Concierto: Hellfest (Clisson, Nantes) 19.06.2016

¡Por fin llegaba la última jornada del Hellfest! Y es que, no os vamos a mentir, aunque pudimos disfrutar de un gran cantidad de bandas, vimos algunos conciertos muy especiales y conocimos a algunos artistas, ver de nuevo a Black Sabbath en lo que es su gira de despedida nos llenaba de ilusión. Por delante, en lo que fue el día más caluroso del festival, quedaban algunas sorpresas; grandes conciertos y también decepciones… La primera banda que acudimos a ver fue Gojira (doliéndonos dejar de lado a Fallujah, unas horas antes). Los de Bayona acababan de publicar “Magma” y era necesario comprobar cómo funcionaban las nuevas canciones y ellos mismos en directo. Su último álbum no nos ha convencido y, lo peor de todo; es que ha dividido a sus seguidores entre aquellos para los que cualquier disco que firmen los hermanos Duplantier es una joya y esos otros que, aún amando su discografía, no podemos menos que torcer el gesto ante un álbum que se hace particularmente pesado y en el que parecen haber perdido su propia identidad. Pero, como nos temíamos, no hay peor signo que cuando una banda trae un nuevo álbum bajo el brazo y ni en su propia tierra, jugando en casa, son capaces de darle una oportunidad a las nuevas canciones. Así, abrieron con la sincopada “Toxic Garbage Island” de “The Way of All Flesh” y la bruta “L'Enfant Sauvage” de su disco homónimo. ¿Por qué no ninguna de “Magma”? Pues sencillamente porque no resultan. “From Mars to Sirius” entró en escena con “The Heaviest Matter of the Universe” con la que convirtieron la pista del Hellfest en un infierno e hicieron subir la temperatura.

El estado de los hermanos Duplantier, Christian Andreu y Jean-Michel es fantástico y lo cierto es que dieron el cien por cien en cuanto a entrega pero bastaron tan sólo dos canciones de “Magma” para echar por tierra todo el esfuerzo; “Silvera” (la más pegadiza del álbum) sonó demasiado tibia, sin la fuerza y el espíritu salvaje de las anteriores y, aunque el estribillo funciona; la respuesta del público francés (¡su público y en su propia tierra!) fue suficiente para entender que las nuevas canciones parecen pertenecer a otra banda. Pero si con “Silvera” apaciguaron a la masa, con “Stranded” el concierto se vino abajo en cuanto a ánimo. Personalmente me dio la sensación de que en “Stranded” la banda pierde muchísimo fuelle y es una pena ver a un guitarrista como Christian Andreu desaprovechar su talento en unas partes de guitara tan sositas y con tan poco gancho. Por suerte, “Flying Whales” volvió a situar todo en su sitio y la salvaje “Wisdom Comes” de “The Link” nos dejó bien claro el océano que media entre la producción anterior de los franceses y su último esfuerzo discográfico. Para colmo, era el cumpleaños de Mario Duplantier y así se le hizo notar en “Backbone” con todo el Hellfest deseándole un feliz día antes de su solo. Mario es un tipo simpático, directo y cercano pero además un gran batería y lo demostró con creces tras los parches. Gojira cerraron con esa apisonadora que es “Vacuity” tras la mediocre “Only Pain” que, obviamente, se hizo eterna.

Tras el concierto, los miembros de Gojira se resfrescaban antes de salir a conocer a sus fans y pudimos charlar con ellos. Joe es tan amigable que sorprende, tiene siempre una sonrisa y rara vez le verás negarse a un apretón de manos y para Mario era su día con lo que tras decirles que veníamos desde España y mencionar el Resurrection Fest o su pasada actuación en el Kristonfest, mientras nos dedicaban “Magma”, nos preguntaron si nos había gustado el álbum (no porque nuestra opinión importe más que la tuya, es que los hermanos Duplantier estaban deseando conocer la opinión de todo aquel que se les acercase). No pudimos mentirles, sonrieron, aceptaron la crítica y se lanzaron a atender a una interminable cola de seguidores que llevaba esperando horas para conocerles. Gojira son grandes a pesar de que en “Magma” se sientan tan perdidos, quizá la clave para escuchar su disco es olvidarte de quiénes son y todo lo anterior.



Fue inevitable perderse a Ratos De Porao si queríamos ver cómo se manejaban Gojira en el escenario, como también a Blind Guardian si queríamos escuchar a Insomnium. Los finlandeses ya tienen a punto “Winter’s Gate”, su nuevo álbum (que verá la luz a finales de septiembre), y con las canciones de “Shadows Of The Dying Sun” (2014) ya rodadas era imposible perderse a Niilo SevÄnen, Friman, Hirvonen y Vanhala. “The Primeval Dark” sonó más contundente que en el álbum y sí que es cierto que verles a plena luz del día les hace perder ese halo nocturno y melancólico que tan bien le sienta a su música. “While We Sleep” sonó épica pero, como indicaba en la anterior; mucho más cruda, no tan pausada y nostálgica y sí más directa (como la voz de Niilo Sevänen, totalmente rasgada, más gutural y menos engolada que en estudio). Dejábamos “Shadows Of The Dying Sun” para sumergirnos en “Above the Weeping World” cuando pusieron la directa con la machacona “Change Of Heart” o, de nuevo a esos tintes heroicos, con “The Killjoy” no sin antes hacer un breve repaso por “Across The Dark” con “Down With The Sun” y su “Since The Day It All Came Down” con “Bereavement” y tan sólo regresaron a su último disco con “The Promethean” porque la recta final del concierto estuvo basada en su trabajo del 2006 con una triada como “Devoid of Caring” (tremendo el trabajo de Markus Vanhala), “The Gale” y “Mortal Share” y es que la sombra de “Above the Weeping World” es tan alargada como para que todos deseemos que el próximo “Winter’s Gate” tenga más de aquel que del último “Shadows Of The Dying Sun”.



Preguntarse qué tal sonaron Slayer carece de todo sentido; Holt lleva años integrado en el seno de la banda y Bostaph es una auténtica bestia tras los parches por lo que, como nunca me cansaré de repetir; la pérdida de Lombardo en directo se debe más a una cuestión nostálgica, no tanto la de Hanneman en el estudio y es que, a pesar de que “Repentless” haya sido todo un éxito y resulte en directo, uno echa de menos ese toque surgido directamente del sur del cielo que aportaba Jeff. Lo curioso de los miembros de Slayer es cómo, los dos principales, han invertido los papeles. Mientras Kerry King se mostraba increíblemente afable con todo aquel que le viese y osase acercarse, el bueno de Tom Araya (quizá por los problemas que ha tenido con algunos seguidores obsesivos) es particularmente esquivo y frío con la gente; por suerte, no sobre las tablas. Para poder cubrir a Slayer y Taake tuvimos que dividirnos de nuevo; es el precio que hay que pagar en un festival de estas características.

“Repentless” abrió fuego, es un single magnífico que enciende a la gente a la primera de cambio y les sirve para calentar y reservarse los mejores ases para el resto del concierto que, en realidad, fue lo más parecido a un “grandes éxitos” si exceptuamos “You Against You”. “Disciple” fue la gran concesión al “God Hates Us All” que grabaron con Bostaph y, a partir de ahí, “Postmortem” de “Reign In Blood” o “War Ensemble” nos demostraron por qué Slayer son grandes y siguen siendo una locura en directo y es que sus riffs cayeron densos, robustos y sin piedad, uno tras otro; “Mandatory Suicide” nos recordó inevitablemente al bueno de Jeff (como también “South Of Heaven”) y remataron la jugada con “Dead Skin Mask” y las archiconocidas “Raining Blood” y “Angel Of Death” atronando con toda su mala leche. El único recordatorio a “World Painted Blood” fue “Hate Worldwide” y, como curiosidad quedó, “Fight Till Death” de su “Show No Mercy” y que agradezco que interpreten. King y Araya, al inicio de esta gira, prometieron algunas sorpresas recuperando algunas canciones y lo cierto es que no podemos quejarnos. Es verdad que ya no están Jeff o Dave pero Slayer siguen resultando un hueso duro de roer en directo para todas aquellas bandas que quieran salir al escenario después de su concierto.



Por nuestra parte, en The Temple Stage nos esperaba Ørjan Stedjeberg, más conocido como Hoest y su proyecto unipersonal. Teníamos ganas de encontrarnos con Taake tras su última visita en otoño a nuestro país y en el Hellfest nos resarcimos. “Striden Hus” (2014) sigue siendo, hasta la fecha, su último álbum pero abrió con la conocida “Nordbundet” de “Noregs Vaapen”, demostrándonos Hoest que salía a por todas y enlazó, sin descanso, con “Du ville ville Vestland” y Thurzur dejándose los brazos en la batería hasta que entraron los riffs de Aindiachaí y Gjermund. De nuevo a “Noregs Vaapen” con “Fra vadested til vaandesmed” y la rápida “Orm” de “Striden Hus”. Por mucho que Aindiachaí, Gjermund o Thurzur suden la camiseta, es Hoest quien atrae la miradas de todos y se concierte en el centro de atención y es que no parará de moverse en todo el concierto; bien increpando y provocando a las primeras filas con sus gestos y mirada o arengando a los que están situados a más distancia. Y, cómo no, tras “Umenneske” llegó “Myr” con su célebre banjo a cargo de Gjermund y es que siempre me resultará una mezcla curiosa la de un instrumento propio de la gran depresión norteamericana con el folklórico black metal de un tipo tan estrictamente noruego como Hoest. Para cerrar una actuación increíblemente coherente y robusta, “Nattestid Ser Porten Vid, Part I” de su debut de 1999; “Nattestid ser porten vid...” que sonó muy, muy épica gracias a los coros y el contraste de estos con la rasgadísima y ya rota voz de Hoest al final de su actuación, ya convertido en un animal salvaje…



¿Amon Amarth o Katatonia? Mientras que los suecos de Tumba han firmado un disco solidísimo como “Jomsviking”, los de Estocolmo, sin embargo, han dividido aún más a su crítica y público con “The Fall Of Hearts”. Sabiendo que Amon Amarth anunciarían fechas con Testament en nuestro país y conociéndonos de sobra para evitar a Katatonia en salas; decidimos darle una oportunidad a las canciones de éstos en un festival, a plena luz del día y no podíamos habernos equivocado más. Estrenaron “Serac” en directo y debería sentirme afortunado por ello pero no. Desde el primer segundo sentí que ni yo estaba en el sitio adecuado ni Katatonia están en su mejor momento cuando en directo, “Serac”, pierde todos sus matices del álbum y se convierte en una canción plomiza en la que las guitarras de Nyström y Öjersson se comen literalmente la voz de Renkse e incluso ese momento tan Tool del puente pierde toda su intimidad. Caso aparte es el de Renkse, desubicado, dubitativo, perdido y especialmente poco comunicativo, parecía incómodo ocultándose constantemente en su melena, dándose la vuelta y sin despegar la mirada del suelo. Veréis, no es la primera que veo a Katatonia en directo y conozco bien su música pero esta vez les sentí lejos, sin química con el público e interpretando unas canciones que se resienten en vivo. 


Recuperaron “Hypnone” de “Dead End Kings” y “Nephilim” de “Night Is the New Day”, como “Consternation” o “Deliberation” ambas del polémico “The Great Cold Distance” (2006), así como debutó en directo una aburridísima versión de “Serein”. Y digo aburridísima porque se siente frágil, le hace falta rodaje. Y, por desgracia, ningún tema anterior a “The Great Cold Distance” en el que volvieron a reincidir con “My Twin” y “July”, nada anterior a él; atrás quedaron completamente olvidados “Brave Murder Day” (1996), “Discouraged Ones” (1998) y, por supuesto, “Las Fair Deal Gone Down” (2001) e incluso “Viva Emptiness” (2003), algo incomprensible cuando uno es testigo del rescate de “Lethean” (de nuevo “Dead End Kings”) o “Forsarker” (“Night Is the New Day”) y, claro, “Old Heart Falls” con Renkse mirando los relojes de los laterales mientras el resto de la banda; el propio Nyström, Sandin u Öjersson y hasta Moilanen parecen ir a ralentí. Nunca creí que escribiría algo así pero Katatonia debería considerar seriamente el cambio de nombre o, como otras bandas, creerse que son un colectivo artístico en vez de un grupo y abandonar cualquier etiqueta que los relacione con el metal. Pero también es cierto que nunca creí que me aburriría tantísimo en un concierto suyo; al final, creo que elegí bien y dejé a Amon Amarth para disfrutarles en sala este otoño y no creo que vuelve a a darle la oportunidad a Renkse y compañía con la poca entrega y sangre que demostraron tener corriéndoles por las venas.



Había ganas de ver de nuevo a Megadeth; sé que no tengo justificación después de tantas veces y, lo peor aún; dos descalabros como “Th1rt3en” (2011) que no fue más que una colección de canciones para cumplir obligaciones contractuales con Roadrunner y así debe ser entendido y el mediocre “Super Collider” (2013) en el que la flamante unión con Chris Broderick que tuvo lugar allá por “Endgame” (2009) ya perdía fuelle tras cuatro años de gira y la inquietud de éste y Shawn Drover por crear su propia música protagonizando una de las desbandadas más patéticas y poco elegantes de los últimos años.

Mustaine es un artista muy particular al que es fácil criticar pero al que también hay que reconocerle sus méritos; tras ser expulsado de Metallica pocas personas habrían reunido el valor y la fuerza suficientes para sobrellevar todas sus adicciones y fantasmas personales y vender millones con su propia banda. Es verdad que con el tiempo su carácter se ha ido agriando más y es capaz de lo mejor y lo peor (tanto artísticamente hablando como en su trato con los medios y los seguidores) pero si alguien me da a elegir entre un imprevisible Mustaine con todo su humor caústico y, por ejemplo, cualquiera de los niños de Bring Me The Horizon paseándose por la zona de prensa como si fuesen Kiss o, tal y como señalábamos en el día anterior, Matt Tuck de Bullet For My Valentine a la caza y captura de sus propios fans, desde luego prefiero a Mustaine.

Y también hay que ser justos y admitir que “Dystopia” es su mejor disco desde el citado “Endgame” (2009) en una discografía que ha tenido demasiados vaivenes y que haber reclutado a Kiko Loureiro ha sido lo más inteligente que ha podido hacer Mustaine en los últimos años (esperemos que el guitarrista le dure mucho tiempo a su lado) como no tan acertada la decisión de fichar a Chris Adler en plena carrera ascendente con Lamb Of God y creer que iba a ser capaz de convencerle de abandonar su propia banda para tocar en Megadeth…

Mustaine ya dio muestras de su humor en la rueda de prensa (esas ruedas de prensa en las que debería estar prohíbido el acceso a todos aquellos que hacen siempre las mismas preguntas y con las que uno tiene ganas de vomitar; ¿qué consejo le darías a un músico que empieza? ¿qué opinas de la piratería? ¿por qué sacáis los discos en tantos formatos y ediciones?. No puedo creerme que a nadie se le ocurriesen más preguntas mínimamente inteligentes o mordaces a un personaje público de la talla de Dave Mustaine con una carrera tan repleta de cotilleos, dímes y diretes. El clímax de la rueda de prensa fue cuando un medio marroquí le preguntó si tenía pensado tocar en su país y ante la negativa de Megadeth, el periodista respondió que Metallica seguro que accedería ante la cara de pocos amigos de Mustaine y, por supuesto, su menosprecio.

Desde la rueda de prensa, todos entendimos de nuevo (por si a alguien se le había olvidado) que Megadeth es Mustaine y es que ni Ellefson, Loureiro o Verbeuren se atrevían a responder sin antes buscar el gesto de aprobación de su jefe y cuando lo hacían les preocupaba más la reacción de éste que la del periodista. Al margen de todo esto, Mustaine fue amable y todo lo accesible que se puede esperar de él, acercándose a conocer a todos sus fans, firmar autógrafos y hacerse fotos con todo aquel que quisiera conocerle; todo un logro para alguien que suele esquivar a la gente y cuya fama le precede.

En directo, pudimos comprobar lo bien que les ha sentado a Ellefson y Mustaine la incorporación de Verbeuren (todavía poco suelto en su papel en Megadeth, nada que objetar a su fuerte pegada) y, lo más importante, Kiko Loureiro que es el auténtico responsable del cambio en Mustaine y la banda. Al brasileño da gusto verle sobre un escenario; no sólo por su virtuosismo y el poco esfuerzo que le cuesta sacar a relucir toda su genialidad sino porque ejerce de catalizador del propio Mustaine y es sorprendente ver cómo éste se acerca sonriendo a Kiko y disfruta tocando la guitarra de nuevo. Recuerdo haberles visto en la gira de “Super Collider” y aquello era un esperpento, pura desgana con Mustaine paseando por el escenario mientras Broderick rara vez participaba o interactuaba con él.

Comenzaron con “Hangar 18” y me sorprendió lo rápida que sonó y que Mustaine se encargase él mismo de los solos principales, creí que vería lo mismo que hace unos años y sería Kiko pero no, me recordó a cuando vi a Mustaine con Friedman y ambos se repartían las tareas a las seis cuerdas. Tampoco mentiré, no es la mejor interpretación que he escuchado pero a Mustaine le vi sonreir, disfrutar y nos lo transmitió a todos. “The Threat is Real” es mucho más macarra en directo que en estudio, suena más acelerada y contundente y la voz de Mustaine encaja mucho mejor en los nuevos temas por lo que la disfruté también y el resto del festival hizo lo propio ante la mirada satisfecha de Dave.



El recuerdo a Nick Menza vino con la dedicación de “Tornado Of Souls” que tocaron íntegra, sin cortes en sus solos y con Mustaine clavándolos junto a Kiko, sin queja tampoco, como ese trallazo que fue “She-Wolf” y que sigue siendo tan pegadiza como siempre. Decepcionantes fueron “Post American World” que, al contrario que “The Threat is Real”, no termina de convencer y, por supuesto “Poisonous Shadows” que en directo suena demasiado lenta y farragosa, un horror que se hace interminable y resulta mucho más liviana en disco. No faltaron “Sweating Bullets” entre medias o la famosísima “Trust” que, aunque ambas acusan cierto desgaste, es innegable que la gente todavía las disfruta y pide. 

“Dystopia” me gustó bastante más que las dos anteriores del álbum, sonó muy melódica y de nuevo vi a Ellefson, Mustaine y Kiko pasándolo bien interpretándola y al público siguiéndola. Estando en Francia, era obligada “A Tout Le Monde”, por supuesto, y una última concesión a “Dystopia” con “Fatal Illusion” antes de acabar apostando a caballo ganador con “Symphony Of Destruction”, “Peace Sells” y “Holy Wars... The Punishment Due” que nos demostraron que Mustaine es un experto en volver a la vida cuando nadie apuesta por él. No estoy afirmando que esta sea la mejor versión de Megadeth y que Mustaine no vuelva a equivocarse en el futuro o incomprensiblemente perder a un músico como Kiko Loureiro, tan sólo que es su reencarnación más digna de los últimos años y eso ya es bastante.

Pero más sorprendente es lo muchísimo que está creciendo Ghost. Ya fuimos testigos de su puesta de largo en la anterior gira en el escenario principal del festival francés y, aunque en España todavía llenan salas; en el resto de Europa se vive un fanatismo especial por la banda. En el Hellfest había cientos de camisetas, gente maquillada o con máscaras y su concierto congregó a miles de personas que querían ser testigos de cómo sonarían las canciones de “Meliora”. “Spirit” abrió de manera majestuosa; es verdad que la música de los suecos poco o nada tiene que ver con el metal y sí con el famoso shock rock pero lo que hace grandes a Ghost no es su potencia sino sus melodías: no fue raro ver a niños, adolescentes, treintañeros y padres cantando sus canciones.

“From the Pinnacle to the Pit” es una de mis favoritas de “Meliora” con ese riff grueso igual que “Body And Blood” de “Infestissumam” que es tan dulzona que es un puro chicle y se pega como tal en directo. Reconozco que Ghost tienen todos los ingredientes que podría criticar en otras bandas pero también todos esos que amo en algunas de los setenta y, por supuesto, la imagen y estética tan cuidados. Tras “Devil Church” llegó el momento de “Cirice”, una de las más seguidas por todo el público, con ese magnífico riff y esos puentes tan melancólicos. Por supuesto, no faltó “He Is”, otro de esos momentos brillantes tan pop a los que nos tienen acostumbrados o la comunión absoluta con “Absolution” y la sólida “Mummy Dust” o el final con “Monstrance Clock” con todo un coro de niños cantándola y fuegos artificiales para cerrar una actuación en la que no faltaron las “Hermanas del pecado” (Sisters Of Sin) repartiendo preservativos tras la apropiada charla de Emeritus III sobre el sexo y la masturbación o una explosión con billetes y la efigie del Papa en ellos. No fueron los mejores ni los más potentes pero Ghost tienen magia y no se trata de unas máscaras o un poco de maquillaje, es que se lo trabajan y derrochan ganas, además de componer magníficas melodías, que nadie se extrañe de sus ventas…

Pero el plato fuerte, para mí, tras un festival repleto de grandes momentos, era ver de nuevo a Black Sabbath en su gira de despedida. Y sí, me siento muy afortunado de haberles podido ver en tres ocasiones en los últimos años, haberles saludado y comprobar el magnífico estado en el que se conservan y la dignidad que todavía derrochan Iommi y Geezer o comprobar que, numeritos aparte, Ozzy sigue trabajándose los directos con un repertorio inmortal.

¿Qué pega voy a poner a tener a los tres a pocos metros de mí? Comenzaron con la homónima, “Black Sabbath”, que fue capaz de transportarnos a su primer álbum y que sigue sonando lúgubre y transmite la misma intranquilidad de siempre, es una canción verdaderamente mágica con Ozzy lamentándonse o riendo mientras ve a esa figura vestida de negro, el trotón cambio de ritmo nos muestra la pericia de Iommi que todavía, pese a la edad y la enfermedad, como Lemmy; se resiste a abandonar este mundo si no es a lomos de su banda, sobre un escenario.



“Fairies Wear Boots” sonó genial, setentera y con Tommy Clufetos perfectamente integrado (supliendo a Ward tras los parches) mientras Geezer y Tony tejen su melodía y Ozzy se aferra al micrófono para cantarla. El repertorio, bastante diferente respecto al de las dos giras anteriores que he podido presenciar, se basa en las canciones que a ellos les gusta interpretar y a los fans escuchar, por lo que no hay ni rastro del notable “13” (2013). “After Forever” perfectamente hilvanada con “Into The Void” nos llevan a esa obra maestra que es “Master of Reality” como “Snowblind” (que disfruto muchísimo en vivo) al oscuro “Vol 4” pero, claro, es lógico que sea “War Pigs” la que vuelva loco a todo el mundo y atraiga las miradas de todo el Hellfest; el escenario se tiñe de luces rojizas, suenan las sirenas e Iommi descarga su famosísimo riff mientras Ozzy pide palmas y allí nos dejamos las manos todos hasta que grita el célebre: “Oh lord yeah!”



Tras la introducción, suena “Behind The Wall Of Sleep” de su primer álbum del que también interpretan una de mis favoritas “N.I.B.” tras otra introducción, esta vez de Geezer; “Bassically”. No es sólo una de mis canciones preferidas de su repertorio, es que en “N.I.B.” Ozzy ya estaba caliente y la voz mejoró sustancialmente. Tras “Rat Salad” llegó el momento del solo de Clufetos que no ha cambiado respecto a anteriores giras pero sigue siendo impresionante de ver y, por mucho que me duela, no eché de menos a Ward ni en éste ni en ninguno de los conciertos anteriores…

La sorpresa del repertorio es “Dirty Women” de su infravalorado “Technical Ecstasy” y que obviamente no fue tan seguidia hasta que no sonó ese riff que parece un latido y pertenece a “Children Of The Grave” y volvió a incendiar todo el festival con un muro de calaveras tras nuestros protagonistas o ese final de traca que sigue siendo “Paranoid” y que es capaz de poner en pie a todo el mundo. Mientras sonaba “Zeitgeist” a modo de despedida, Ozzy, Geezer e Iommi se abrazan y cuesta pensar que será la última vez que les veamos, que van en serio y Black Sabbath se acaba para no volver nunca más, por lo menos, en directo. Una de las bandas más importantes de mi vida…



Pero todavía quedaba una última carta y era ser testigos de la interpretación del mítico “Abigail” de 1987 a cargo de King Diamond; un músico con una garganta prodigiosa y una oportunidad única. Con Andy La Rocque, Pontus Egberg y Matt Thompson, Kim Bendix Petersen (más conocido como King Diamond) entró en un escenario fastuosamente decorado para la ocasión y nos dio la bienvenida con “Welcome Home” y esos imposibles agudos tan propios suyos. Ver a King Diamond en directo es jodidamente mágico todavía y no sólo por su decorado sino por la energía que le imprime a su propio espectáculo. “Sleepless Nights” o “Halloween” convirtieron la noche francesa en una de difuntos y para rematar, “Melissa” sonando magníficamente bien (¡qué guitarras!) o “Come To The Sabbath”, ambas de Mercyful Fate.

Llegó el momento de “Abigail”, la historia de esa macabra niña que terminará por cobrarse su venganza y matar a su padre (a través de Miriam) y terminar devorando a su propia madre hasta ser enterrada en un ataúd con clavos de plata. “Arrival” fue un comienzo épico, como siniestra “A Mansion In Darkness” o bonita “The 7th Day of July 1777”. Entiendo que para llegar a King Diamond hay que hacer el esfuerzo y superar esa voz que a muchos no les gusta por lo excesivo de ésta como empaparse de sus historias si uno quiere disfrutar mínimamente de la narración pero, a cambio, la recompensa es enorme: “Abigail” y “Black Horsemen” cerraban el disco y una actuación en la que, de nuevo, sentimos el privilegio de ser testigos de la interpretación íntegra de un álbum histórico que, a día de hoy, sigue conservando toda su esencia y con el que nos despedíamos agotados, pero satisfechos, de una nueva edición de, como muchos ya aseguran; el mejor festival de toda Europa y razón no les falta… ¡Gracias Hellfest!


© 2016 Jim Tonic y Albert Gràcia
Fotos de © Chris Bubinas
Foto de Ozzy © OZIRITH