The Devil Wears Prada se formaron en 2005 en Dayton, Ohio, y desde entonces han sido una banda clave en el metalcore, con lanzamientos que han marcado el post-hardcore. Su debut, "Dear Love: A Beautiful Discord" (2006), sentó las bases, y casi dos décadas después, siguen produciendo material que se mantiene en la vanguardia, pero sin grandes riesgos y abusando del azúcar. "Flowers" (2025) aborda temas como el duelo, las dificultades diarias y la recuperación, envueltos en un formato que intenta ser innovador, aunque no siempre lo logra del todo, siendo un esfuerzo sólido, pero sin llegar a revolucionar nada; más bien, repitiendo fórmulas conocidas con toques ocasionales de frescura que no terminan de destacar. Por otro lado, es justo decir que la producción es limpia, los arreglos están bien ejecutados, pero el conjunto se siente predecible en un panorama donde otras bandas como Bad Omens o Sleep Token están explorando terrenos más audaces, mientras The Devil Wears Prada se deciden a arrancar su último esfuerzo con el sampleado de una voz femenina, seguida de un interludio suave de piano y cuerdas, algo que no encaja del todo con el estilo post-hardcore habitual de la banda, pero que al menos intenta variar el tono del álbum desde su comienzo.
"Where the Flowers Never Grow" regresa al sonido clásico de The Devil Wears Prada, con los gritos agudos de Hranica dominando sobre guitarras masivas, ritmos frenéticos y un enfoque que mezcla su agresividad con melodías. No es nada nuevo, solo una ejecución correcta que recuerda a sus inicios, sin agregar capas que eleven la canción por encima de lo estándar. Mientras que "Everybody Knows", "So Low" y "Ritual", mantienen esa línea tradicional: instrumentales explosivos, voces a dúo que atacan desde dos frentes, riffs aplastantes y texturas que llenan el espacio, pero sin momentos que queden grabados en la memoria. Es metalcore puro, con DePoyster y Sipress en las guitarras manejando bien la intensidad, y Capolupo en la batería manteniendo el pulso constante, aunque todo se siente repetitivo, como si la banda estuviera cumpliendo con “el manual del metalcoreta” en lugar de reescribirlo. "For You" es un single orientado al streaming que adopta un medio tempo melódico y un hard rock sin gancho, el tipo de tema que podría colarse en cualquier lista pero que, honestamente, no brilla; es accesible, pero carece de la pegada emocional que lo haría de verdad inolvidable. "The Sky Behind the Rain" sorprende como un experimento, con sampleados hablados que intentan darle profundidad al álbum, aunque el resultado resulta más curioso que conmovedor. Al igual que "Wave" es una balada supuestamente honesta donde Hranica parece abrirse emocionalmente, mostrando vulnerabilidad en una estructura minimalista que funciona como respiro, pero no alcanza el clímax catártico que una banda de su calibre podría entregar o el cierre con “My Paradise” apesta a dramón adolescente en unos músicos que ya peinan canas, sonando poco convincente.
Después de dos décadas en la escena, The Devil Wears Prada sigue siendo una fuerza estable en el metalcore, demostrando en "Flowers" (2025) que pretenden avanzar, aunque esta evolución sea más un ajuste que un salto, cuando mezclan composiciones tradicionales para contentar a los seguidores de siempre con experimentos que refrescan el álbum, pero el resultado termina siendo tibio, sin comprometerse del todo ni con lo radical ni con lo convencional. "Flowers" (2025) no es su mejor trabajo y ellos lo deben saber, es sólo un capítulo más en una discografía que mantiene el barco a flote; se escucha bien una vez, quizás dos, pero no genera la urgencia de querer volver a escucharlo frecuentemente; es sólido en ejecución, con músicos que saben su oficio –Hranica en la voz, DePoyster y Sipress en riffs precisos, Gering en texturas y Capolupo tras los parches–, pero flojo en su impacto emocional. La banda parece querer cerrar el ciclo de sus últimos discos con dignidad, aunque sea sin fuegos artificiales…
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