Crítica: Ahab "The Boats of the "Glen Carrig"

Posiblemente no haya género más vasto que el del metal actual; fragmentado en mil pedazos y mezclado con otros mil estilos e influencias que paren cada día miles de nuevos subgéneros; tendríamos que vivir un millón de años para poder prestar atención a la ingente cantidad de grupos que enriquecen un género que, de no ser tan bastardo como ha resultado, habría muerto poco después de su nacimiento. Pero, por otro lado, cada vez me irrita más la cantidad de etiquetas -creadas, la gran mayoría, por los críticos en general- con las que se intenta contener o parcelar tal marea de mestizajes. En el caso que nos ocupa, los alemanes Ahab supuestamente practican  funeral doom post metal pero, personalmente, me siento ridículo escribiendo de ellos en esos términos ya que habitualmente prefiero disfrutar con todo tipo de discos y artistas sin tener que romperme la cabeza inventándome más y más pseudo-géneros que lo único que consiguen es confundir a cualquiera que se acerque a las canciones. Ahab hacen un metal pesado, denso, monolítico y sólido que encuentra el deleite en su propia lentitud y profundidad. Escuchando este "The Boats of the "Glen Carrig" en vinilo y contemplando su magnífica portada, obra de Sebastian Jerke, soy capaz de sumergirme en las profundidades abisales del océano y disfrutar de la cavernosa voz de Daniel Droste. Pero, si atendemos a esas insoportables etiquetas de las que antes escribía, es normal que se tilde a los alemanes de doom, es más; en su música se dan la mano el post-rock, el metal o un género tan poco agradecido o popular como el drone, ahí queda dicho…

La verdad es que la brecha que "The Boats of the "Glen Carrig" abre para Ahab es importante pero también compleja ya que, si bien soy de los que opinan que su carrera artística despuntó demasiado pronto con aquel tremendo EP "The Oath" (2005) que precedió al imprescindible "The Call Of The Wretched Sea" (2006) e, inevitablemente, a partir de ahí perdieron cierta frescura con "The Divinity Of Oceans" (2009) o "The Giant" (2012) -todos ellos grandes trabajos, por supuesto-, sin embargo, con cada paso han ido ganando y creciendo sus desarrollos. Entonces, ¿la culpa es suya o nuestra? ¿son ellos los que han perdido la gracia del mar o somos nosotros, los que ya no podremos sorprendernos con una propuesta como la suya? "The Boats of the "Glen Carrig" lo cierto es que es un verdadero monstruo, levemente por debajo de "The Giant" pero igual de impactante y brutal y más trabajado en cuanto a composición, con una producción en la que las gruesas guitarras del grupo tienen cabida pero, por contra, encuentran sitio para respirar y solear entre mastodónticos riffs, como debe ser.

Poco más de una hora para, tan sólo, seis canciones de quince, catorce, once y diez minutos, siendo de seis la más breve. "The Isle" es una brisa en la que Daniel canta de manera melódica; haciendo sonar al grupo como unos My Morning Jacket bajo las delicadas armonías de Explosions In The Sky y, de no ser por esas guitarras que parecen arcos, irse tensándose poco a poco hasta generar una rigidez en la que parecemos haber despertado a un auténtico monstruo y Droste arranca esos guturales de varias octavas, arrastrándonos a las profundidades, como un dios lovecraftiano, para rematarnos en un torbellino de burbujas y sangre. Guitarras que se desperezan en gravísimas afinaciones y una batería majestuosa y profunda, alternando pasajes de violencia con aquellos de más calma en los que las seis cuerdas juguetean entre sí, como rayos de sol incidiendo en las aguas de esa isla de la canción, no sin antes volver a darnos una dentellada y acabar de manera visceral y cortante. "The Thing That Made Search" es nuestro inevitable descenso a las profundidades, nuestro cuerpo comienza a hundirse y vuelve ese vacío negro que es la garganta de Droste. Nuestro cuerpo reposa en el fondo y nuestros ojos buscan el cielo pero tan sólo escuchamos la terrible tormenta que se ha desatado y castiga con dureza la superficie del océano que es nuestra tumba antes de que se forme esa espuma de mar roja con los restos de  nuestra propia sangre en el desencuentro.

Así es "Red Foam (The Great Storm)", la más directa y quizá la más asequible para los oídos de aquellos no iniciados en el doom de Ahab (con un videoclip que, todo hay que decirlo, no le hace justicia ni a la composición ni al cuidado estético del álbum en general), Droste alterna el salvaje tono de las estrofas con estribillos más melódicos y épicos mientras las guitarras se desgarran al aire. "Red Foam (The Great Storm)" forma una primera parte verdaderamente espectacular en este  "The Boats of the "Glen Carrig" en el que todo parece encajar, con unos duelos auténticamente llenos de nervio entre Daniel y Christian. Algo que me gusta especialmente de Ahab es que no se estancan en los largos pasajes más hipnóticos sino que los aderezan con pequeños fraseos que, poco a poco, van evolucionando y abriendo nuevas melodías sin llegar abandonar nunca la principal. Consiguen algo verdaderamente difícil en un grupo de sus características que es hacerte caer y perderte en el bucle o mantra de sus temas sin que ello reste ni un ápice de atención o interés en el oyente.

Quince minutos que se desperezan como si el mismísimo Kraken hubiese despertado de su sueño en el que ese contrapunto, ese claroscuro tan típico de Ahab -y en el que Droste se desenvuelve tan bien-, sea más evidente que nunca y los segundos más melódicos se conviertan en un lamento, tiñendo de melancolía sus estrofas en la canción más grandiosa de todo "The Boats of the "Glen Carrig". "To Mourn Job" es inminentemente nocturna cuando el bajo de Stephan conduce a las guitarras en mitad de la oscuridad marina y nos ayuda a construir ese pequeño respiro de paz del que sádicamente parecen disfrutar sacándonos a golpe de garganta mientras sacuden sus guitarras, en ella hay un puente francamente glorioso que articula completamente la parte central con la recta final, forzando a acabar la canción entre robustas notas y  un Droste que parece engullirnos por completo.

"The Light in the Weed (Mary Madison)" es, como su nombre parece indicar, la más luminosa del conjunto con un lento arranque entre juguetonas notas y la voz más melódica de todo el álbum con Droste convertido en un tenor y encontrando de nuevo cierta calma en esa luz entre la vegetación que parece orientarnos y hacer que olvidemos, dejando atrás, todos los horrores pero también fascinantes momentos que hemos llegado a vivir en nuestro descenso a las profundidades insondables del océano.

"The Boats of the "Glen Carrig"  no es un disco fácil pero sí hermoso; de una belleza extraña y cautivadora en la que se mezcla la más terrible y tremenda oscuridad de las escarpadas profundidades de los estrechos más siniestros y su monstruosa y desgarbada fauna con la promesa de ver de nuevo la luz de la mañana tras estar a punto de morir ahogados por toda la eternidad. Puede que Ahab ya no nos sorprendan como con "The Call Of The Wretched Sea" pero son capaces de seguir creando monstruos y componer magníficas melodías que mantengan nuestro corazón en vilo durante más diez minutos y eso no está al alcance de todo el mundo ahora que vuelve a estar de moda lo progresivo y el doom y se aprecian, más que nunca, las carencias de aquellos farsantes que se suben al carro. Pero Ahab no, Ahab son gigantescos...


© 2015 Jim Tonic