Concierto: Mark Lanegan Band (Madrid) 01.04.2012

SETLIST: The Gravedigger's Song/ Sleep With Me/ Hit the City/ Wedding Dress/ One Way Street/ Resurrection Song/ Wish You Well/ Gray Goes Black/ Crawlspace/ Quiver Syndrome/ One Hundred Days/ Creeping Coastline of Lights (Leaving Trains)/ Riot in My House/ Ode to Sad Disco/ St. Louis Elegy/ Tiny Grain of Truth/ Pendulum/ Harborview Hospital/ Methamphetamine Blues/


Hace muchos años, muchos, desde aquella primera visita de Mark Lanegan a España y el histerismo por parte de todos sus fans (nosotros incluidos) por verle o conseguir saludarle e intercambiar unos minutos con alguien con quien se antojaba mítico. Hace muchos, muchos años de todo esto y su estatus, sin embargo, no ha cambiado. Si de algo puede presumir Mark Lanegan es del paso de los años con el consiguiente  crecimiento proporcional de su aura, leyenda y ascensión mística a la categoría de mito viviente, de auténtico intocable de la música contemporánea. No lo tenía fácil, procedente de una de las grandes (e injustamente relegadas) bandas de la escena alternativa de primeros de los noventa, Screaming Trees (que comparten el mismo injusto pasado que los enormes Afghan Whigs aunque las coordenadas musicales de ambas bandas disten tantísimo), Mark grabó algunos de los mejores discos en solitario de la década creando su propio universo al margen de su grupo y de la corriente musical del momento. Plagando el imaginario colectivo de mirlos, borrachos, mendigos, blues, tabaco, alcohol, almas torturadas,  adicciones, soul, pop, rock, stoner y todo esto sazonado con su inconfundible y desgarradora voz. ¿Suena interesante, verdad? Así es el universo de Mark Lanegan y a éste hay que sumarle su último gran paso creativo en estudio (y auténtica excusa para visitarnos una vez más) el sorprendente, oscuro por igual, decadente, electrónicamente ochentero y soberbio "Blues Funeral" que no es sino un paso más en el camino de un artista que todavía, tras más de veinte años de carrera, no ha defraudado a ni uno sólo de sus fans y, lo más espectacular, tiene a toda la crítica comiendo de la palma de su mano.

Lanegan en Madrid
(foto de Juan The Fly Factory)
Creo que soy afortunado porque siempre que ha venido he podido compartir con él algunos de los momentos más especiales que cualquier seguidor pueda tener con su ídolo. Mark (como muchos de los grandes) cumple una de las reglas mágicas de la música; no está en un pedestal, si le buscas le encontrarás. Tomándose una cerveza después del concierto, charlando con fans en las puertas, fumándose un cigarrillo mientras firma a todos y cada uno de los presentes, saludando a todos sus seguidores en el puesto de merchandising o, como le ocurrió en aquella primera visita española que antes mencionaba, siendo asediado mientras pasea por la calle, se toma un café o pasa al servicio (me imagino la cara del pobre cuando se encontró por primera vez en un país como el nuestro siendo completamente perseguido por alguno de sus fans más recalcitrantes con auténtica sorpresa) y todo ello sin hacer exhibición, desde su posición. La última vez que charlé con él fue fugaz (no como las anteriores veces) me acerqué con una copia de "Whiskey for the Holy Ghost" (1994) y le dije que ese disco era uno de mis favoritos, uno de sus mejores álbumes en mi humilde opinión, una auténtica obra maestra. Me miró, increíblemente sonrío mientras lo sostenía entre sus tatuadas manos y me lo firmó con todo el cariño que un artista de su talla puede regalarle a otro más de sus seguidores. ¡Pero es que hablamos de un vinilo jodidamente histórico! Le pregunté para cuándo otro nuevo disco de estudio y me dijo que para este año (o sea, "Blues Funeral") al mismo tiempo que aproveché para mencionarle acerca de otro con The Gutter Twins. ¿Habrá otra grabación con Dulli? "Seguro que sí" -me respondió; "si Greg quiere lo habrá". En aquel momento creó que toqué el cielo y, meses después, cuando The Twilight Singers vinieron a España a presentar "Dynamite Steps" aproveché la ocasión para decírselo a Greg Dulli en persona, toquemos madera...

Pero dejémonos de batallitas y vayamos a lo que importa. ¿Es posible que Mark Lanegan actúe en una sala como Kapital? Creo recordar que he visto pocos conciertos allí o mi recuerdo es casi nulo, la tengo más asociada a otro tipo de ocio; mucho menos especial e infinitamente más vulgar. Pero tiene cierta lógica decadente en que un concierto del primer disco de Lanegan en que coquetea descaradamente (no como en algún que otro corte de "Bubblegum" del 2004) con los arreglos electrónicos más rancios (que le sientan estupendamente bien a las canciones de "Blues Funeral", todo hay que decirlo) se celebre en una discoteca de toda la vida sin ningún tipo de tradición roquera o musical más allá de la música más popular y comercial y no en una sala.


Con un retraso de media hora, aparece Mark sobre el escenario, vestido de negro (como siempre) y agarrándose al pie de micro como si le fuese la vida en ello, un torbellino, un suspiro y nos lanzamos de lleno en el mundo de "The Gravedigger's Song". "Sleep With Me", la turbulenta y rítmica "Hit The City" y suenan las primeras quejas y pitidos. ¿El sonido? Una auténtica mierda, la cavernosa voz de Mark resuena en la Sala Kapital con toda la rica herencia de Waits, Cohen o Cave pero no está lo suficientemente alta como para poder apreciarse todos sus matices y el grupo (quizá menos solvente que en otras ocasiones a excepción de la guitarra) suena empastado en más de una ocasión. "Wedding Dress" da paso a "One Way Street" de "Field Songs" (2001), una de mis canciones preferidas de todo su repertorio y a esas alturas de concierto, los problemas de sonido parecen haberse disimulado (que no solucionado) y Mark se gana el concierto a pulso.


Atendiendo con paciencia
a BLOGOFENIA
"One Hundred Days" sonó tan mágica y chamánica como siempre mientras "Gray Goes Black" se perfiló como una de las grandes de su "Blues Funeral", la potente base rítmica de "Ode To Sad Disco" hizo que temblasen todas las botellas de la barra y cuando, tras diecinueve canciones, se dejó caer con un "Methamphetamine Blues" auténticamente distorsionado (como debe ser), entre Screamin' Jay Hawkins y el rock más industrial, ya todos sabíamos que la velada había vuelto a ser histórica.


El concierto acababa a la hora y poco, puede parecer que es poco tiempo pero ha cantado una veintena de canciones llenas de intensidad y no creo que haya salido nadie defraudado por la duración y la emoción. Desde el escenario se anuncia que Mark se encontrará con sus fans en el puesto de merchandising y, tras media hora, aparece con una gorra y cara de paciencia cuando ve la enorme fila de seguidores que se ha formado alrededor de la mesa (¿dónde estaban todos estos tiñalpas hace catorce años?). Estamos los primeros, le saludamos, le damos la entrada y el "Dust" (1996) de los Screaming Trees. Muchas gracias, Mark, ha sido un gran concierto. "Gracias de verdad, tío" -nos responde con voz ronca y algo agobiado por la cantidad de gente. A ti, maestro.

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