Crítica: Dark Angel "Extinction Level Event"

Dark Angel, la banda que una vez se erigió como un pilar del thrash metal, regresa después de tres décadas de silencio con "Extinction Level Event" (2025), un álbum pretendía ser el renacer de un gran nombre en el metal pero que, en realidad, huele a cadáver en descomposición. En los ochenta y noventa, estos angelinos —con nombres como Gene Hoglan en la batería, un titán que ha tocado en todo lo imaginable, desde Death hasta Strapping Young Lad— fueron pioneros del thrash técnico. Discos como "Darkness Descends" (1986), con su primitiva y oscura furia, o "Leave Scars" (1989), donde intentaron madurar con letras sobre traumas y abusos en lugar de sangre y demonios genéricos, marcaron una era. Pero el infame "Time Does Not Heal" (1991), con sus cientos de riffs, es el elefante en la habitación: un monumento al exceso de ego que divide opiniones en sus filas de seguidores y opiniones que van de la adoración ciega al desprecio más absoluto. Tras su lógica disolución en 1992, a excepción de algunos conciertos puramente nostálgicos y apariciones esporádicas, parecía imposible negar que Dark Angel habían muerto, hasta este año en el que con Ron Rineheart, Eric Meyer, Mike Gonzalez y Gene Hoglan y su propia esposa, Laura Christine, a las seis cuerdas, publican este nuevo álbum que más que ilusión, produce desesperación.

Lo que prometía ser un regreso a sus sombrías raíces o un chapuzón en el caos técnico resulta ser todo un bostezo repleto de riffs ya conocidos, sin imaginación, en un intento patético de exprimir las últimas gotas de relevancia de una fuente seca. Desde su cubierta, con una imagen plana y cutrosísima generada por inteligencia artificial, con más aire emo que thrash, "Extinction Level Event" (2025) es un insulto y una forma de mancillar el legado de la banda. El single principal es un auténtico bodrio, un ejercicio de mediocridad que traiciona todo lo que Dark Angel alguna vez representó. Desde el primer riff, pesado y tosco, al estilo de "Time Does Not Heal", con Eric intentando evocar su propio sello, el desastre es evidente: las ideas se repiten, sin complejidad ni gancho, un bucle aburrido que ahoga cualquier atisbo de energía. ¿Estrofa? ¿Estribillo? Da igual, ambos se funden en una papilla indistinta, como si Rinehart —cuya voz, ronca y furiosa en "Darkness Descends" (1986), ahora suena como un avejentado gruñido, como si le costase sacar aire de sus pulmones en una canción en la que se atreven a plagiar a Sodom e incluso a Slayer en el solo. 

“Circular Firing Squad” es insufrible, la producción no la arregla, pero es algo que sufriremos en “Apex Predator”, la horrenda “Scarface the Room” y en un puñado de títulos en los que uno siente que todo se repite y nada avanza, en los que la banda parece estar perdida e incluso Hoglan parece no saber qué hace grabando semejante desaguisado. Laura Christine no destaca, no suma, sólo aporta algo de ruido; es solvente, pero suena justita y ni su labor, ni la de Eric, arregla un álbum que parece grabado para sacar algo de dinero y en el que ninguno ha puesto cabeza y mucho menos corazón. “Atavistic” o “E Pluribus Nemo” harán que desees concluir la experiencia, de no ser porque cierran con “Extraction Tactics” y es entonces, sólo entonces, cuando te das cuenta que no hay fondo en la caída de "Extinction Level Event" (2025). 

Me deja un sabor amargo viniendo de una banda que moldeó el thrash con discos icónicos como "Darkness Descends" (1986) y "Time Does Not Heal" (1991) merecía un adiós digno, no semejante bodrio. Ahora entiendo la actitud de la banda respecto a la difusión del álbum en plataformas de streaming, la dificultad para su compra, el acceso a su escucha y la venta en las principales plataformas de Internet, cuando sólo es posible adquirirlo en el sello Reversed Records y no han compartido promo para reseñas. Amigo Hoglan, olvídate de Dark Angel, déjalo morir en paz y no lo resucites más, ahórranos el tiempo y el disgusto.

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