No llego a entender por qué hay tanta gente esperando ver a Ryan Adams caer, parece que los días salvajes de Adams pasaron a mejor vida y aquel que bebía como si no hubiese un mañana, se drogaba como dieta habitual y era auténticamente impredecible en directo ahora está más interesado en cuidarse y recuperar la estabilidad. Muchos son los que le achacan tal cambio a su noviazgo con Mandy Moore pero nadie sabe el por qué excepto el propio cantautor. Creo que disfruté del "fenómeno Adams" en su justo momento, a pocos días de sacar "Gold" (2001) y su único concierto hasta la fecha en Madrid a poco de sacar aquel "Demolition" (2002), la actuación en la capital fue fría y desangelada en cuanto a la conexión que en ningún momento quiso crear entre él y su público (su telonero, Jesse Malin, ex-D Generation recién transmutado al country alternativo por aquel entonces, estuvo más simpático y encontró una mejor respuesta) pero el repertorio de aquella noche hizo que todos nos sintiésemos afortunados y de sobra recompensados. Después, canceló sus actuaciones de la gira de presentación de su disco "Rock N Roll" (2003) debido a la operación en su brazo (que tuvo el "detalle" de retransmitirnos en directo) y se olvidó de España durante mucho tiempo.
Pero si se olvidó de nosotros en directo, no lo hizo en el estudio. Lo que vino después fue una auténtica avalancha de álbumes, algunos más acertados que otros pero todos a un altísimo nivel y con grandes momentos. El doble "Love Is Hell" (2004) es una "pequeña" obra maestra y "Cold Roses" (2005) aunque contiene todos los excesos propios de la incontención de los egomaníacos álbumes dobles tiene un buen puñado de canciones, "Jacksonville City Nights" (2005) fue maravilloso, su canción "The End" es una auténtica proeza, "29" (2006) más flojo pero aún así inspirado e "Easy Tiger" (2007) y "Cardinology" (2008) aunque son más discretos siguen manteniendo un nivel más que elevado.
Llega el 2011 y "Ashes & Fire" (dejando aparte sus coqueteos con el metal y proyectos paralelos a cada cual más extraño) que no es el mejor disco de Adams y ni falta que le hace. Un álbum calmado, acústico, en definitiva; lo que mejor saber hacer el de Jacksonville. Cuenta historias calmadas, para disfrutar de su voz y la emotividad de sus lánguidas guitarras acústicas, recordándonos a Whiskeytown y sus mejores discos en solitario.
Producido por el mítico Glyn Johns en los Sunset Sound Factory de Hollywood con Norah Jones acompañándole en algún que otro tema, "Cenizas y fuego", calmará la sed de Adams por parte de los que le seguimos desde hace años y aplacará las ansias de venganza de todos los que le odian por su actitud y disfrutaban con su aparente falta de rumbo. "Save Me" o la inicial y bella "Dirty Rain" suenan reposadas pero no por ello faltas de inspiración, como "Do I Wait" o "Chains Of Love" que son de lo mejor que ha firmado en los últimos años o el bonito single "Lucky Now" (¡qué guitarras más apropiadas!) que nos recuerda al Adams de siempre. Las letras hablan de sentimientos, de amor, son intimistas, con una carga importante de emoción en todas y cada una de las canciones.
Producido por el mítico Glyn Johns en los Sunset Sound Factory de Hollywood con Norah Jones acompañándole en algún que otro tema, "Cenizas y fuego", calmará la sed de Adams por parte de los que le seguimos desde hace años y aplacará las ansias de venganza de todos los que le odian por su actitud y disfrutaban con su aparente falta de rumbo. "Save Me" o la inicial y bella "Dirty Rain" suenan reposadas pero no por ello faltas de inspiración, como "Do I Wait" o "Chains Of Love" que son de lo mejor que ha firmado en los últimos años o el bonito single "Lucky Now" (¡qué guitarras más apropiadas!) que nos recuerda al Adams de siempre. Las letras hablan de sentimientos, de amor, son intimistas, con una carga importante de emoción en todas y cada una de las canciones.
El único "pero" que se le puede encontrar a este disco es que no tiene un single claro, una canción que te ronde una y otra vez, no es una colección de grandes éxitos como "Gold", nunca llegará a sonar una y otra vez en las radios y la repercusión será escasa, casi nula. ¿Acaso importa? Un disco para disfrutar en casa, acompañado o a solas pero preferiblemente en Otoño, tan bonito que se hace hasta corto.
© 2011 Fran Farmer