Crítica: Red Hot Chili Peppers "Unlimited Love"

¿Conoces esa sensación de cuando sabes que un disco no va a merecer la pena desde que te enteras de que la banda está componiendo para él, que va a ser una decepción? Pues eso exactamente es lo me dijo mi chica que pasaría con “Unlimited Love” desde su concepción, tras el subidón de saber que Frusciante volvía al redil. Y es que el tiempo pone a cada uno en su sitio; siendo la salida de Josh Klinghoffer, quizá una de las marchas más vergonzosas que la banda californiana ha experimentado en sus casi cuatro décadas de historia. He de reconocerlo, Josh me engañó; procedía del círculo interno de los Peppers, asistente de Frusciante, amaba tanto como yo los pedales y pensé que al guitarrista le gustaba colorear la señal de sus guitarras, nada más lejos de la realidad; según él mismo aseguro en su última entrevista con Rolling Stone, hace dos años, no sabía apenas tocar la guitarra y cuando fue elegido para reemplazar a Frusciante, fue por el mero hecho de ser alguien de confianza, una persona discreta que no añadiría más tensión a una banda rota y mucho menos a una dictadura como es la de Flea. Así, cuando el bajista más hippie, libre (pero, paradójicamente, dictatorial) y uno de los mejores que han parido los noventa, comenzó de nuevo el cortejo de un Frusciante que se dejaba querer y lanzaba el mensaje de querer volver, Josh fue el último en enterarse hasta que el bajista le citó en su casa y junto a unos mudos Smith y Kiedis, le despidió sin miramientos, anunciando esa misma tarde el regreso de Frusciante en las redes sociales de la banda, y Josh trataba de asimilarlo mientras todos sus conocidos le escribían para preguntar si era verdad lo que habían leído. 

Pero si Josh nos engañó a muchos, los Peppers no, "I'm With You" (2011) era un disco flojo que contenía canciones que nos recordaban lo que habían sido; "Brendan's Death Song", el autoplagio de "Look Around", "Factory Of Faith" o "Monarchy Of Roses", singles como "The Adventures of Rain Dance Maggie" que, sin embargo, perdían comba frente al despropósito que fue “Stadium Arcadium” (2006), un disco con buenas canciones al que lastraba la poca contención. Sin embargo, lo peor estaba por llegar con “The Getaway” (2016), un álbum en el que queremos culpar a un Josh que, a pesar de figurar en los créditos, su aportación es mínima. Y así, nos plantamos en diciembre del 2019, el anuncio del regreso de Frusciante y las ilusiones de todos por su vuelta, como si con ella pudiesen hacernos viajar a todos en el tiempo, cuando los Peppers grabaron "Californication" (1999) y encadenaron, sin saberlo, quizá su época de mayor éxito con "By the Way" (2002) y "Stadium Arcadium" (2006).

Es la falta de contención, las ansias de querer ser relevantes de nuevo y marcar la diferencia, las que hacen que “Unlimited Love”, a pesar de poseer los ingredientes (Frusciante, Smith, Flea y Kiedis, grabando con Rick Rubin) fracase estrepitosamente. Los Peppers siempre han sido más de canciones que de discos y los formatos dobles les quedan grandes, diecisiete/dieciocho canciones, más de una hora de nueva música, se les hace cuesta arriba en un disco en el que las canciones surgen de una jam entre Flea y Frusciante pero cuando han sido grabadas no han dado ese salto por el que deberían convertirse en composiciones plurales (en las que los cuatro miembros aporten) sino que conservan toda la naturaleza de pequeñas jams en las que hay buenos momentos pero también kilos y kilos de grasa, de sobrante, con un Kiedis que nunca ha sido Cervantes o Joyce, pero que en “Unlimited Love” firma algunas de las peores letras de los Peppers; “Steve Miller and Duran Duran, the Joker dancing in the sand. Van Morrison, the Astral man, the festival of hurricanes, And then I will be your poster child tonight. La-da-da-da, bum-bum-budum”, o como canta en “Veronica”; “My name is Nebraska. I live in a matchbox of Omaha. It's nothin' fantastic. We love you the same way, yeah” y versos en otras como “The color of your eyes was stolen from thе sky and earthquakes nevеr need to lie”, un derroche de poca inspiración por el que parece que ha escrito las nuevas canciones en un descanso en el estudio.

Que “Black Summer” fuese el primer single ya auguraba lo peor, no porque sea una mala canción (tampoco una buena) sino porque, supuestamente, sería la más resultona del nuevo álbum, y con todo es quizá la más reconocible con una guitarra de efecto acuático que no termina de despegar, un solo prescindible, y un estribillo que evoca la psicodelia de The Jefferson Airplane. "Here Ever After" y "Aquatic Mouth Dance" podrían haber formado parte de “The Getaway” y ni siquiera los metales (saxo, trompeta y trombón) son capaces de evocar al querido Coltrane de Flea, nada más lejos de la realidad que produce estupor escucharlo porque se sienten artificiales en una canción que no funciona, aunque sea de lo mejor de un álbum que hace aguas por todos lados. "Not the One" es aburridísima con Frusciante desaparecido en combate, mientras que “Poster Child” no es el regreso al funk que muchos nos quieren vender, suena a cabecera ochentera de un corto de Barrio Sésamo. “The Great Apes” tarda en arrancar e "It's Only Natural" parece un descarte de “The Getaway”, mientras medianías como "She's a Lover", "Whatchu Thinkin'", "Bastards of Light" y "White Braids & Pillow Chair" sumergen al oyente en la sensación de estar escuchando fragmentos de canciones con un tempo y ánimo parecido, en las que hay “profundísimas” reflexiones como en "One Way Traffic" y bajadas a los infiernos del tedio con "Let 'Em Cry" o "The Heavy Wing", compartiendo espacio con un single mediano como "These Are the Ways" (que posee quizá el único riff de verdad pegadizo del álbum) y una acústica como final, “Tangelo”, que pretende evocar el sentimiento de aquella joya llamada "Road Trippin'" que quizá nunca jamás sean capaces de repetir.

Todo lo que tenían que darnos ya nos lo han dado, pero también es verdad que “Unlimited Love” da la sensación de poco esfuerzo, de pocas ganas. Si sirve para que Frusciante vuelva a la banda y nosotros disfrutemos de los cuatro de nuevo en directo, bienvenido sea, pero jamás volverán a grabar nada remotamente similar a "Blood Sugar Sex Magik" (1991) y emocionarse porque Kiedis se quite la camiseta o Frusciante rasgue su guitarra sin ganas, sólo demuestra lo ilusos que podemos llegar a ser sus seguidores queriendo revivir noches que jamás volverán. Está bien, ya lo hicieron, no nos enfademos con ellos, disfrutémosles y no les pidamos nada más, aunque no creo que nadie les pida “Poster Child”, “Black Summer”, “Tangelo”, "Whatchu Thinkin'" o "The Great Apes" en cualquiera de los conciertos de su próxima gira. Veo sus fotos promocionales y parecen pasárselo pipa, pero escucho “Unlimited Love” y no entiendo por qué tanto descojone, me parece un disco triste, la antítesis del elán vital de los Peppers, como la imposibilidad de escuchar un disco depresivo de Van Halen. 

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