Crítica: Revocation "New Gods, New Masters"

Revocation celebran casi dos décadas de trayectoria (desde aquella demo titulada “Summon the Spawn” de 2006), con su noveno álbum de estudio, "New Gods, New Masters" (2025), una obra maestra que consolida su estatus en el metal extremo. Davidson y el batería Ash Pearson, un veterano que ha impulsado el ritmo implacable de la banda desde hace años, se unen a los nuevos integrantes Harry Lannon en las guitarras y Alex Weber en el bajo, músicos experimentados del undergound que inyectan frescura y precisión al conjunto, junto a estrellas invitadas como Travis Ryan de Cattle Decapitation, Jonny Davy de Job for a Cowboy, Gilad Hekselman y el legendario Luc Lemay de Gorguts, aportando una nueva dimensión de ferocidad y complejidad al universo de Revocation. A diferencia de sus primeros discos, como "Empire of the Obscene" (2008) o "Existence Is Futile" (2009), donde predominaba un thrash técnico y melódico, "New Gods, New Masters" (2025) profundiza en impulsos death metal más oscuros y agresivos, siguiendo la senda marcada por su antecesor, "Netherheaven" (2022), pero superándolo en su atmósfera sangrienta y enfoque afilado, demostrando que Revocation no solo mantienen su relevancia, sino que crecen con cada entrega, gracias también a una producción que resalta la química explosiva de la nueva formación, donde el bajo de Weber añade un gruñido melódico y una presencia robusta, mientras que los creativos solos de Davidson y Lannon elevan el tecnicismo a niveles estratosféricos. 

"New Gods, New Masters" (2025) despliega una variedad impresionante de composiciones que equilibran la furia técnica con toques progresivos y brutales. "Confines of Infinity", enriquecida por la participación de Travis Ryan, sacude con grooves gigantescos que dejan un impacto demoledor, adornados por secciones de blasts beats veloces y riffs a velocidad de infarto, destacando la destreza de Harry Lannon en las guitarras. La intensidad implacable de "Cronenberged", con las impresionantes vocales guturales de Jonny Davy, se erige como una de las joyas del disco, con una brutalidad que corta como un bisturí el cerebro, integrándose perfectamente al repertorio principal de Revocation en directo. No menos impactante es "Dystopian Vermin", death con hardcore que maximiza la pesadez, con las vocales de Davidson en su punto más desquiciado y angustioso, sazonado por los clásicos solos de Revocation, esos que te ubican rápidamente en la discografía de los Boston. "Despiritualized" es un enjambre venenoso con aroma a black metal, donde la batería de Pearson despliega todo su potencial, como la instrumental "The All Seeing", situada en el ecuador del álbum, donde Ash Pearson y Alex Weber brillan sobre sus complejos ritmos, compartiendo el protagonismo en un viaje que incorpora riffs intrincados, grooves jazzísticos y un sentimiento improvisado que añade clase a la mezcla. El cierre épico con "Buried Epoch", con Luc Lemay como invitado, mezcla ingredientes del black, death, thrash, tech y progresivo en un torbellino impredecible, pero coherente, que mantiene la marca de fábrica de Revocation: una receta que hace estallar los oídos. Otras canciones como "Sarcophagi of the Soul" o “Data Corpse” aportan líneas de bajo y una base rítmica que construye toda la tensión antes de estallar en una suerte de rabia thrashy con momentos más melódicos, que recuerdan a uno de mis discos favoritos de Revocation, "Deathless" (2014). Y es que, en "New Gods, New Masters" (2025), cada canción fluye con una inventiva salvaje, donde los solos en espiral de Davidson incorporan tonos más sombríos, en sintonía con la atmósfera distópica y siniestra del disco.

El nuevo álbum de Revocation es otra entrega gloriosa de la banda y confirma su gran estado de forma, superando incluso a gemas previas como "Great Is Our Sin" (2016) o "The Outer Ones" (2018). Lo que, inicialmente, podría parecer una continuación de "Netherheaven" (2022), desvela capas de profundidad que lo convierten en un álbum que crece con cada escucha, atrapa y emociona, capturando a la perfección la esencia de la banda de Davidson; un triunfo absoluto que te lleva a dejarte las cervicales incluso en el salón de tu casa.

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