Crítica: Screaming Trees "Last Words: The Final Recordings"

Parece mentira que tanta gente necesite que vuelvan los Screaming Trees y, sin embargo, haya tanto desconocimiento acerca de este "Last Words: The Final Recordings" y se le juzgue a la ligera, como si de un nuevo álbum del grupo se tratase. Por supuesto que no es "Sweet Oblivion" o "Dust" (ni siquiera mi favorito "Uncle Anesthesia" de 1991) pero la mayor parte de la crítica aficionada le trata, por ahora, como un paso en falso de los de Ellensburg, Seattle. Una lástima ya que la gran mayoría de estás críticas vienen por parte de aquellos que desconocen (en mayor o menor medida) al grupo de los hermanos Conner.

Los temas de este "Last Words" forman parte de las sesiones de grabación realizadas en el estudio de Stone Gossard (Pearl Jam) durante 1998/9 y debían haber sido la continuación a aquel maravilloso "Dust" de 1996 que nunca cubrió las expectativas de Epic, su discográfica. Se quedaron sin sello, se autofinanciaron y terminaron tirando la toalla hartos de todo. Algo totalmente razonable y lógico si tenemos en cuenta el alto nivel de sus discos y la escasa repercusión de éstos frente a gigantes mediáticos de la talla de Nirvana o Pearl Jam y, en menor medida, Soundgarden o Alice In Chains.

"Last Words" (con la colaboración de Peter Buck de R.E.M a la guitarra y un joven Josh Homme que por aquel entonces echaba una mano a los Screaming Trees) ha sido rescatado del olvido por el batería Barret Martin y mezclado por el mítico Jack Endino con la intención de que ese "bootleg" que ya circulaba desde hace tiempo por internet y que se hacía llamar "el disco perdido de los Screaming Trees" tenga un sonido y una presentación dignas además de poder ser vendido como Dios manda, en formato físico. Lo primero que sorprende es el mutismo por parte de Mark Lanegan y los hermanos Conner en lo que parece ser el carpetazo final a los posibles rumores de reunión del grupo de Seattle, una auténtica pena pero hay que tener en cuenta que Lanegan disfruta con su carrera en solitario, esa que lleva en dique seco desde aquel "Bubblegum" del 2004, del que todavía no podemos olvidar el impresionante concierto que dio en la capital junto con Nick Oliveri (al cual pudimos conocer y damos fe de que en persona es un tipo encantador) pero que no ha parado de colaborar y hacer auténticas maravillas en Soulsavers, con Greg Dulli bajo el nombre de The Gutter Twins o con Isobel Campbell (cuyos tres discos son verdaderamente imprescindibles). Por lo tanto, ¿para qué resucitar a Screaming Trees? Lanegan es un tipo integro que no vive de las rentas y cuya inquietud le lleva por los caminos menos obvios del rock.

Pero centrémonos en el disco; suena crudo, despojado de todo adorno o instrumento que no sean guitarra, bajo y batería. Si "Dust" sonaba como si el grupo ahondase en sus propias miserias e incorporaban otras sonoridades (como la especial y ya mítica "Gospel Plow" en la cual te podían hacer "montar a la serpiente" como si de The Doors se tratasen) en "Last Words" luchan contra las composiciones y logran magníficas melodías aupadas únicamente en sus guitarras y la cavernosa voz de un Lanegan que suena como siempre; magnífico.

"Ash Gray Sunday" es quizá una de mis favoritas, ritmo rápido, guitarra juguetona y riff pegadizo, extraordinaria. "Revelator" suena triunfal y "Crawlspace" es la más experimental del conjunto con un trabajo excepcional de Martin en la batería, unas texturas y atmosferas llenas de distorsión con las guitarras y la voz de Lanegan bajo los efectos del "flange" dotándola de un encanto especial en una letra que no parece ser cantada sino narrada (¡ojo a la letras de este disco, hay que leerlas, lo merecen). "Black Rose Way", rock clásico, te sonará familiar y el comienzo con el piano y las guitarras luchando por despuntar antes de que Lanegan entre es para quitarse el sombrero.

"Reflection" y su continuación "Tomorrow Changes" son de lo más emotivo e incluyen algunas de las melodías vocales y coros más bellos del grupo. "Low Life" continúa con las guitarras acústicas pero con las eléctricas ya cabalgando de nuevo sobre ellas. "Anita Grey" es quizá la más pop mientras que "Last Words" ejerce de perfecto broche final que, a pesar de su eléctrico envoltorio con el wah-wah como protagonista, nos recuerda a la anterior "Low Life".

Por supuesto que no está a la altura de "Sweet Oblivion" o "Dust" porque este disco, para mí, no deja de ser el boceto de lo que iba a ser la continuación a aquel de 1996 pero, aún así, querrás volver a llevar camisas de franela, créeme. ¡Qué grandes eran Screaming Trees!

© 2011 Jesús Cano