Crítica: Amorphis "Borderland"

Desde que descubrí a Amorphis hace décadas, su música ha sido lo más parecido a un faro en el vasto océano del metal progresivo y melódico. Desde su debut, con "Tales from the Thousand Lakes" (1994), un disco que tejía mitos finlandeses con riffs furiosos y atmósferas etéreas, Amorphis han sabido capturar una esencia mágica que aún hoy me transporta a paisajes nórdicos. Aquel álbum no solo definió su sonido inicial, sino que estableció un legado de evolución constante: de las raíces death metal en "The Karelian Isthmus" (1992) a experimentos más accesibles en "Elegy" (1996), pasando por el renacimiento con la llegada de Tomi Joutsen en "Eclipse" (2006). Su voz, un híbrido perfecto entre la emotividad y los growls más profundos del metal, inyectó nueva vitalidad al grupo, culminando en una trilogía inolvidable: "Eclipse" (2006), "Silent Waters" (2007) y "Skyforger" (2009), que muchos consideramos picos insuperables del género. Aunque los años posteriores trajeron altibajos —discos como "The Beginning of Times" (2011) o "Under the Blacklight" (2013) mantuvieron la llama, pero con menos intensidad—, Amorphis nunca ha defraudado del todo y los últimos años me han sabido especialmente dulces, como muestra este "Borderland" (2025), un álbum que no sólo honra su propio legado, sino que lo expande con frescura y pasión, recordándonos por qué Amorphis sigue siendo una fuerza imparable en el metal contemporáneo. 

En "Borderland" (2025), Amorphis despliega un arsenal de composiciones que equilibran la tradición con elementos innovadores, comenzando por el clímax emocional que es "Dancing Shadow", un tema que captura a la perfección la magia pura del grupo. Aquí, las guitarras relucientes de Esa Holopainen y Tomi Koivusaari bailan como sombras en una noche de luna llena, entrelazándose con las voces melódicas de Tomi Joutsen en un estribillo hipnótico que evoca los mejores momentos de "Silent Waters" (2007). "The Circle" se siente como un abrazo reconfortante: un clásico amorphiano con ritmos rebotantes y estribillos que permiten a Joutsen hacer gala de su rango vocal, desde susurros etéreos hasta rugidos guturales que impulsan la canción con una energía contagiosa pero no es solo nostalgia; es Amorphis en su mejor versión, con el aderezo folk que recuerda las raíces de "Tales from the Thousand Lakes" (1994). "Bones", por su parte, profundiza en territorios más oscuros y pesados, donde la voz melódica se eleva sobre el gruñido death —cortesía de Joutsen en su faceta más feroz—, evocando el espíritu épico de "Death of a King" de "Under the Blacklight" (2013). Una canción que crece con cada escucha, descubriendo capas de armonías que invitan a la introspección. El primer envite culmina en "The Strange", un cierre de mitad de álbum que mantiene el clímax con su atmósfera misteriosa: las teclas de Santeri Kallio pintan paisajes sonoros oníricos, mientras las guitarras de Holopainen serpentean con gracia, y Joutsen alterna entre versos suaves y explosiones vocales que dejarán sediento de más a cualquier oyente.

La segunda mitad de "Borderland" (2025) no decepciona, aunque con un matiz más introspectivo; "Light and Shadow" remite directamente a la era dorada de "The Beginning of Times" (2011), con riffs luminosos y un estribillo que invita a ser gritado en directo, destacando la química impecable entre las guitarras de Koivusaari y Holopainen. Mientras que la homónima "Borderland" captura la esencia del álbum en su forma más pura: un viaje progresivo que fusiona elementos acústicos con crescendos metálicos, donde las melodías de Kallio al teclado actúan como etéreos puentes entre versos. Incluso los momentos más contenidos, como "The Lantern", brillan con una sutileza folk que construye tensión gradualmente, liberándola en un solo de guitarra que Holopainen ejecuta con maestría quirúrgica. Finalmente, "Despair" cierra con una nota reflexiva pero esperanzadora, con los gruñidos de Joutsen dialogando entre arpegios que permanecen en la memoria, incluso cuando el álbum ha dejado de sonar y te pide otra escucha.

No puedo evitar sentir más que gratitud hacia Amorphis, esa banda que ha moldeado mi gusto musical como pocas otras. Tomi Joutsen, ese vocalista excepcional que se unió hace casi dos décadas, sigue siendo el corazón pulsante; su habilidad para transmitir junto a Esa Holopainen y Tomi Koivusaari, tejiendo un tapiz único, donde el metal se funde con rock y folk, con Santeri Kallio, añadiendo esa capa de profundidad que transforma canciones en epopeyas, evocando paisajes finlandeses con toques místicos. Escucha "Borderland" (2025) y redescubre por qué Amorphis no es sólo una banda, sino una frontera que siempre merece la pena cruzar, y más aún en estos tiempos turbulentos, donde su música es un refugio, un recordatorio de que el arte verdadero perdura, evolucionando sin traicionar sus raíces. 

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