Crítica: Behemoth “A Forest”

No seré yo el que se queje de que una banda publique nuevo material, aunque este parezca más un single que un EP. Tampoco seré yo el que se queje de que los artistas de algo tengan que comer, o de que Adam Darski haya tenido que aparcar su proyecto Me And That Man, frustrar la gira de presentación de su nuevo trabajo, "‘New Man, New Songs, Same Shit, Vol. 1”, enclaustrarse en casa y, además de hacer yoga y subir mil ‘stories’ al día en Instagram, dedicarse a vender memorabilia de Behemoth o publicar “A Forest”. No seré yo tampoco el que se queje porque amo la música de Behemoth, pese a todo el azúcar de los últimos años y la actitud, claramente mercantilista, de aquel artista al que una vez muchos entendimos de otra forma. Hablar de la decepción que supuso "I Loved You at Your Darkest" (2018) ya no tiene lugar porque es un hecho más que constatado que el polaco quiere acceder a las masas a fuerza de domesticar el sonido de un monstruo como Behemoth que una vez firmaron discos como “Evangelion” (2012), “The Apostasy” (2007), "Demigod" (2004) o uno de mis favoritos, "Zos Kia Cultus (Here and Beyond)" (2002), pero algo cambió tras “The Satanist” (2014) y el éxito de aquel. Imagino que Nergal fue testigo de los dividendos, de cómo crecía su cuenta bancaria, de cómo sus conciertos se abarrotaban de chavales que antes escuchaban rock, poco de dubstep o dos canciones de Kendrick Lamar y ahora asistían a un concierto de Behemoth creyéndose más malos que el propio Jon Nödtveidt y no tengo nada en contra, nada, hasta que el sonido de Behemoth ha empezado a resentirse y entiendo que Nergal está más interesado en alcanzar más a ese público que de conservar a los que comprábamos los mencionados discos anteriores.

“A Forest” es un reflejo de todo eso; siempre me ha parecido interesante que una banda de metal se atreva a versionar canciones que escapan de sus patrones artísticos; siempre es excitante escuchar una versión de otro género que, por ejemplo, asistir a la enésima versión de Bathory, King Diamond o Maiden y, en eso, tengo que darle la enhorabuena a Nergal. “A Forest” de The Cure (contenida en "Seventeen Seconds", 1980) no es solamente una de mis canciones favoritas de la historia (aquel disco está muy presente en mi vida) sino que me parece ideal para que un artista de metal (me da igual qué subgénero de este) se atreva con ella. Pero, lamentablemente, la versión de Behemoth, aún gustándome, no me parece la definitiva y hay muchos motivos; las guitarras están poco presentes (como en todo el EP) y la participación de Niklas Kvarforth es puramente anecdótica, no aportando nada en absoluto; ¿puede alguien decirme qué ocurriría si Nergal se hubiese atrevida a solas con ella? Nada en absoluto. Como tampoco me apasiona el video, lejos de la cuidada estética, no entiendo la historia que narra y me parece ridícula las interpretaciones de Niklas y Nergal. Insisto, estéticamente es impoluto, funciona y posee fuerza pero me parece vacío de contenido, pura fantasía de imaginería pretendidamente oscura de un personaje supuestamente real como el oscurísimo Niklas Kvarforth (al que Nergal parece decidido a echar una mano en su carrera y se lo merece ya que Shining han firmado grandes discos, adoro "Halmstad" de 2007) que me sigue chirriando en este proyecto y un Nergal decidido a disfrazarse, aún cuando, ni él ni nadie, tenga muy claro el porqué. La versión en directo ahonda en este sentimiento y parece incluida con el único pretexto de dejar claro cuándo el público tiene que aplaudir o jalear, pero evidencia -más que nunca- que carece del clímax de la de Robert Smith.

Lo interesante de “A Forest”, empero, no es la versión sino las canciones "Shadows Ov Ea Cast Upon Golgotha" y “Evoe” en las que intento adivinar cuál es su papel; si son descartes del álbum anterior o son nuevas composiciones escritas tras "I Loved You at Your Darkest" y reflejan lo que podemos esperar de la banda. Ambas son interesantes pero las guitarras son inexistentes y han perdido fuerza, además de inclinarse por una línea excesivamente melódica, además de una estructura simple como el funcionamiento de un chupete. Por el contrario, Inferno está soberbio a la batería y si podemos catalogarlas como metal es por los guturales de Nergal (moderados, eso sí) y la labor tras los parches.

En definitiva, “A Forest” plantea tantos interrogantes como satisfacción en su escucha y más que un regalo se confirma como un aperitivo cuya única intencionalidad es la de hacer caja durante unos meses en los que los artistas están sufriendo esta crisis, tanto como el ciudadano de a pie. Tan sólo espero que los próximos lanzamientos sean guiados por otro tipo de hambre, la creativa...



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