Hace poco, pasé por una de mis famosas ‘fases Katatonia’ en las que, cada cierto tiempo, me sumerjo y escucho toda su discografía, como si no hubiese un mañana y sólo existiese la banda de Renkse en el mundo. Es algo que me suele ocurrir muy a menudo y es que en mi dieta musical, paso por períodos de obsesión por una u otra banda que, durante esas fiebres, se me antoja indispensable para vivir. Quizá sea por eso que, tras ser testigo una vez más de la evolución desde sus inicios en los años noventa, y su cambio de un sonido death-doom hacia un estilo más atmosférico y emocional, me sienta especialmente crítico con este, su decimotercer álbum, "Nightmares as Extensions of the Waking State" (2025), editado por Napalm Records, que representa una continuación lógica de su predecesor "Sky Void of Stars" (2023), manteniendo la esencia de un grupo que no busca complacer a los nostálgicos como yo, sino explorar su propia visión. La salida de Anders Nyström y Roger Öjersson, figuras clave en la historia de la banda, podría haber alterado su rumbo, pero Renkse, junto a los nuevos guitarristas, Nico Elgstrand y Sebastian Svalland, mantiene firme el timón, lo que me lleva a pensar que él es el único responsable de los últimos años de Katatonia, con sus aciertos pero también sus errores . La producción, a cargo del propio Renkse, con grabaciones de Lawrence Mackrory y mezcla de Adam Noble, ofrece un sonido pulido que resalta el habitual contraste entre intensidad y quietud, aunque semejante truco de magia ya no logre sorprender como sí ocurría hace años. Y es que este trabajo, sin ser un punto de inflexión en su carrera, reafirma la capacidad de Katatonia para conjugar melancolía y peso sonoro, pero también cae en fórmulas predecibles que limitan su impacto. La incorporación de elementos como coros y teclados, junto a la bonita y evocadora voz de Renkse, mantiene la atmósfera característica del grupo, pero no siempre alcanza la profundidad emocional de sus obras más icónicas como "Brave Murder Day" (1996) o "Viva Emptiness" (2003).
"Nightmares as Extensions of the Waking State" (2025) presenta una mezcla de dinamismo y reflexión, con momentos que brillan por su ejecución, aunque no todos los temas logren destacar individualmente. La canción inicial, "Thrice", abre con una explosión de batería a cargo de Daniel Moilanen, que da paso a un tema robusto y con la clara intención de convertirse en una especie de himno, evocando la intensidad de trabajos anteriores, pero con un enfoque más contemporáneo gracias a los arreglos de Elgstrand y Svalland. Por su parte, "Lilac", el primer sencillo, destaca por sus versos serpenteantes y una melodía que, aunque reminiscente de los Katatonia de siempre, se siente fresca y con la magia suficiente como para convertirse un pilar en su próxima gira. "Temporal", otro punto alto, equilibra fragilidad y fuerza, con intensos versos que culminan en un coro emocionalmente cargado, mostrando la habilidad de Renkse para tejer paisajes sonoros capaces de atrapar al oyente, aunque sea un viejo amigo habitual de la banda y no tenga la inocencia de las nuevas audiencias. Sin embargo, composiciones como como "Departure Trails" y "Warden" tienden a diluirse en una fórmula repetitiva, con estructuras que, aunque bien ejecutadas (faltaría más), no aportan nada al conjunto. "Wind of no Change", con su uso de texturas electrónicas y coros, intenta llevarnos a ambientes ceremoniales, pero no siempre logra la trascendencia que promete. Más interesante es "Efter Solen", cantada en sueco, que con su instrumentación minimalista rinde homenaje al ethos de la banda, evocando ecos literarios de Jonas Eika. Finalmente, "The Light Which I Bleed" resalta el talento de Moilanen en la batería, con un ritmo que alterna sutileza y groove, apoyado por una producción natural grabada en una iglesia. Aunque el álbum tiene momentos inspirados, la segunda mitad pierde algo de fuelle, repitiendo patrones que restan frescura.
Así, "Nightmares as Extensions of the Waking State" (2025) es un esfuerzo sólido que refleja la comodidad de Jonas Renkse con la dirección actual de Katatonia, pero no logra posicionarse como uno de sus mejores trabajos. La banda, completada por Niklas Sandin en el bajo y los nuevos guitarristas, mantiene su capacidad para evocar paisajes sonoros de belleza sombría, pero la falta de riesgo puede decepcionar a quienes esperaban un giro más audaz tras la salida de Nyström o, por lo menos, adivinar si era culpa de uno u otro el callejón creativo sin salida en el que Katatonia parecían haberse metido. Canciones como "Thrice", "Lilac" y "Temporal" muestran destellos de la genialidad que ha convertido a la banda en un referente, pero la uniformidad de algunos temas y la dependencia en fórmulas conocidas impiden que el álbum alcance la grandeza de clásicos como "Discouraged Ones" (1998) o "Last Fair Deal Gone Down" (2001). A pesar de esto, la calidad técnica, con un trabajo impecable de Robin Schmidt, y la coherencia estilística aseguran el éxito de un álbum que parece confeccionado como una receta. Para los seguidores de última hornada este álbum ofrece lo que esperan: melancolía progresiva bien elaborada, aunque no exenta de cierta previsibilidad. Para quienes anhelan un retorno a la crudeza de sus orígenes o, por lo menos, mitad y mitad y una reinvención más radical, "Nightmares as Extensions of the Waking State" (2025) es tan efectivo como previsible, un paso sobreseguro que no suma pero tampoco espanta.
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