Crítica: Steve Hackett "Beyond The Shrouded Horizon"

No estoy de acuerdo con la mayoría de críticas que he leído sobre este disco. "Te gustará si disfrutas de los discos experimentales", "lo entenderás si te gusta el rock progresivo". Totalmente falso. Para disfrutar del nuevo disco de Steve Hackett (el que fuera guitarrista de Genesis, referencia que debería ser evitada por lo obvio de la misma y la poca relación que guarda lo que hizo con lo que lleva haciendo ya muchos años) lo único que hace falta es tener buen gusto. No puedo imaginar que alguien con un mínimo de sensibilidad permanezca impasible ante canciones tan colosales como las que contiene este "Beyond The Shrouded Horizon", poco importa si te gusta el pop, el rock, el metal o el jazz, escucharlas es sumergirte en un mundo aparte para el que sólo necesitas relajarte, ponerte tus mejores cascos y permanecer atento al impresionante abanico de matices que se despliegan en un disco de estas características.

La distorsión, el feedback de "Loch Lomond" (primer corte del álbum) acompañado de los arreglos de cuerda es como llegar a escuchar el amanecer de luces azuladas que parece representar la portada, ese momento de la noche en el que la luz del nuevo día hace huir a las sombras. Adoro esta forma de entender un instrumento, no disfruto demasiado con aquellos guitarristas que basan todo su genio en rapidísimos solos, me gusta cuando la guitarra "emborrona" la atmósfera de una composición. Cambios de ritmo y una guitarra acústica bellísima inauguran la estrofa hasta lo que parecen unas gaitas que marchan bajo el marcial ritmo de la batería hasta que entra de nuevo el riff principal y un solo magnífico. "The Phoenix Flown" aprovecha el zumbido que nos deja "Loch Lomond" y evoluciona con el magistral solo que hace de guía durante todo el tema, lleno de sentimiento. 

"Wanderlust" tiene ecos de mestizaje en una guitarra muy nuestra que más bien parece un pasaje para abrir "Til These Eyes", una balada delicada y maravillosa.  "Prairie Angel" y sus sonidos de ambiente se verán rasgados, una vez más, por la triunfante entrada de la guitarra, cuyo cambio de tercio en el minuto 1:44 es verdaderamente sublime, rompe la canción por la mitad siendo acompañada por la harmónica poseída de Stev y, acaba conectando con la siguiente, "A Place Called Freedom", muy al estilo de "Til These Eyes" pero con unas voces dobladas deliciosas y unos arreglos de percusión que le sientan maravillosamente bien, como el ukelele y la flauta con la que la acaban, tan excesiva y extraña como magistral.

"Between The Sunset And The Coconut Palms" es reposada y vuelve a tener unas melodías vocales sobresalientes con un final emocionante. "Waking To Life" con la voz de Amanda Lehmann es la más étnica del conjunto. "Two Faces Of Cairo", experimental y misteriosa con la guitarra de Hackett en las notas altas, rozando una sonoridad cercana a un violín. "Looking For Fantasy" es relajada y tranquila y la guitarra vuelve a hacer de las suyas en la parte central como en "Summer's Breath" cuyas suaves notas te harán sentir la brisa ondulada del calor veraniego en plena noche. Un disco así no se compone de canciones sino de pasajes que te transportan del alba a la noche más calurosa, del misterio de la oscuridad a la brillantez de la luz del mástil de su guitarra.

El blues hace acto de presencia con la fortísima "Catwalk" de sinuosas notas, como el andar de un gato y la voz de Hackett ronca y forzada, la guitarra suena espectacular, solida y con grano, a veces saturada, otras espacial. De mis favoritas. Y llegamos al final del disco con la rarísima "Turn This Island Earth". ¿Cómo analizar una canción de casi doce minutos? Sintiéndola. Llena de cambios y todos derrochando genialidad y maestría a partes iguales; guitarras clásicas, eléctricas, bases programadas, baterías, cuerdas, un solo que es puro hard rock y atmosféricos coros que reverencian a este "Beyond The Shrouded Horizon" como uno de los mejores discos del año. No es apto para todos los públicos pero no porque haya que ser un entendido en progrock sino porque el buen gusto no abunda.
© 2011 Seymour Glass