Crítica: Ace Frehley “10,000 Volts”

Si me pinchas no sangro, si alguien me hubiese contado que Ace Frehley, en pleno 2024, sacaría un buen disco de rock, sin complicaciones, con canciones resultonas y pegadizas, habría pensado que me estaba mintiendo, no porque dudase de él sino porque no me esperaría un nuevo álbum como este. Y es que el bueno de Ace lo ha tenido difícil en los últimos años, es cierto que ha mantenido el tipo con discos como el excepcional “Anomaly” (2009) o resultón era “Space Invader” (2014) -en el que, además, pude disfrutarle en su gira en solitario- y, en menor medida “Origins Vol.1” (2016) y su consecuente volumen, “Origins Vol.2” (2020), “Spaceman” (2018) en una carrera que parecía en estado de hibernación con “Trouble Walkin’” (1989), “Frehley’s Comet” (1987) y, por supuesto, el estupendo “Ace Frehley” (1978) pero si escribo asegurando que han sido años difíciles es porque el cruce de declaraciones no le han sentado nada bien y sus ex compañeros han aprovechado para cargar con toda su artillería, nada que objetar a Gene o Paul (les debo demasiadas horas de diversión, como compañía), pero la imagen pública de Ace quedaba en entredicho cuando confirmaban su poca participación en aquel magnífico regreso de la formación original que supuso “Psycho Circus” (1998) y saber que el bueno de Kulick había tocado más o Thayer era la guitarra principal, descubrir que Ace prefería pasarse el tiempo jugando al cinco contra uno, en lugar de ensayar y todo aquello que Gene o Paul creyeron conveniente airear y que, en mi opinión, concluye con el desaire definitivo y es el supuesto último concierto de la banda sin ningún tipo de guiño o presencia de Peter o Ace pero tampoco Vinnie o el mencionado Kulick, habría sido fantástico ver a cualquiera de los cuatro músicos, compartir unos segundos con Kiss en lo que parece ser su último concierto. Pero, lo cierto es que Ace o su mánager ya lo sabían o lo esperaban y sus seguidores, por desgracia, también lo intuíamos, pero lo que nunca podríamos haber esperado es la publicación de un disco como “10,000 Volts” (2024) que, no nos engañemos, no es capaz de mirar de frente a “Space Invader” (2014) o “Anomaly” (2009) pero suena fresco y entra de un tiro.

Es hacerlo sonar y “10,000 Volts” atruena magníficamente bien, con fuerza y gancho, además de ese puntito simpático que tan bien sabe manejar Ace, hard rock despreocupado para aliviar nuestras penas, buen estribillo y coro, solo sabroso y en el momento adecuado para enlazar con el puente y, de nuevo, el estribillo. Simple como el funcionamiento de un botijo, pero efectivo, tanto como el single “Walkin’ On The Moon”, un medio tiempo con un videoclip de auténtica serie B, pero guitarras 100% reconocibles y una melodía magnífica, Ace sabe lo que se hace y tiempla los ánimos con “Cosmic Heart” hasta el estribillo lleno de sabor, para volver a subirnos a la montaña rusa con “Cherry Medicine”, con la batería de Anton Fig totalmente pensada para el directo, un estribillo de tinte adolescente y directos al corazón con la balada, “Back Into My Arms Again”, sonando plenamente ochentera, para encarar el cambio de cara de manera mucho más fiera en “Fightin’ For Life” y un estribillo puramente Kiss.

Es verdad que hay canciones que no pegan tanto, que el disco no funciona como un todo pero también que no baja el nivel estrepitosamente y cuando suena el cencerro de “Blinded” es inevitable no sonreír y sentirse como en casa (si lo tuyo, como lo mío, son Kiss, si no olvídate), una magnífica subida de nivel en “Constantly Cute” e intensidad en “Life Of A Stranger” con el órgano de Eric Ragno dotando la canción de la carga emocional que necesita, para concluir con la divertida (de nuevo, plenamente Kiss), que es “Up In The Sky”, como auténtico cierre, ya que “Stratosphere” es una instrumental interesante pero tan sólo puede ser entendida como coda del álbum. Un disco que no nos descubre nada nuevo, al que muchos no le darán siquiera su oportunidad, pero que es tan ligero, agradable y divertido que es capaz de borrar el nubarrón más gris de tu vida y confirma innecesariamente el talento de Ace, pero eso tú y yo ya lo sabíamos.

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