Crítica: Falling Leaves "The Silence That Binds Us"

Falling Leaves, la banda originaria de Ammán, Jordania, y ahora radicada en Dubái, ha regresado tras una pausa de trece años con su segundo álbum, "The Silence That Binds Us" (2025), publicado bajo el sello Meuse Music Records, como continuación de su debut, "Mournful Cry of a Dying Sun" (2012), y presentando una evolución significativa en el estilo de la banda, consolidando su lugar en el ámbito del doom metal melódico con influencias death. Y es que parece que la espera entre discos, lejos de ser un obstáculo, les ha permitido a Falling Leaves perfeccionar su enfoque compositivo, entregando un álbum que combina densidad emocional con una ejecución técnica impecable. La producción, a cargo de Alessandro Comerio en Daemon Star Studio y masterizada por Dan Swanö, resalta los matices de cada instrumento, mientras que la portada diseñada por el genial Travis Smith refleja los temas de pérdida, aislamiento y conexión silenciosa que atraviesan el disco. La participación de músicos invitados como Paul Kuhr de Novembers Doom y el teclista Ariel Perchuk añade capas de sofisticación a la banda liderada por el vocalista Bashar Haroun y los guitarristas Ala’a Swalha y Fadi Stanboulieh, haciendo de este álbum una obra que honra las raíces del género y también las expande con voz propia.

Las canciones de "The Silence That Binds Us" (2025) despliegan una narrativa que transita entre la introspección y la intensidad más visceral, equilibrando la pesadez del doom y la emotividad melódica. "Carvings" abre el álbum y establece un tono sombrío con orquestaciones que dan paso a robustos riffs y una voz que alterna entre guturales profundos y armonías limpias, creando una atmósfera de melancolía abrumadora; el bajo de Ali M. brilla en el puente, aportando tensión narrativa. Por su parte, "We Are Alone", con la colaboración de Paul Kuhr, explora la soledad existencial con un estribillo que resuena con desolación, elevado por los teclados de Ariel Perchuk, cuya melodía añade una dimensión etérea. "Ashes of My Mind" destaca por su intensidad, con los guitarristas Ala’a Swalha y Fadi Stanboulieh entregando riffs devastadores que contrastan con el piano omnipresente de Perchuk, manteniendo la querencia de la banda por el doom. Mientras que "Shattered Hopes" evoca una sensación de cierre épico, con una estructura que podría haber servido de broche final al álbum, aunque las canciones posteriores, como "The Visions of the Forsaken", se asemejan más a una banda sonora, con texturas que evocan paisajes desolados. Finalmente, "Re-Silence (Part III)", con su entrada liderada por piano y letras de Murad Juneydi que reflexionan sobre el vacío tras una relación rota, cierra el disco con una nota de resignación serena, redondeando una experiencia cohesiva que invita a la inmersión total.

La fortaleza de "The Silence That Binds Us" (2025) radica en su capacidad para transformar el silencio en un lenguaje musical elocuente, donde cada nota parece destilada con intención y cuidado. Aunque el álbum, con una duración de casi una hora, podría beneficiarse de una mayor variedad en su metraje para evitar momentos de monotonía, pero este detalle no opaca el impacto emocional, ni la calidad técnica del álbum. Falling Leaves, con este trabajo, no sólo revitaliza el interés por el doom melódico, sino que también asoman la cabeza entre todos los alumnos aventajados del subgénero. La colaboración de músicos como Fabio Alessandrini en la batería y la masterización de Swanö aseguran un sonido pulido que resalta la madurez de la banda tras su largo descanso. "The Silence That Binds Us" (2025) es una invitación a explorar las sombras del alma, un recordatorio de que el silencio, cuando se transforma en música, puede ser tan poderoso como el sonido más atronador. 

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