante vaivenes, ni su melodía me hacen pensar en Funk, Dance, Groove o cualquier estilo o etiqueta que me haga mover ni levemente los pies. “Reflektor” no es un rompepistas como quieren ver muchos, en todo caso sería la canción idónea para que alguien que no ha bailado en su vida sienta algo remotamente parecido en su coche mientras va al trabajo e imagina como sería sentirsé Tony Manero en una carpa del Festival de Benicassim.



“We Exist” con una outro innecesaria –o lo que es lo mismo, un final aburridísimo- nos llena de sabores que no cuajan. La melodía es buena pero el problema, una vez más, es el envoltorio (por cierto, copiado directamente, como gran parte del disco, del collage sonoro que es "Sandinista!" de The Clash en 1980, y es que no cuesta escuchar "We Exist" y después "Junco Partner"). Si esto es lo que el grupo de William Butler quería supongo que lo han logrado a base de hacerle perder la identidad a las composiciones del grupo, si es culpa de Murphy; por favor, que alguien lo cuelgue del palo mayor. Está claro que si escucho "We Exist" una centena de veces la terminaré tarareando a todas horas pero las canciones de "Reflektor" no son representativas de ese consabido tópico del disco que crece con cada escucha.

 “Flashbulb Eyes” es un experimento y hablar de ritmos colombinos es absurdo cuando es únicamente Caribe y Reggae. ¿Salen airosos? No, suenan artificiales y a ratos rancios, ni Bob Marley ni el Buena Vista Social Club serían capaces de hacer Thrash Metal, no me creo a unos canadienses jugando a ser otros, lo siento, además, Strummer lo hizo antes con mayor fortuna que no éxito. Como igual ocurre con “Here Comes The Night Time”, que se hace larga hasta la extenuación, ¿Cuándo pincho un disco de Arcade Fire esto es lo que estoy buscando? La batería levemente asíncrona y el sintetizador golpean con dureza alemana nuestras neuronas pero la canción se deshace cuando se acelera y vuelve a su pulso original.

"Normal Person" no es rock por mucho que comience con un acople, no lo es y punto y el riff de guitarra es dramáticamente inofensivo y hasta ridículo como "You Already Know" suena a "cara b" mala de los Smiths (lo sé, imposible que el grupo de Moz facturase un mal single) y, desde luego, si nos gustan sus guitarras limpias es porque apestan a Marr, cualquiera que la escuche podrá rastrear su influencia, por no hablar de plagio aunque ahora esté de moda llamarlo homenaje. El clímax hacia la pretensión más absoluta llega con "Joan of Arc", tildada por algunos como "la gran canción del disco"; esa que "les ha cambiado la vida". Paparruchas, lo único que vale son los coros y son otro plagio sesentero, ¿qué le vamos a hacer si a los Arcade Fire de "Reflektor" les ha dado por hacer refritos?

Si abandonamos el primer disco con sensación de haber sido engañados pero con alguna esperanza, "Here Comes the Night Time II" nos abandona en el sopor más profundo con una segunda e innecesaria parte de "Here Comes the Night Time" en versión etérea, totalmente prescindible como también lo es "Awful Sound (Oh Eurydice)" y ese comienzo copiado al gran Geinō Yamashirogumi, con esos arreglos que intentan darle emotividad a una balada que fracasa en su objetivo ya que no nos hace sentir nada en absoluto. ¿A quién se le ocurre meter en una balada a piano lo que parece el despegue de un avión con arreglos de cuerda que recuerdan tanto a "A Day In The Life"? El desparrame final se disfraza con una guitarra heredera de Harrison, coros eclesiásticos y, de nuevo, esas cuerdas beatlianas que parecen enlatadas desplegando sus alas hasta dejarnos sordos. 

Continúa "It's Never Over (Oh Orpheus)" -ojo a los títulos pero no levanten la vista de las letras porque producen risa al más "gafapasta"- amorfa en su estructura por mucho que otros quieran ver la delicia en lo inesperado y el gusto en una canción que se desmorona por segundos. "Porno" suena como un videojuego de coches de los ochentera y es que la caja de ritmos le sienta horrorosamente mal a la música de William Butler y compañía. Minimalista (lo que no quiere decir de calidad) y cruda, despojada de todo arreglo que no suene tan "arty" como innecesario. Si en "Afterlite" recuperamos cierto pulso es gracias a la reminiscencia al grupo de Bernard Summer porque hay que reconocer que el riff de sintetizador es realmente sobresaliente, no todo iba a ser malo en el nuevo disco de Arcade Fire, pero rápidamente nos damos de bruces con la cruda realidad cuando cierran el álbum con un auténtico horror de más de once minutos llamado "Supersymmetry", tan estúpida como los seis minutos que nos esperan al final entre silencios y ecos, terminando el disco como lo han empezado: de manera absurda. La próxima vez que hagan un EP o un álbum sencillo, un álbum doble les viene grande.

Si alguna vez nuestros nietos nos preguntan quiénes eran Arcade Fire -cosa que dudo-, ¿de verdad vamos a ponerles "Here Comes the Night Time II", "Flashbulb Eyes" y "Awful Sound (Oh Eurydice)" o les pincharemos "Wake Up" y "Modern Man"? Ahí lo dejo...

© 2013 Jim Tonic