Crítica: Panopticon "Laurentian Blue"

En las atmósferas más sombrías de la música contemporánea, Panopticon ha presentado una obra que, sin renunciar a su identidad, la expande hacia territorios más íntimos y profundamente expresivos. “Laurentian Blue” (2025) se revela como su primer álbum puramente de folk (si se me permite, recuerda al americana), alejado del black acústico que tan bien domina. Un paso hacia lo inesperado sin perder la esencia dramática que ha caracterizado desde siempre al proyecto liderado por Austin Lunn. Un movimiento estilístico que, lejos de sentirse como un paso errático, se muestra como un acto deliberado de contención minimalista: sólo su guitarra acústica, su voz grave y cálida, junto a violines que resuenan casi como susurros, arropándole. Tanto Lunn como los músicos que lo acompañan —Charlie Anderson y Andrea Morgan, cuando las cuerdas se suman— construyen un espacio sonoro íntimo, donde cada nota y cada palabra adquieren mayor peso emocional. 

Composiciones como “Ever North” evocan paisajes desolados y anhelantes, mientras que “An Argument with God” irrumpe con una cadencia bluegrass apenas tocada por percusión, destacando por su intensidad contenida. El minimalismo instrumental, reforzado por líneas de violín que emergen justo en el momento preciso —como ocurre en el coro de “The Poetry in Roadkill”—, intensifica la ascensión emocional que Lunn nos plantea, la calma no resta profundidad: por el contrario, la contiene, haciendo que cada fragmento resulte más íntimo, más cerebral, más verdadero. Las letras, directas y sin artificio, alcanzan una carga poética en su brutalidad estética, especialmente en líneas como: “And if I needed you to watch me slip away, I’ll find you on the other side some day” de “Down Along the Border” o “the lie that I forced myself to believe, that I never wasted a breath…” en “Ever North”, aunque el tono se mantenga en un estado de desgarradora melancolía, Lunn resulta indiscutiblemente hábil; no hay una nota o palabra desperdiciadas, todo apunta directamente al centro de la experiencia emocional, a tu corazón.

La grandeza de “The Laurentian Blue” (2025) radica en su capacidad para resonar en múltiples niveles, tanto emocionales como intelectuales, consolidando a Panopticon como un proyecto que no solo desafía las convenciones del black metal, sino que también eleva el subgénero a nuevas alturas artísticas. Austin Lunn ha parido un álbum que es, en esencia, una oda a la belleza indomable de la naturaleza y a la introspección humana. La producción, impecable en su claridad y profundidad, permite que cada instrumento brille sin opacar el conjunto, mientras que la visión artística de Lunn se percibe en cada detalle, desde los arreglos hasta las letras cargadas de simbolismo. “The Laurentian Blue” (2025) no es solo un disco para escuchar, sino para vivir en él, ahora que llega el frío; una invitación a perderse en sus paisajes sonoros y reflexionar sobre nuestra relación con el mundo. Como contraste a sus anteriores discos; donde lo negro, la agresividad o el dramatismo eran llevados por oleadas sonoras, aunque as tiñese de otoño, “Laurentian Blue” (2025) es la calma tras la tormenta, o quizá la tormenta en sí misma, soterrada, despojándose de artimañas y mostrándose en su versión más honesta.

© 2025 Jota Jiménez