Desde su debut con "Scorn" (2013), hasta el infravalorado "Home is Where the Hatred Is" (2015), Primitive Man han parida una auténtica prole de publicaciones que incluyen dos álbumes completos, un EP extenso, un split con Unearthly Trance y una colaboración explosiva con Full of Hell. "Observance" (2025) no es solo un retorno; es una declaración de guerra contra cualquier atisbo de esperanza, un monumento de casi setenta minutos a la desesperación absoluta, refinando su sonido hasta convertirlo en una experiencia inmersiva de agonía exquisita. McCarthy, Campos y Linden han experimentado sin cesar en estos años, destilando influencias de funeral doom, punk crudo y disonancia extrema en algo que ya trasciende el subgénero, creando una sima sonora donde la oscuridad no es un mero fondo, sino el protagonista devorador. "Observance" (2025) con su producción cruda y opresiva, capturando la esencia de Primitive Man en su forma más pura: un sludge death que ahoga al oyente en un pozo sin luz, pero lo hace con una maestría que invita a sumergirse una y otra vez, hipnotizando con su brutal elegancia.
La estructura de "Observance" (2025) se despliega como un ritual inexorable, donde cada pista construye sobre la anterior para sumergir el oyente en un tapiz de terror sonoro, con McCarthy tejiendo lamentos guturales que parecen arrancados de las entrañas de un demonio encadenado, como ocurre con "Seer" cuando irrumpe con un ritmo punk urgente que acelera el pulso antes de colapsar en el martilleo disonante característico de la banda, donde Campos espera con paciencia felina para desatar un bajo que flagela como un látigo envenenado, culminando en un clímax que evoca el pánico primordial. "Social Contract" inicia con un aplauso siniestro y una muestra escalofriante de una multitud enfurecida al borde del caos, evolucionando hacia acordes solitarios que McCarthy sostiene como cadenas oxidadas, mientras Linden invoca el horror ritualístico de Choir con patrones que acechan y asfixian, transformando la pista en un descenso hipnótico hacia la locura colectiva. En "Natural Law", tras un arranque puramente black, que hierve de furia, la banda desata un grind salvaje donde los aullidos de McCarthy se infiltran como veneno en las venas y Campos vierte un torrente de bajo fundido que ahoga cualquier escape. Lo que eleva estas composiciones a lo sublime son las melodías dementes de McCarthy —en "Devotion", "Transactional" y "Natural Law"—, melodías infantiles pervertidas en gritos de guitarra que buscan consuelo en vano, tiñendo la desesperación con un matiz de tragedia poética que corta el aliento. "Devotion" zumba como un zumbido infestado de gusanos, un lamento que Linden aviva con una caza implacable, mientras Campos mantiene la tensión. "Transactional" y "Water" profundizan en esta asfixia, con Linden cerrando el círculo en "Water" para sofocar al oyente en un despertar de pesadillas, mientras "Iron Sights" ofrece un interludio ambiental que se dispersa entre las canciones como un respiro ilusorio antes de la siguiente embestida.
"Observance" (2025) no solo consolida el reinado de Primitive Man en el panteón del metal oscuro, sino que lo proclama como su obra cumbre, una revelación. McCarthy, Campos y Linden han logrado lo imposible: hacer que la oscuridad absoluta resplandezca con vitalidad renovada. Lejos de estancarse, Primitive Man expanden su paleta con toques innovadores que realzan la maldad central. Este álbum no busca redención ni concesiones; exige devoción total, recompensando con una catarsis que eleva el sludge a nuevas profundidades de genialidad, un testimonio vivo de cómo la rabia impotente puede forjarse en arte eterno.
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