Crítica: Avenged Sevenfold "Life Is But a Dream…"

¿Son conscientes Avenged Sevenfold de que su momento ya pasó? ¿De que "Waking the Fallen" (2003), "City of Evil" (2005) o "Avenged Sevenfold" (2007) suenan tan distantes como poco relevantes a estas alturas de la película? Desconozco si la banda de Huntington Beach piensa que, en algún momento, tuvo el número ganador y, tras “Nightmare” (2010), se empeñaron en no cobrarlo publicando el disco de versiones más desnortado que es “Hail To The King” (2013), el absurdo “The Stage” (2016) y ahora el dislate que es "Life Is But a Dream…" (2023), disco producido por Joe Barresi, al que no hay que culpar de semejante desaguisado, pero deberían pararse a pensarlo y decidirse a componer, invertir tiempo en el local de ensayo y no mirándose el ombligo. Pero lo que más me preocupa no es que Avenged Sevenfold prosigan con su plan de ruta en esa caída al vacío en la que muchos, inútilmente, atribuyen semejante caída en picado a la pérdida de The Rev; como si el malogrado batería fuese Cliff Burton o Brian Jones, en un mundillo -como es el de la música- tan dado a la leyenda, a la mitomanía y a la explicación más infantil y plana de los giros de timón en la carrera y fracaso de sus ídolos, sino la enajenación colectiva (imagino que a causa del desconocimiento o, por el contrario, el interés por no quedarse fuera del fenómeno o sin pase en un festival) por la que muchos aseguran estar ante la obra maestra de Avenged Sevenfold y ser testigos del disco más valiente e inspirado, más caleidoscópico y maduro de una banda a la que ya no hay por dónde coger o defender, sin venir llorados. 

"Life Is But a Dream…" es bueno pero, ¿comparado con qué? ¿con el “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” (1967) o con “Thriller” (1982)? Obviamente no. Pero, entonces, ¿si queremos escribir del nuevo álbum de Avenged Sevenfold con qué debemos compararlo para poder entenderlo? ¿Con "City of Evil" (2005) o "Avenged Sevenfold" (2007)? Las comparaciones resultan odiosas si lo comparas con otros discos de su género, con su propia carrera o la de otros artistas, sencillamente, porque "Life Is But a Dream…" es un plato repleto de ingredientes, sin norte pero tampoco intención y, ni mucho menos mentar, goce estético; ¿Quiero escuchar una canción de apenas cuatro minutos que se hacen eternos, como es el caso de “Game Over” y esa opereta más propia de Andrew Lloyd Webber? ¿Me apetece escuchar a Shadows cantar en falsete sobre una mandolina o a Synyster escupir más y más riffs purreleros en “Mattel” sobre su propio sintetizador? Desde luego que no, si quiero sufrir, para eso tengo “Lulu” (2011).

Es la mal denominada evolución por la que “Nobody” suena como una canción industrial de hace tres décadas o nos venden un videoclip de realidad inmersiva que parece un videojuego poligonal de la PS2, es la necesidad de seguir siendo relevantes por parte de una banda que parece entrar al estudio sin ideas y por cumplir, que hacen suya la máxima de “si no puedes ganar, por lo menos, desconcierta” y hacen creer a los seguidores de última hornada o a esos que le justificarían una flatulencia a Shadows, el que firmen canciones como “We Love You” y pretendan hacer pasar por novedosa la falta de estructura o la mezcla de estilos y emular a los últimos Arctic Monkeys en “Cosmic”, presuman de poca contención en la horrible “Beautiful Morning” (que ni todas las orquestas del mundo podrían arreglar o dotar de emoción), sonar rancios con el uso del vocoder en “Easier” o el pastiche que es “G”, intentando confundir y hacer que muchos se piensen; “Si no me gusta es porque están innovando, si están innovando tiene que gustarme porque presumo de gusto ecléctico, si es una canción amorfa es porque es buena, si suena un piano es jazz, si suena una orquesta es Scott Walker, tiene que gustarme, son el resto los que no entienden, tiene que gustarme, tengo que dejar constancia en redes”. A lo que me surge la siguiente pregunta; si las redes sociales no existiesen, ¿cuántos posarían con el disco o asegurarían estar escuchándolo? ¿lo seguirían haciendo en la intimidad una vez han constatado semejante manjar?

No obstante, lo mejor siempre está por llegar, como cuando se convierten en una banda de versiones de Daft Punk en “(O)rdinary”, presumen de elegancia crooner en “(D)eath” y la instrumental que cierra el disco. En ese puntito en el que todo artista parece querer retirarse al rincón de pensar y olvidarse de sus seguidores, pero también de lo que una vez estuvieron destinados a ser y, constatando su poco talento, decidieron tirar por la tangente y sugerir que la madurez o experimentación es sinónimo de aburrimiento. Sólo espero que interpreten en directo “(O)rdinary” o “Easier” ante hordas de metaleros, chavales que se pintaban en la frente “The Rev” y aseguraban que su relación era para siempre. Puro infantilismo por ambas partes…

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