Crítica: Bullet For My Valentine “Gravity”

Leo las entrevistas a Matt Tuck y se me ponen los pelos de punta por su ingenuidad, está convencido de que “Gravity” será el álbum que haga despuntar a Bullet For My Valentine, que les haga romper en las listas y ser cabezas de cartel, codearse con otras bandas de “nueva hornada” que parecen querer tomar el relevo a las eternas vacas sagradas. Se me antoja ingenuo porque da toda la sensación de haber sido víctima de la industria y de su discográfica que parecen haberle dictado cómo debe sonar su nuevo álbum. “Gravity” es un horror, seamos honestos, un auténtico horror en el que nada funciona; la producción es tan sintética y artificial que Bullet For My Valentine parecen haber perdido sus propias señas de identidad, no se trata de la procesadísima voz de Tuck, el sonido de la batería de Bowld (que sustituye a Michael "Moose" Thomas y, lo más sorprendente, ha colaborado en la composición) o ese acabado más propio del metalcore adolescente mezclado con el pop más malo, fácil y digerible o que parezcan estar transitando el mismo camino de Linkin Park hace diez o quince años, sino que esas ansias de crecer y llegar a un público más amplio les han pasado factura en unas canciones de esquema bobalicón y escasa complejidad, repetición de estribillos, coros y…. ¡ausencia de guitarras! ¿Dónde están los solos, por qué los riffs no suenan con la presencia que deberían? Las guitarras de Padge y Matt suenan domesticadas e inofensivas. No culpemos a la electrónica y sus arreglos, tampoco a Carl Brown por la producción (como el mandado que es) o al siempre genial Colin Richardson ("Don't Need You" es la única con un poco de fuerza, agresividad y su riff, por lo menos, se escucha a buen volumen), culpemos del desaguisado de “Gravity” a Bullet For My Valentine por creérselo, por venderse al mejor postor y haber cedido a la presión.

Lo peor de todo es que si “The Poison” (2005) o “Scream Aim Fire” (2008) nos mostraban a una banda joven y sedienta de sangre, con rabia y repletos de guitarras, en “Fever” (2010) parecían redondear su apuesta y, frente al bajón que supuso “Temper Temper” (2013), se sacaron de la manga un álbum como “Venom” (2015) que nos hacía recuperar la fe en ellos, callaba bocas y, lo mejor de todo, dejaba el futuro abierto a lo que debería ser su gran obra porque “Venom”, no nos engañemos, tampoco era la cuadratura del círculo pero si un álbum digno y con buenas ideas. Un solo tropezón (“Temper Temper”) y un disco que les había devuelto al mapa (“Venom”) y muchos volvíamos a darles la oportunidad en directo. ¿Qué podía salir mal?

El desconcierto comienza con "Leap of Faith”, una canción puramente pop y así es su acabado; es pegadiza, claro que sí (porque su estribillo se repite, sólo por eso), pero también indigna; no hay valentía alguna y la voz de Tuck suena como si hubiese respirado helio. La base rítmica de Mathias y Bown suena igual de artificial y poco orgánica, tanto como “Over It” (plagio al sonido de Linkin Park en la melodía de Tuck en el estribillo). En "Letting You Go" cuentan con la ayuda de Rob Caggiano (Anthrax, Volbeat) y no podría extrañarme más la ausencia de guitarras en una canción que parece más cercana al dubstep que a cualquier cosa que hayan firmado Bullet For My Valentine, pero también Caggiano con cualquiera de sus bandas (y me estoy acordando precisamente de The Damned Things, no de Anthrax o Volbeat…)

El disco no mejora con “Not Dead Yet” y sus odiosos “Oh, oh, oh, oh”, con Bullet For My Valentine evocando el actual mundo de confeti y curry de Coldplay, la lentísima "The Very Last Time" con esos arreglos enlatados o el chiste que es “Piece Of Me” en el que la caja (‘snare’) de Jason Bowld suena horrenda y distrae la atención o la ñoñez más absoluta de “Under Again”. Me cuesta entender que Bullet For My Valentine decidan comenzar casi todas las canciones del álbum con Matt cantando plenamente procesado, sobre una base electrónica, hasta que la banda entra y abusen de esos “Oh, oh, oh, oh”, como en la propia “Gravity”, o compongan canciones dignas del peor Shinoda (“Coma”) y crean que una despedida acústica, como la sensiblona "Breathe Underwater", les abrirá la puerta a los escenarios de Wacken o Hellfest…

Matt, amigo mío, siempre que puedas elegir con quién casarte; hazlo con la diosa sabiduría porque la diosa de la abundancia se pondrá celosa y acudirá a por ti. Si buscas el dinero fácil, el éxito y el reconocimiento, vender muchos millones y actuar como artista principal en los grandes festivales europeos puede ocurrir, de hecho te está pasando (que te hemos visto hace un mes en directo, nadie nos lo está contando sino que lo hemos vivido en primera persona), que actúes a plena luz del día; tu último disco se lleve las puntuaciones más bajas, la crítica te ignore, tu público te desdeñe y te des cuenta de que aquellos que te aconsejaron, quizá se equivocaban. Seguimos a la espera de la continuación de “Venom”, “Gravity” es un error que nunca debería haber ocurrido y lo sabes…


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