Crítica: Heaven Shall Burn "Wanderer"

Nunca me cansaré de recordar la cita de Apollinaire porque sí es cierto que, al final, uno se cansa de este viejo mundo cuando todo parece cíclico y, si analizamos la carrera de muchas bandas, nos encontramos las mismas trayectorias y los mismos clichés. Los alemanes Heaven Shall Burn lo tenían francamente complicado tras el excepcional “Veto” (2013) encontrándose en la encrucijada habitual de muchos artistas cuando intentan igualar o superar la marca anterior y, siendo ellos mismos consciente de la ardua tarea que les esperaba, se han ahorrado la confianza en su propio talento (que es mucho) potenciando la agresividad en su sonido, me explico; “Wanderer” posee grandes momentos pero también algunos muy flojos y, aunque nuestro corazón se haya sentido levemente decepcionado y hasta lleguemos a entenderlo como algo lógico tras su obra anterior, nuestra razón nos lo negará porque Heaven Shall Burn han llevado al límite todos los elementos que conforman su personalidad; objetivamente no hay queja pero notamos que algo falla...

“Wanderer” podría ser su álbum más salvaje desde “Iconoclast” (2008), que a mi juicio es incluso superior a este último; las guitarras, aunque un poco monótonas (sorprendente siendo Dietz y Weichert quienes se ocupan del resultado en cabina), suenan potentes y altas, Christian Bass demuestra con creces que merece el puesto de Matthias Voigt (si es que no lo había demostrado ya antes en directo) y Marcus Bischoff parece devorarnos con su voz en las partes más salvajes mientras que los momentos más melódicos son brillantes hasta la exageración. Por tanto, parece que Heaven Shall Burn han entendido que la continuación de “Veto”, ante una posible falta de ideas, era potenciar sus ingredientes y mostrarse tan contundentes o más que como se muestran en sus conciertos y, claro, se olvidan de algo igual de importante y es que el atlético ejercicio de aumentar la intensidad y la entrega, de sonar más potentes y agresivos, no puede ocultar que las canciones quizá no posean la gracia de “Veto”.

“The Loss of Fury” es el mejor ejemplo de lo que digo. ¿Es la mejor opción para abrir tu nuevo álbum viniendo de un disco como el anterior? Desde luego que no; es el sonido contenido de unos alemanes domesticados, sobreproducidos (los propios Alexander Dietz y Maik Weichert de la banda que llevan encargándose de la tarea desde “Deaf To Our Prayers” del 2006 y quizá esto fuese un punto a revisar de cara al próximo álbum, dejar que un producto externo aporte ideas y haga a los músicos ver sus canciones desde otra perspectiva o directamente les empuje y lleve a otro estadio) en un medio tiempo que quiero entender como una introducción de dos minutos al primer puñetazo sobre la mesa de “Wanderer” que no es otro sino “Bring the War Home” y esa exhibición de Christian Bass.

¡Así debería haber sido el resto del álbum de Heaven Shall Burn! “Bring the War Home” me gusta a pesar de ese envoltorio electrónico, me gustan sus guitarras y el bajo de Bischoff que suena nítido y a buen volumen, dándole el cuerpo que se merece la mezcla. Pero hay algo que me ha sorprendido incluso a mí mismo y es que, teniendo poco aparentemente en común con In Flames, los alemanes me han recordado a los suecos en “Passage Of The Crane” en la que les copian los esquemas y fórmula de “Whoracle” y “Colony” sin ningún tipo de cortapisa, “They Shall Not Pass” brilla gracias a ese contraste entre la guturalidad de Marcus y la melodía de Dietz y Weichert como “Downshifter” ejemplifica perfectamente esa brutalidad a la que hacía referencia al principio de esta crítica cuando aseguraba que podría ser su trabajo más contundente desde “Iconoclast” pero la recta final de su primera cara comenzará a evidenciar algunos de los problemas de un disco en el que, como también decía, no es posible que nos sintamos defraudados pero sí que torzamos levemente el gesto cuando encontremos que no nos satisface como “Veto” y nuestra razón no sepa muy por qué.

La versión de Sodom, “Agent Orange” sirve para cerrar la primera parte de “Wanderer”, es una buena forma de rendir tributo a la banda y nos muestra a Heaven Shall Burn en forma, más si añadimos el solo de Frank Blackfire pero, personalmente, no habría incluído una versión en un álbum como este, en el que esperábamos algo más. Es cierto que en “Veto” reinaba “Valhalla” de Blind Guardian pero es que en “Wanderer” no sólo nos encontramos con el clásico de Sodom sino también “The Cry Of Mankind” de My Dying Bride como despedida (tan lejos de sus coordenadas, tan ajenos a la esencia de los alemanes y que si en algún momento nos convence su épica es porque Heaven Shall Burn están más que rodados y saben de sus posibilidades) y, si nos hacemos con la edición especial, versiones de “Whatever That Hurts” de Tiamat, “Black tears” de Edge of Sanity, “European Super State” de Killing Joke, “Nowhere” de Therapy? y más revisiones de Life Of Agony, Drittle Wahl, Ensdstand, Disembodied y hasta Paradise Lost. Sé que hablamos de una edición especial, llamada “Too Good To Steal From” y me resulta interesante ver cómo hacen suyas esas canciones, pero no, no esperaba esto de la ansiada continuación de “Veto”.

“My Heart Is My Compass” es otra introducción de una cara que literalmente se deshace en nuestra manos; de “Save Me” tan sólo puedo salvar la guitarra de Nick Hipa (As I Lay Dying, Wovenwar) como el groove de “Corium” en la que volverán a recordanos a In Flames o la salvaje “Extermination Order” en donde la mejor evidencia de que resulta es nuestro movimiento cervical mientras que la melódica “A River Of Crimson” vuelve a demostrar la contundencia de Christian Bass pero no es suficiente para justificar una canción de apenas cinco minutos que no se encuentra entre lo mejor de su catálogo.

“Wanderer” debe ser visto como un disco de transición tras una obra sobresaliente y en el cual la banda ha tenido por delante la difícil decisión de seguir progresando o afincarse en su propio estilo (death melódico con toques core) decidiendo endurecer aún más su propuesta, en un álbum que recupera la intensidad de sus orígenes y posiblemente sea el más dinámico de sus últimos trabajos pero al que ensombrece la magnitud de “Veto”. No esperábamos menos pero sí algo más. Superar a los demás parece fácil pero qué difícil suele ser superarse a uno mismo…

© 2016 Mick Brisgau