Crítica: Def Leppard "Mirror Ball Live & More"

Que un grupo como Def Leppard (¡Def Leppard, nada más y nada menos!) edite su primer disco en vivo después de treinta y un años es como para desesperarse. Su solvencia sobre las tablas era de sobra conocida pero, hasta ahora, no habían dejado testimonio oficial de lo que acontecía en sus conciertos. Magníficamente presentado, "Mirrror Ball Live & More" recoge en audio y vídeo las mejores canciones de su repertorio, atrás quedan los años a la deriva que supusieron los finales de los noventa y primeros de esta década (con aquel "Slang" del 96 y "X" del 2002) a pesar del grandísimo acierto que fue un disco como "Euphoria" (1999) o el sobresaliente "Yeah!" (2006) del que rescatan "Rock On" y se centran en las joyas de la corona que son "Pyromania" (83) e "Hysteria" (87).

La apertura con "Rock! Rock! (Till You Drop)" es puro Def Leppard y te llevará de viaje a los ochenta, siguen con "Rocket" de su trabajo del 87, la voz de Elliott suena realmente estupenda y parece que ha ganado sabor con los años. Basta escuchar la original y prestar atención a este directo para darse cuenta de que el paso de los años no es un lastre sino el sinónimo de una lección aprendida y si sus magníficos discos de los ochenta reflejan el estupendo estado creativo del grupo y despliegan todas las artimañas a la producción propias de la época, el directo que nos ocupa nos revela a unos Def Leppard que asumen su condición de clásicos y se olvidan de etiquetas para convertirse en un auténtico grupo de rock. "Animal", "Love Bites" (¡que no ha perdido ni un ápice de su intensidad!) o "Pour Some Sugar On Me" suenan a gloria, el disco intenta ser un retrato del grupo, un "grandes éxitos" de su carrera, desde "Bringing On The Heartbreak" hasta "Nine Lives".

Aunque no es la grabación de un concierto íntegro sino un recopilatorio de los mejores momentos en directo, el segundo disco abre con "Two Steps Behind" como punto de inflexión logrando la sensación de estar escuchando un auténtico concierto del grupo. Un detalle que me ha llamado la atención es la presencia del público, no es un disco en directo más en el que el público está grabado a modo de ruido de fondo (esa incómoda sensación de eco, de batiente ruido de olas, que suele estropear muchas grabaciones) sino que es protagonista de las canciones; los gritos, aplausos, palmas, chillidos y aullidos suenan alto y claro, acompañan y jalean las canciones (sin llegar a estropearlas) desde el primer momento, un acierto.

La instrumental "Switch 625" (del genial "High 'N' Dry") con el consabido solo de batería acaban con la tranquilidad de "Bringing On The Heartbreak" y de vuelta a "Hysteria" para tirar de repertorio y sacar a pasear auténticos himnos como "Photograph" (¡qué canción!), "Pour Some Sugar On Me", "Rock Of Ages" y la famosísima y radiada hasta la saciedad "Let's Get Rocked" que a todos nos recordará cuando la MTV era una cadena de música que hacía honor a su nombre y no el engendro en el que se ha convertido actualmente. "Action" de su irregular "Retro Active" del 93 que suena bastante bien y de "Songs from the Sparkle Lounge" incluyen "Bad Actress" (más que nada por que es su último disco y tenían el deber de no darle la espalda, como ocurre con el single "Nine Lives")

El aperitivo es en forma de tres canciones nuevas; "Undefeated" con un comienzo interesante que a todos os recordará a Queen, pegadizo y que sirve de reclamo de este disco (como si no hubiese suficientes), la balada "Kings Of The World" que, sin sonar mal, vuelve a hacerlo como los de Brian May e "It's All About Believin'", una canción pop e inofensiva, para qué engañarnos. Sólo "Undefeated" mantiene el nivel respecto a lo que hemos escuchado durante los dos discos pero es que después de semejantes clásicos las comparaciones con cualquier canción que pudiesen haber compuesto son desastrosas.

Ahora sólo queda que se dignen a volver a incluir a España entre sus próximos conciertos, la última vez que tuve la oportunidad de verles fue durante la gira en la que presentaban "Slang" (y yo no lo tenía tan claro, aquel disco no me gustó nada) con Terrorvision como teloneros en una sala La Riviera que no fueron capaces de llenar. Eran malos tiempos para grupos como Def Leppard (aquellos noventa y su terremoto alternativo hizo daño en muchos grupos como ellos), pero ahora que las cosas han cambiado (a pesar del estúpido ostracismo al que la prensa inglesa somete al grupo, tal y como ellos mismos han reconocido recientemente en una conocida publicación española) y todos sabemos el lugar que ocupan, merecemos tener a Def Leppard de vuelta en nuestros escenarios.

© 2011 Jesús Cano