Crítica: Michael Romeo "War of the Worlds, Pt. 1"

Hay muchas cosas que me gustan de Michael Romeo y este álbum, “War of the Worlds, Pt. 1” (del que, por suerte, ya sabemos que habrá segunda parte) y que bien podría considerarse como su debut si tenemos en cuenta que “The Dark Chapter” (1995) obtuvo una difusión más bien escasa y han pasado la friolera de veintitrés años para que el guitarrista y cerebro de Symphony X haya regresado por todo lo alto. La principal es que Romeo logra que lo difícil parezca sencillo; el equilibrio entre su virtuosismo y pulida técnica no resta un ápice de disfrute a la escucha del álbum, por otra parte; la sabia decisión de hacerse rodear de músicos vivos y no una caja de ritmos y él interpretando todos los instrumentos logra que, como oyentes, no nos aburramos, además de dotar al disco de ese sentimiento por el cual escuchamos a una banda interpretar las canciones y le confiere aún más dinamismo. A Romeo le acompañan el simpático John DeServio (Black Label Society) y John Macaluso (Labÿrinth o Yngwie Malmsteen) a la base rítmica y Rick Castellano a las voces, siendo quizá ese último el que se sienta más desubicado; la voz de Rick es bonita y versátil (nada más que hay que escucharle en “Djinn” y sus aires orientales) pero en ocasiones tira demasiado al power, además de sonar excesivamente pulida o trabajada en el estudio, lo que es aún peor. Por otro lado, hay que reconocerle su valía, posee fuerza y un bonito timbre que a todos nos recordará a James LaBrie (antes de que al vocalista de Dream Theater le diese por el azúcar, todo sea dicho). Pero igualmente, un poco de sentimiento, de imperfección y menos contención le habría sentado maravillosamente bien a un álbum que posee de todo; hay arreglos sinfónicos (a lo largo de todo el disco pero, en especial, en “Introduction” en el que sentimos desconectar gracias a una introducción atípica, de corte cinemático, como ocurre también con “War Machine”), un poquito de progresivo, power, hard e incluso thrash, todo sazonado bajo una capa de acabado ‘tech’ francamente estupenda, a lomos de varios compases diferentes y la capacidad de Romeo para entrar y salir de las canciones como solista y, sin embargo, estar al servicio de las composiciones, sin que su presencia se torne repetitiva o una exhibición atlética sin sentido.

“Fear The Unknown” y todo parece acelerarse, las guitarras de Romeo cortan y Castellano está estupendo, logran sonar actuales sin traicionar los gustos estéticos del power más prog, la repetición del melodioso estribillo y el solo de Romeo suben la nota, creando una canción que engancha desde el primer segundo. “Black” es la más ‘thrashy’, pero mezclada con algo de groove. Simpática y sorprendente suena “Fucking Robots” en la que estos parecen cantar la estrofa para dejarle el estribillo a Castellano, en una refrescante mezcla de dub con sinfónico y power-prog. Las sorpresas se multiplican, “Djinn”, posee unas guitarras majestuosas, acentuadas por los arreglos, además de todo el influjo oriental del que Romeo (magnífico solo) y un excepcional Castellano son capaces. ”Believe” parece ser el peaje que todo álbum debe pasar y es el de la balada, en este caso ‘power-ballad’ con Castellano sonando muchísimo a LaBrie, transformándose casi en un medio tiempo. No será el único precio que pague Romeo, “Constellations” es aún más sensiblona pero, curiosamente, funciona mucho mejor.

“Differences” se ve engrandecida por los arreglos sinfónicos y los coros, además la guitarra de Romeo está acertadísima en su tono; sabe sonar plenamente prog tanto como hard y ‘shreddear’ sin complejo (así es como entiendo a un verdadero genio de las seis cuerdas, lejos del ejercicio olímpico en las pulsaciones). “Oblivion” posee la fuerza y la melodía y en ella tengo la sensación de que este sería el álbum que le habría gustado grabar a Mike Portnoy y sus Sons Of Apollo, lejos del relamido y artificial acabado de aquel en el que todo suena, pero nada convence, pareciendo una banda de lujo al servicio del capricho del batería.

Un álbum breve; diez composiciones que, pese a algunos momentos de menor intensidad, convence en su nota final y, lo más importante, deja con ganas de más y logra que contemos los días para “War of the Worlds, Pt. 2”. Odio la expresión, pero si buscas el adjetivo ‘brutal’ en el diccionario; estoy convencido de que aparece una foto de Michael Romeo sonriendo, guitarra en ristre, sosteniendo una copia de este álbum…

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