Recuerdo perfectamente, como si fuese ayer, cuando escuché por primera vez a los Manics, corría el año 94 y a “The Holy Bible” le sentaban como un guante aquellos años de desencanto que la Generación X supimos aguantar tan bien y los medios vendieron como parte de nuestro ser. Después llegó "Everything Must Go" (1996) y, a pesar de ser un gran álbum y el espaldarazo que fue la preciosa "A Design for Life", los Manics entraron en un terreno complaciente. “This Is My Truth Tell Me Yours” (1998) era intenso pero excesivamente blando por momentos y las letras confirmaron que el espíritu contestatario de los primeros años y el cambio de timón las había vuelto panfletarias, hasta los caminos comunes en los que parecen haberse afincado hasta ahora. James Dean Bradfield, Nicky Wire y Sean Moore, tienen talento a espuertas, llevan casi cuarenta años desafiando convenciones con su música comprometida y su evolución constante, es verdad, pero da la sensación de que, a pesar de su más que probada solvencia en estudio y la apuesta segura que son en directo, los focos hace mucho que dejaron de seguir sus pasos y tampoco pasa nada. Su decimoquinto trabajo, “Critical Thinking” (2025), publicado en febrero, se presenta como una piedrás más que sumar a su prolífica carrera, fusionando melodías pegadizas con aspiraciones a la grandeza y reflexiones sobre la sociedad actual. Lógicamente, no llega al nivel de obras maestras como “The Holy Bible” (1994) o “Everything Must Go” (1996), pero mantienen la vigencia, alternando su clásico rock de para todos los públicos con experimentos más arriesgados; el capitalismo desmedido y la decadencia política, son algunos de los temas en los que los Manics intentan poner el dedo en la llagar, aunque algunos de sus versos no terminen de convencer.
"Critical Thinking" es un tema de new wave con un toque oscuro que evoca a INXS en sus buenos momentos. Nicky Wire toma la voz principal y recita con ironía frases trilladas sobre el mundo moderno, como “síndrome del impostor” o “vive tu verdad”, para cerrar con un grito liberador. Sin embargo, aunque comparta su visión, otras expresiones como “puertos libres” o “torres de falsedades” parecen algo forzadas e incluso infantiles, como si Bradfield y Wire intentaran abarcar demasiado en una sola canción o se hubiesen quedado sin ideas y forzado la ironía. Por otro lado, "Decline and Fall" apuesta por un rock más tradicional, con piano y una intensidad que recuerda a “This Is My Truth Tell Me Yours”(1998). La letra, que medita sobre un mundo “que ya no da más de sí”, se beneficia de la producción impecable y la entrega apasionada de James Dean Bradfield, como siempre. "Hiding in Plain Sight", con Wire nuevamente al frente, ofrece un pop-rock pegadizo que podría resonar en grandes festivales, recordando a “Generation Terrorists” (1992). En cambio, "People Ruin Paintings" sorprende con una estructura menos convencional y un ritmo bailable, mientras que "Late Day Peaks" explora influencias del pop japonés, un giro inesperado que, aunque intrigante, no encaja del todo en el álbum y no me hace perder el sueño. Canciones como "One Man Militia", inspirada en el funeral de la reina Isabel II, caen en un tono excesivamente artificial y pretenciosa con frases como “doctrina inflexible”, lo que resta fuerza emocional. Más conmovedora es "Dear Stephen", una balada introspectiva que evoca un recuerdo personal de Wire con Morrissey, destacando por su delicadeza y conexión emocional, mostrando que los Manics son más efectivos cuando priorizan lo íntimo sobre lo público.
A pesar de sus altibajos, “Critical Thinking” (2025) confirma que Manic Street Preachers sigue siendo una fuerza relevante en un panorama musical que a menudo valora más la novedad por encima de la constancia. Sean Moore brinda una base rítmica sólida, la banda entrega momentos memorables, como los coros de "Brush Strokes of Reunion", perfectos para ser coreados por multitudes. Sin embargo, el disco carece de la cohesión de trabajos previos como “Futurology”(2014) o “The Ultra Vivid Lament” (2021), y algunas letras resultan demasiado pueriles, sacrificando sutileza por claridad. En definitiva, “Critical Thinking” (2025) es un disco que, aunque no alcanza la genialidad de sus mejores obras, mantiene encendida la llama de una banda que aún tiene mensajes que transmitir, incluso cuando no encuentran el modo más preciso de hacerlo, pero sienten la eterna manía de querer dar voz a quienes ya sólo les interesan selfies y mamonadas. Será cosa del nombre...
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