Crítica: Judas Priest "Firepower"

Será por la mano en la producción de Tom Allom (de vuelta tras aquel "Ram It Down" del 88) o el todopoderoso Andy Sneap, pero en este "Firepower", Judas Priest suenan revigorizados y las canciones quizá sean las más inspiradas en mucho tiempo. Creedme, mi peregrinación ha sido dura, los noventa llegaron con un glorioso pero fugaz "Painkiller" (1990) que devino en los mediocres "Jugulator" (1997) o "Demolition" (2001), discos que compré en su momento (creo que hay buenas ideas y canciones pero, en general, falta dirección) e incluso tuve el dudoso privilegio de ver en directo con "Ripper" Owens y aquella mezcla no funcionaba, como tampoco los experimentos industriales de Rob Halford. También estuve en la gira de reunión, "Angel Of Retribution" (2005) y pese al innegable paso del tiempo, se adivinaban las intenciones y el reencuentro con Halford fue tremendamente emocionante pero tras aquel llegó un Tour De Force con "Nostradamus" (2008) en el que intentaban demostrar su buen estado creativo con un innecesario álbum doble que, a excepción de contadas canciones, se hacía pesadísimo, como casi todos los discos dobles. "Redeemer Of Souls" (2014) subía el nivel pero seguía siendo indigno de Judas Priest, una banda mítica que incluso en sus momentos más bajos siempre ha tenido destellos de genialidad. Y llegamos a "Firepower" (2018), por el camino se han quedado K. K. Downing y Glenn Tipton, Richie Faulkner ha demostrado, aparte de su talento, su abnegada fidelidad a Judas y han incorporado a Andy Sneap en directo para suplir la ausencia -esperemos que temporal- del entrañable Tipton, tras la fatalidad del anuncio de su enfermedad, mientras Downing genera innecesarios titulares, llorando por las esquinas, sorprendido de que sus antiguos compañeros no hayan contado con él para reemplazar a Tipton.

Pero seamos sinceros, "Firepower" es quizá su mejor trabajo desde "Painkiller", ¿exagero? No, claro que no. No estoy diciendo que sea el mejor álbum de su carrera y ni siquiera les estoy midiendo con otra vara diferente al resto, ni asegurando nada tan descabellado, pero al César lo que es del César; Judas Priest han hecho los deberes, han tardado cuatro años en volver a publicar tras la larga gira de "Redeemer Of Souls" lo que es una buena decisión y le han dado tiempo a unas canciones que, pese a sonar actuales, conservan toda la esencia; todo el sabor de los Judas más clásicos. Si cierras los ojos y escuchas la música contenida en "Firepower" parece que el tiempo no ha pasado y eso es mucho decir para una banda de auténticos supervivientes como Judas Priest, con más de cuarenta años de oficio a sus espaldas. Mi respeto por ellos es innegable.

El sabor a "Painkiller" es intenso desde las primeras notas, "Firepower" posee ese sentimiento, es directa, metal clásico y Halford entrando como en "Resurrection", las guitarras de Richie y Glenn son quizá lo mejor de toda la canción, pero sería injusto no reseñar el trabajo de Hill y Travis, hacía tiempo que no les escuchaba tan bien, la base rítmica es perfecta, la línea del bajo transmite entusiasmo, el mismo que en "Lightning Strike" en la que es imposible no soltar una lágrima; ¡estos son nuestros Judas Priest!

Hill y Travis volverán a ser los protagonistas en "Evil Never Dies" en la que Halford suena magnífico en el estribillo mientras que en "Never The Heroes" (de nuevo Hill en primer plano) nos recuerda a los Judas de "Defenders of the Faith" (1984) pero con la sabiduría de la experiencia en sus manos; magnífico el cambio, el puente que deviene en estribillo. "Necromancer", mucho más oscura y robusta, posee un duelo entre Faulkner y Tipton que es para quitarse el sombrero, como la forma en la que Halford juega con su voz, creando diferentes colores y tonos, como si conversase consigo mismo.

"Children Of The Sun" y su comienzo exultante pronto termina convertida en un himno de cuatro minutos gracias a su cambio de tempo en el estribillo y ese momento de calma en el que Halford entona una estrofa con aires de balada, además, el entrecortado riff recuerda a "Better By You, Better Than Me". Verdaderamente emocionante es "Guardians" gracias al piano y esa oleada de guitarras que sabe a gesta e introducción a "Rising From Ruins", una de las mejores canciones escritas por Judas Priest en más de una década; no exagero, es como lo siento pero de nada sirve si no amas a la banda, si no les has mamado y no sientes pasión por su música.

"Flame Thrower" es tema sólido en el que a Halford se le siente, se le escucha cómodo por primera vez en mucho tiempo; disfruta dibujando la melodía sobre el grueso riff y su estribillo tiene el mismo encanto que "Turbo Lover" pero sin la purpurina y el toque sintético. Una recta final con la pegadiza "Spectre" y "Traitors Gate" y todo su dramatismo (atentos al estribillo), ¿qué puedo decir? Es quizá el mejor y más épico final que Judas haya firmado, produce entusiasmo encontrarse con semejante fin de fiesta.

Si lo tuyo es el metal más actual, si no entiendes lo que Judas Priest significaron, si no has disfrutado sus discos hasta su último surco, si crees que murieron tras la marcha de Downing, ahora Tipton, y sus últimos discos no te convencieron dándoles por muertos, puede que seas incapaz de valorar el tremendo esfuerzo que hay tras "Firepower" pero te aseguro que, si te libras de prejuicios y amas la música de verdad, este disco te hará recuperar la fe en Halford y Judas Priest. Pueden sentirse orgullosos y nosotros afortunados…


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