Crítica: Puscifer "Existential Reckoning"

Siempre me ha resultado curioso que el primer álbum de Puscifer fuese publicado hace casi catorce años (aunque sus huellas puedan rastrearse mucho antes, que sí…), “V Is for Vagina” (2007) y, sin embargo, muchos acudan a la banda de Maynard esperando encontrarse trazas del genio exhibido en Tool o A Perfect Circle, cuando el vocalista entiende a Puscifer como una salida por la tangente, una forma de hacer la música que le gusta sin tener que justificarse, ni satisfacer ninguna expectativa. Pero tras la publicación de “Fear Inoculum” (2019) sus seguidores se han multiplicado exponencialmente y, lo peor de todo, se han polarizado; entre aquellos a los que la banda de Adam Jones les parece completamente sobrevalorada y la miran con desdén y esos otros para los que Maynard es un Dios, quizá sea por eso que el cuarto álbum de Puscifer, este que nos ocupa, "Existential Reckoning" (2020) haya sido tan esperado y muchos sigan encontrando un regusto a A Perfect Circle que, por mucho que uno quiera, no aparece a lo largo y ancho de sus surcos, como para querer encontrarse un riff de Jones, una línea de Chancellor o una polimetría de Carey. El problema es el aproximamiento, por supuesto que sí pero, por otro lado, no seamos hipócritas; Puscifer poseen relevancia y sus justificada presencia en los festivales de media Europa por Maynard Keenan.

 

"Existential Reckoning” es un disco marciano en su concepción, creado para desconcertar, desde la portada de Daniel Martín Díaz, hasta el uso compulsivo del sampler Fairlight CMI (siempre he dicho que había una conexión entre Peter Gabriel y Maynad, no estoy loco) y unas composiciones, a veces minimalistas otras no tanto, pero en las que predomina el medio tiempo y hace que cuando llegues al final, sientas un ligero sopor en el que uno es del todo incapaz de diferenciar una de otra. Quedándose "Bread and Circus", "Apocalyptical" o "The Underwhelming", "Bullet Train to Iowa" o "Bedlamite" como principales valedoras de un disco tan estudiado para resultar innovador, tanto como retro (y esa sensación ochentera a causa del sampler) como marciano, pero no fresco o diferente de manera natural como “Conditions of My Parole” (2011). Dicho esto, a Maynard se unen Mat Mitchell y Carina Round para, tras cinco años, llevarnos de la mano en canciones cuya principal baza es el juego de voces entre el propio Kennan y Round. 

 

“Bread And Circus” me parece una genialidad, como el ritmo completamente vocal de "Apocalyptical" o mi favorita; el single "The Underwhelming", tan elegante como sexy. Pero al nuevo disco de Puscifer lo hunden números como “Grey Area”, la lentitud desacompasada de “Theorem” o la frialdad de “UPGrade”, una canción de siete minutos como “Personal Prometheus” que es quizá la más bella de todo el disco pero a la que la traiciona la duración y, por supuesto, canciones menores como “Postulous” o “Fake Affront”, mientras que otras pasan, desgraciadamente, desapercibidas (“A Singularity”) por su tratamiento tan sintético, ese mismo que beneficia a otras, como "Bullet Train to Iowa" o "Bedlamite". Convirtiendo a "Existential Reckoning" en un disco de lo más irregular por cómo llevan a cabo sus ideas pero, paradójicamente, con ese mencionado sonido “tan regular”, por homogéneo, que puede llegar a hundirte en el mayor de los sueños..

 

Siempre hay quien justifica cualquier producto que su ídolo publica y está bien, por supuesto que sí, porque si tengo que quedarme con algo del nuevo disco de Puscifer no es la composición, algunas de sus canciones, la producción, lo original del tratamiento del sampler, la portada de Díaz o el trabajo de Mitchell y Round sino la voz, la puta voz tan preciosa de ese genio malhumorado y distante que es Maynard Keenan y por el que, maldita sea, merece la pena escuchar casi cualquier cosa, incluso este disco.


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