Crítica: Despised Icon “Shadow Work”

Despised Icon, el sexteto de Montreal formado por Alex Erian, Steve Marois, Eric Jarrin, Ben Landreville, Sebastien Plamondon y Alex Pelletier, se erigen como la realeza no oficial del deathcore sin necesidad de alardear. Su humildad canadiense les impide presumir, pero nadie puede discutir su trono. Mientras otras bandas persiguen producciones grandilocuentes y éxitos virales, o la putísima manía de meter con calzador orquestaciones enlatadas, Despised Icon mantienen una solidez inquebrantable y credenciales irreprochables. Desde sus clásicos iniciales como "The Healing Process" (2005) hasta los recientes torpedos como "Beast" (2016) o "Purgatory" (2019), han demostrado pureza de intención y resistencia ante la pereza estilística que, a menudo, se achaca al subgénero. No han conquistado el mundo, pero parece que tampoco les interesa; prefieren una relación distante con la fama. Mientras sus discípulos corren tras la gloria, los canadienses siguen adelante porque la brutalidad extrema no necesita caricias del mainstream. Su séptimo álbum, “Shadow Work” (2025), va dirigido a los puristas, a los que llevan toda la vida en esto y a cualquiera que busque metal extremo en su forma más cruda y sin diluir. ¿Deathcore? ¿Qué más da? Esto es metal.

En “Shadow Work” (2025), Despised Icon despliegan su potencia como los profesionales implacables que siempre han sido. Quienes hayan seguido al grupo durante las últimas dos décadas se sentirán en ese terreno visceral ya conocido, pero con una fuerza sónica y una producción intuitiva que eclipsan sus primeros lanzamientos. “Shadow Work” (2025) suena espectacular: brutal, pesado, enfocado y libre de trucos baratos. Lo fundamental es que siguen siendo los mejores compositores que el deathcore ha producido. Como indicaba líneas más arriba; sin adornos orquestales ni extravagancias sinfónicas, del arranque impactante al final implacable, “Shadow Work” (2025) sólo quiere golpear en el pecho a los seguidores de toda la vida. La canción homónima abre con agilidad, imprevisibilidad y una ferocidad admirable, resumiendo la carrera de Despised Icon, con originalidad y vitalidad fluyendo por sus venas creativas. El single reciente, "Over My Dead Body" es una joya: avanza eufórico sobre grooves colosales, con blasts feroces y breakdowns despiadados como receta estándar de los canadienses, vibrando con energía. Mientras que "Death Of An Artist" se aventura más, con aportes atmosféricos que contrarrestan la salvajada con precisión y riffs que cortan con una intensidad propia del death metal más brutal. "Corpse Pose" es un torbellino de furia, cargado de coros grupales y riffs blindados, candidato seguro a favorita en directo, con actitud gruñona, breakdowns malvados y una deuda evidente con Cannibal Corpse o Suffocation, casi nada. El ataque vocal dual de Alex Erian y Steve Marois alcanza cotas de potencia y locura inéditas; en "The Apparition", su química escupiendo veneno es todo un placer para cualquier amante de las emociones fuertes. Repleta de ecos black metal y dinámicas mortales, equilibra caos y control mientras Despised Icon aceleran a velocidades demenciales y machacan a medio tiempo hasta un breakdown casi cómico de lo exagerado que resulta, pero resulta allá donde otras bandas más cínicas evitarían estas recetas clásicas tan bien servidas, justo donde la autenticidad impregna todo lo que hacen: desde el grind a cámara lenta que convierte a "Reaper" en una emboscada hasta los arreglos que te introducen en el torbellino dark metal de "In Memoriam".

El resto pasa de la misma manera vibrante; "Omen Of Misfortune" es esquizofrénica, furiosa y salvaje; "Obsessive Compulsive Disaster" absurdamente veloz, anclada en diferentes cambios de tempo y coros demenciales, siendo el tema más salvaje de Despised Icon desde "Bad Vibes", mientras que "ContreCoeur", de menos de dos minutos, equivale a un navajazo sónico. Cerrando con "Fallen Ones": un motín sombrío y duro como el acero de riffs, guturales, guitarra española incluida (que, sorprendentemente, encaja a la perfección) y retorcidas dinámicas death metal que ridiculizan la idea de que el deathcore sea unidimensional por diseño, disgustándome únicamente el ‘fade out’ de producción para acabar semejante bestia de álbum en su última canción. “Shadow Work” (2025) demuestra que el género ha superado cualquier reserva que los detractores pudieran tener hace veinte años. Despised Icon siguen reinando y este álbum no solo consolida su legado, sino que lo expande con una maestría que inspira admiración absoluta; cada nota, cada blast, cada breakdown resuena con la pasión inquebrantable de quienes viven por y para el metal extremo.


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