Crítica: Lorna Shore "Pain Remains"

Si alguien nos hubiese dicho que Lorna Shore iban a convertirse en una de las formaciones de metal con más proyección de los últimos años y que llevarían su estilo allá donde otras bandas, abanderadas de cualquier core, no han sabido hacerlo, además de sobreponerse y que un tipo con tanto talento y carisma como Will Ramos haría que nos olvidásemos de los nombre de anteriores vocalistas, pensaríamos que se trata de una broma, porque Lorna Shore tenían que haber desaparecido o haber formado parte del pelotón de otras bandas de su generación, encadenando giras de interminables carteles, hasta fenecer publicando discos genéricos. Pero no, “Immortal” (2020) fue un punto y aparte que confirmaron con "...And I Return to Nothingness" (2021). ¿Serían capaces De Micco y Ramos llevar a la banda aún más lejos o es que acaso eran un espejismo su anterior disco y EP? Lorna Shore han venido para quedarse en esta última encarnación; no sólo han sabido fusionar los arreglos sinfónicos el death metal y, en última instancia, el deathcore sino que Lorna Shore mezclan death y black sin complejo alguno, repartiendo gañidos y trémolos riffs que acaban en pig squeals en dos tonalidades; del agudo al grave y viceversa, jugando con la prodigiosa garganta de Ramos para que O'Connor nos haga caer en el más profundo de los breakdowns y Yager y Archey nos ametrallen; Lorna Shore hace mucho que dejaron de ser core, han sabido convertirse en algo más grande que toda la escena junta.

"Welcome Back, O' Sleeping Dreamer" es tan enorme que cuesta no perderse en sus vericuetos, estamos hablando de más de siete minutos de épicos coros y una velocidad espídica en la que sus célebres breakdowns suenan tan vastos o contundentes que parecen llevarte de viaje al núcleo terrestre; sabes que van a empotrarte contra el suelo cuando ves una actuación de Ramos y este se apoya sobre sus rodillas, pasando de los guturales más cavernosos al chillido más cercano a Filth que al death. "Into the Earth" es un maltrato continuo, no hay respiro, ni un solo segundo de tregua entre la batería de Archey y las guitarras de De Micco y O'Connor, mientras que en "Sun//Eater" o "Cursed to Die" son los arreglos sinfónicos los que conducen a Lorna Shore para el desarrollo de ambas composiciones, convirtiendo, por ejemplo, a "Cursed to Die" en la canción más épica de todo “Pain Remains”, pura melodía. 

"Soulless Existence" es más clásica dentro de los parámetros que manejan Lorna Shore, con una introducción de Ramos cercana al black y unas finales "Apotheosis" o "Wrath" que parecen cerrar un álbum en el que De Micco está también tocado por la gracia y una banda que parece tan engrasada y puesta a punto, tan repletos de talento y energía, como para haber grabado un álbum que pinta a la perfección el estado en el que se encuentran. Pero la sorpresa llega tras “Wrath” con la auténtica despedida de “Pain Remains”, que no es ni más ni menos que más de veinte minutos de una suite titulada como el álbum y dividida en tres partes; "Pain Remains I: Dancing Like Flames", "Pain Remains II: After All I've Done, I'll Disappear" y "Pain Remains III: In a Sea of Fire". Un esfuerzo auténticamente titánico en el que Lorna Shore entran en la narración a través de diferentes escenarios, repletos de emoción y desgarro, además de diferentes partes que, sin embargo, parecen formar un todo. 

Sé que “Pain Remains” no es un disco perfecto, no me termina de gustar la producción y, a veces, abusan del mismo formato cuando varias de sus canciones comienzan con una introducción para, acto seguido, entrar a la melé. Pero nada de ello oscurece el resultado de un álbum en el que Lorna Shore demuestran su grandeza con el gran fichaje de Will Ramos. Hay que prestar mucha atención a lo que se cuece en New Jersey…

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