Crítica: The Mars Volta "The Mars Volta"

Recuerdo cuando se publicó "De-Loused in the Comatorium" (2003) y todos creímos olvidar a At The Drive-In. The Mars Volta sonaban tan marcianos como repletos de energía, aquel y todo lo que vino después fue el más puro mestizaje entre rock de los setenta e influencias latinas, mezcladas con free jazz y arreglos a medio hervir entre la psicodelia y el hard rock que aseguraban su nombre en la historia del rock. "Frances The Mute" (2005) y, en menor medida, "Amputechture" (2006) nos hacían creer que su creatividad no tenía parangón, es verdad que “The Bedlam in Goliath” (2008), “Octahedron” (2009) y “Noctourniquet” (2012) no estaban a la altura, pero estamos hablando de discos notables que mantenían la leyenda de Omar Rodríguez López y Cedric Bixler-Zavala pero, de pronto, un apagón; The Mars Volta anunciaban su separación cancelando abruptamente todos sus planes de gira (aún conservo la entrada de su última gira) y, entonces, los titubeos, los mil y un proyectos, el regreso descafeinado de At The Drive-In y, lógicamente, también el de The Mars Volta. Un retorno que, tras el subidón del anuncio, planteaba más interrogantes que certezas, más miedos que alegrías, ¿serían capaces de grabar algo a la altura de los discos anteriores? La respuesta, como podrá apreciar el lector, es que no; The Mars Volta han grabado un álbum aceptable, en el que todo suena estupendamente bien pero sin originalidad o riesgo, un disco en el que la ausencia de título podría significar que es el que mejor representa el espíritu de la banda o desgana e indecisión, inclinándose por esto último todo aquel que se atreva a escuchar un álbum en el que hay talento y oficio, pero falta inspiración, falta esa originalidad y sensación de estar derrochando genialidad de los discos anteriores, cuando The Mars Volta, hasta en sus momentos más bajos, eran capaces de hacerte viajar sin necesidad de ninguna sustancia adicional.

Omar es un maestro y la característica voz de Cedric es toda una garantía, como ocurre en “Blacklight Shine” , Eva Gardner y Marcel aportan la especia en la base rítmica, todo debería pero no es así, tras el entusiasmo que contagia la primera canción del álbum, “Graveyard Love” no termina de despegar y “Shore Story” confirma que el disco carece de fuerza; no hay destellos de hard rock, ni falta que haría, pero tampoco hay esa sensación de peligro, de estar adentrándonos en otros territorios inexplorados, de estar mezclando colores que no deberíamos, no hay ese estallido y la experiencia de escuchar a The Mars Volta pierde todo su voltaje. “Blank Condolences” resulta exasperante y quizá “Vigil” y su desgarro en la letras, además lo accesible de su melodía, es la única que termina de calar de la misma forma que aquel que está a punto de ahogarse intenta agarrarse a cualquier cosa que flote. 

Como es el caso de “Que Dios Te Maldiga Mi Corazon”, quizá la única que más recuerde a lo que antiguamente despertaban en uno, aunque son apenas dos minutos y “Cerulea” pida tanto prestado a Bon Iver que termine por desconcertar, como es también el caso de "Flash Burns From Flashbacks" o “Palm Full of Crux”, composiciones que pasan sin pena ni gloria y que exigen todo el esfuerzo por parte del oyente por intentar recordarlas, increíble viniendo de aquellos que alguna vez firmaron “The Widow” o “Televators”. “No Case Again” o la acústica “Tourmaline” no arreglan un disco en el que cuesta quedarse con una canción y aparentes descartes como “Equus 3” o la final “The Requisition” son lo mejor de canciones que, pese a todo el buen gusto del mundo (“Collapsible Shoulders") no terminan de calar.

He estado escuchando estos últimos meses “The Mars Volta” y, al final, me he decidido a reseñarlo por lo mismo que intenté exprimirle todo el jugo al de Billy Howerdel y, sin quererlo, pasó a un segundo plano hasta que me olvidé por completo de sus canciones. Lo mismo que me ocurre con estas de Omar Rodríguez López y Cedric Bixler-Zavala en las que creo que hay más excitación por mi parte, que por la suya. Estoy deseando verlos de nuevo en directo este verano, quizá ese sea su hábitat natural y en donde desplieguen todo aquello que aquí echo en falta.

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