Crítica: Parkway Drive “Reverence”

Naces, creces, tu cerebro se reblandece, te reproduces, te pica el bolsillo y, si eres músico, publicas discos mediocres en ese difícil equilibrio entre acercarte a la cuarentena, aceptar que todos los chavales metalcoretas, con el logo de Parkway Drive tatuado en el antebrazo, ya no les interesa lo que haces actualmente e intentas revestir un álbum sin inspiración, de clara intención comercial, en el tan buscado disco de madurez de cientos de bandas (como si esta pudiese buscarse y comprarse al peso en cualquier supermercado) que se niegan a aceptar que su momento ya pasó; que aquellos riffs y empujones en las primeras filas fueron tan fugaces como un amor de verano o el acné veinteañero de aquellos que les jaleaban, que cumplir años no garantiza la madurez, la genialidad o haber aprendido lo que tampoco te entraba una década antes, mientras esos chavales tapan sus tatuajes con la camisa en la oficina, el mono en la fábrica o, mucho peor, la misma inseguridad; un tatuaje vikingo y, entonces, te percatas tarde de que tu música nació con una obsolescencia programada. Esto es lo que les ha ocurrido a Parkway Drive en “Reverence”, en una escena en la que falta que alguien sea capaz de dar un golpe en la mesa con un álbum que la justifique años después del hype, y van....

Poco queda de aquellos que publicaron “Deep Blue” (2010), “Atlas” (2012) o, mi favorito, “Horizons” (2007) y que han logrado que “Ire” (2015) parezca una obra maestra en comparación con “Reverence”; un disco blando, sin intensidad o agresión alguna, lo que no tendría que ser algo negativo si evidenciase un buen trabajo de composición y una inspiración que se tradujese en melodías memorables, estribillos y riffs que perdurasen pero no es el caso. “Reverence” está repleto de riffs vigorizados con Pelargón pero carentes de peligro, poco originales, de factura estándar y solos que hemos escuchado mil millones de veces antes, no hay ni un sólo segundo de música original que nos haga creer que Parkway Drive de verdad han movido ficha y tienen una dirección o un chispazo de genialidad. El material de “Reverence” es la continuación de lo exhibido en “Ire” pero con un envoltorio más grueso, las mismas canciones con melodías olvidables y el groove de Five Finger Death Punch. Un disco tan prescindible y absurdo, tan olvidable en la constante repetición de sus estribillos que pelea en dura pugna por la última posición junto a “Catharsis” de Machine Head. ¿Qué nos esperábamos? ¿De verdad creíamos que Parkway Drive nos asesinarían con una sonrisa en sus labios? ¿De verdad creímos sus declaraciones, en las cuales afirmaban que “Reverence” sería más contundente y agresivo que “Ire”? ¿Acaso es una hazaña grabar algo más agresivo que aquel, estamos locos? Quizá no les pedíamos tanto, tan sólo algo de esfuerzo.

No faltarán las voces que lo justifiquen, que crean estar escuchando un buen disco o les valga cualquier cosa, que no hayan escuchado “Horizons” o les ciegue la nostalgia, que se hayan sumado a sus filas en “Ire” o consideren “Got Your Six” (2015) de F5DP como disco de cabecera. Si su primer single, “Wishing Wells” (por cierto, con un videoclip verdaderamente horrendo en el que somos testigos de cómo McCall sobreactúa la interpretación de la canción hasta el ridículo más espantoso) no nos convenció a muchos por culpa de esa introducción hablada, un clímax demasiado forzado y una instrumentación excesivamente pobre, fue “The Void” la que consiguió defraudarnos del todo; el fuerte sentimiento al grupo de Moody, Kael y Zoltan y un estribillo que suena tan prefabricado como previsible (como las guitarras de Jeff y Luke) en una canción cuya estructura es tan compleja como el funcionamiento de un chupete, hicieron el resto. 

“Prey” parece escrita con la clara intención de levantar al público en un festival, pura autocomplacencia en su sonido y un error en la compresión de la batería de Gordon (algo incomprensible a lo largo del disco), los arreglos y sus coros pregrabados, egolatría de aspecto sintético, repetición una y otra vez del estribillo, Winston por Moody y Luke por Zoltan. Sin embargo, no será lo más patético que escuchemos en “Reverence”, al oyente más experimentado -aquel que haya mamado los noventa- no le costará imaginarse la voz de De La Rocha en “Absolut Power” (“Absolut Powah!”) y ese ridiculísimo fraseo de Winston. Fútiles ejercicios de querer sonar actuales en “I Hope You Rot” (irritante el estribillo, verdaderamente irritante), en lo que parece un intento desesperado por no perder relevancia o vigencia en la escena actual, y de nuevo otro pasaje hablado, tres minutos de relleno como la introducción que es “Cemetery Bloom” o esa balada reconvertida en medio tiempo que no rechinaría demasiado en el repertorio de unos Limp Bizkit en decadencia, “Shadow Boxing”, acústicas y coros con un final folkie y más y más arreglos enlatados a cargo de George Hadjichristou. ¿Eran necesarios?

Un horror tras otro, como es el caso de “In Blood” o esa tediosísima despedida que es “The Colour Of Leaving”, haciéndonos creer que “Chronos” es sensiblemente mejor de lo que es, en un disco del que cuesta recuperarse. Soy el primero que defiende la evolución o la búsqueda, pero bien entendidas y más de cuarenta minutos de música tienen que sustentarse sobre algo sólido, no es el caso de Parkway Drive a los que cumplir años no parece sentarles demasiado bien. Hace más de una década nos avisaron que nos asesinarían, pero nunca a base de bostezos…


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