Me sorprende la repercusión que ha tenido Orbit Culture en los últimos años, cuando siempre que los he visto, me da la sensación de que la banda que escucho en estudio no es la misma banda que veo en directo. Alcanzaron un pico notable en "Descent" (2023), un disco que, pese a sus virtudes en la construcción de riffs letales y atmósferas opresivas, se vio lastrado por una mezcla asfixiante que lo relegaba a un territorio francamente olvidable. Previamente, "Nija" (2020) había explorado la oscuridad con mayor acierto, aunque también bajo una producción claustrofóbica que, en retrospectiva, anticipaba las tensiones que este cuarteto ha enfrentado al equilibrar ambición y claridad. Ahora, con "Death Above Life" (2025), la banda liderada por el guitarrista y vocalista Niklas Karlsson presenta una evolución que, si bien mantiene la esencia de su sonido —un amor declarado por el thrash primigenio de Metallica y los paisajes cinematográficos de compositores como Hans Zimmer y Howard Shore—, introduce ajustes en la producción a cargo del multiinstrumentista Buster Odeholm de Humanity’s Last Breath. Optando por un enfoque que canaliza su exceso de ideas en estructuras más variadas, incorporando influencias de djent y metalcore para aliviar la densidad que menciono. Sin embargo, la prominencia de las voces limpias de Karlsson, con su timbre grave inspirado en Hetfield pero imperfecto en su ejecución, emerge como un elemento discordante que no funciona en muchas canciones. La instrumentación, con riffs entrecortados y breakdowns, conserva la brutalidad característica, pero la mezcla, aunque mejorada en términos de respiración musical, sigue pecando de sobrecarga, lo que diluye el impacto de sus progresiones armónicas y ominosas texturas ambientales. En este contexto, Orbit Culture demuestran una madurez en la gestión emocional —colisiones de furia, melancolía y desesperación que evocan a los mejores Soilwork en sus etapas iniciales—, pero el resultado es un trabajo sólido más que revelador, que avanza sin revolucionar el repertorio previo de la banda. La inclusión de solos ascendentes y sintetizadores sutiles añade profundidad, reflejando un respeto por la narrativa, aunque la repetición en las estructuras y la longitud extendida de ciertas canciones genera más fatiga que satisfacción. Así, "Death Above Life" (2025) se posiciona como un disco de transición en la discografía de estos suecos, reafirmando su reputación en el metal extremo, pero sin alcanzar la trascendencia que su potencial sugiere.
La estructura de "Death Above Life" (2025) se desenvuelve en una secuencia que alterna entre la accesibilidad thrash y la ferocidad del death, revelando tanto fortalezas como inconsistencias en la visión compositiva de Orbit Culture. Temas como "Inferna" y "The Tales of War" inauguran el disco con coros que contrastan con riffs djenty, donde la voz limpia de Niklas Karlsson busca anclarse en un territorio melódico ya conocido, aunque su protagonismo genera desequilibrio. Esta dualidad vocal —melódicas versus rugidos guturales— impregna pistas como "Into the Waves" y "The Path I Walk", donde las progresiones evocan un thrash melancólico con influencias de As I Lay Dying en sus primeros momentos. En el aspecto más pesado, "Hydra" y "Neural Collapse" despliegan breakdowns que ofrecen un respiro necesario en medio de la densidad, con texturas ambientales que amplifican el mensaje del álbum, aunque las voces melódicas aquí funcionan como algo secundario, mejor integrado pero aún susceptible de interrumpir el clímax brutal. "Inside the Waves", por ejemplo, alarga esta fórmula con un desarrollo prolongado que, pese a sus guitarras y riffs galopantes, peca de prolijidad, recordando cómo la banda prioriza la intensidad sobre la concisión.
Hacia el núcleo del álbum, "Nerve" incorpora elementos metalcore en sus breakdown rítmicas, con un enfoque en la desesperación que Karlsson articula mediante variaciones vocales, pero la mezcla acentúa las fisuras. El broche llega con "The Storm", cuyo riff suena sospechosamente parecido a "The Sound of Truth" de As I Lay Dying, un guiño que subraya la nostalgia thrash del grupo, aunque su tempo vertiginoso y brutalidad no logran eclipsar la similitud. Por último, canciones como "Bloodhound" y el homónimo "Death Above Life" son las cimas del álbum, desprovistas de voces melódicas para priorizar ritmos más cercanos al nu metal, claramente reminiscentes de Slipknot.
En conjunto, sus canciones ilustran la versatilidad de Orbit Culture, pero la inclusión errática de partes melódicas y la duración excesiva generan un álbum que, si bien posee riffs de primera línea y voces feroces, se ve mermado por una ejecución vocal que agota desde el principio. Cabe reconocer también que Orbit Culture han sabido forjarse un lugar encomiable en el metal, en un territorio donde su respeto por la emoción cinematográfica y la brutalidad extrema genera momentos de genuina catarsis. La producción, un paso adelante respecto a la opresión de "Descent" (2023), permite que las ideas de la banda respiren con mayor libertad, y las actuaciones instrumentales —particularmente los solos climáticos y las progresiones que hacen chocar furia y melancolía— atestiguan una composición que honra sus influencias sin caer en la mera imitación. Es un lanzamiento sólido, merecedor de atención para quienes valoran la fusión de géneros, pero lejos de la excelencia que "Descent" (2023) casi rozó en sus mejores momentos. "Death Above Life" (2025) permanece en un limbo tibio, afirmando su estatus, pero sin trascenderlo…
© 2025 Lord Of Metal







