Crítica: Carnifex “Necromanteum”

No ha faltado quien me ha afeado por aquello de no escribir acerca de "World War X" (2019), como si estuviese en la obligación de hacerlo; como si en esta web hubiese reseñas de "The Diseased and the Poisoned" (2008) o "Hell Chose Me" (2010) y si existe de “Slow Death” (2016) es porque, sencillamente, aquel me gustó justo por el cambio que logró la formación de Scott, dejando atrás el deathcore y entrando en otros terrenos. Pero es que, además, "World War X" (2019) supuso un bajón respecto al anterior y la pandemia se encargó de hacer el resto, frustrando una gira completa de presentación, algo que intentaron arreglar con “Graveside Confessions” (2021) y lograron en parte, a pesar de la tibieza con la que fue recibido. Es por eso que, sin haberme tatuado jamás el logo de la banda en el pecho, sí que sentí cierta desafección por su propuesta o cualquier novedad de los de San Diego. Pero, tras escuchar “Necromanteum” (2023), he de reconocer que Lewis, Arford, Calderon y Cameron, sin traicionar el deathcore que ya trabajaban y tan buenos beneficios les ha proporcionado, sin acudir a la oscuridad de “Slow Death” (2016), han firmado un disco que gustará a los seguidores del core y, por qué no, del death metal melódico; Carnifex, a pesar de recurrir al downtempo con asiduidad, tienen más que ver en “Necromanteum” con The Black Dahlia Murder que con aquellos que firmaron "The Diseased and the Poisoned" (2008) o su renacimiento con “Die Without Hope” (2014).

El riff de “Torn In Two” y la gruta en la que se convierte la garganta de Scott, ya son una muestra más que clara de que Carnifex quiere recuperar la mala hostia, algo a lo que les ayudará Tom Barber de Chelasa Grin en la operística “Death's Forgotten Children”, una épica que explotarán en la propia “Necromanteum”, más cercana a Cradle of Filth que a los propios Carnifex que, de no ser por la gruesa voz de Scott y los insistentes breakdowns, parecerían una banda muy diferente; esa que es capaz de convertirse en un torbellino traqueteante en “Crowned In Everblack" y rozar, de nuevo, esa épica gracias a los arreglos sinfónicos y las dobles guitarras de Neal y Cory, como si la banda quisiese expander sus horizontes firmando canciones como “Infinite Night Terror” o “Architect Of Misanthropy” y, con menos gracia o tino, en “How The Knife Gets Twisted” que si puede salvar el tipo es gracias a su pegadizo riff, ese que articula la parte central y se convierte en un chicle, pero también en un latigazo gracias a la infatigable labor de Shawn a la batería; lo que nunca sabré es por qué funcionándoles tan bien el trémolo, siendo jaleado por el doble bombo, y esos arreglos sinfónicos enlatados, prefieren dejarlos de lado y recurrir al envoltorio del deathcore, como si ese atrevimiento y ganas de romper sus horizontes se viesen refrenados por su conservadurismo musical y no querer abandonar la rigidez del subgénero que les ha hecho famosos. Por favor, tú que lees esta crítica; escucha las partes de trémolo en “How The Knife Gets Twisted”, además del solo, y entenderá lo que escribo, además de darme la razón.

La sincopada “Bleed More”, hermana pequeña de la anterior, pasa desapercibida gracias la final “Heaven And Hell At Once” y su encanto gótico, con cuatro minutos de bandazos deathcore convenientemente aderezados a golpe de violencia y arreglos, demostrando que Carnifex son capaces de lo mejor y lo peor en un estilo que se les ha quedado pequeño y en el que comienzan a sentirse como ese repetidor en el instituto, que se afeitaba el belfo y parecía un hombre en una clase rodeado de niños dos años más jóvenes. Y es que el deathcore es un mal subgénero para cumplir años y más cuando tienes calidad de sobra, "Necromanteum" es un disco variado -que no complejo- que podría haber resultado más agradecido si Carnifex culminasen sus ganas de crecer pero, al menos, es mejor que "World War X" (2019) y “Graveside Confessions” (2021) y eso ya es algo.

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