Crítica: Ihsahn “Ámr”

Siempre he defendido a Ihsahn como el único superviviente con cerebro (nunca mejor dicho) de la ola blackmetalera noruega de primeros de los noventa y, según van pasando los años, no hago sino reafirmarme en mi posición. Vegard Sverre Tveitan no sólo es leyenda por el legado de los seminales Emperor sino su falta de prejuicios para desmarcarse de cualquier fundamentalismo y navegar, como buen músico que es, allá donde su corazón le lleve, bien sea con Peccatum y su mujer Heidi Solberg Tveitan (Ihriel) o esa serpenteante carrera en solitario que ya nos ha regalado joyas como “The Adversary” (2006), “angL” (2008), “After” (2010), mi querido “Eremita” (2012), “Das Seelenbrechen” (2013) o el celebrado “Arktis.” (2016). De todas las veces que he podido ver a Ihsahn en directo, al margen de Emperor, quizá haya sido aquella en la que presentó “Eremita” en directo en el Hellfest, la que me causó una profunda sensación por la intensidad de sus canciones y cómo supieron llevarlas a un escenario. Siendo así, testigos de sus idas y venidas, de su constante trabajo entre gira y gira de Emperor, no debería extrañarnos que “Àmr” (“Loathsome”, repugnante en noruego antiguo) sea diferente a “Arktis.” E incluso lo agradezco, precisamente es una de sus señas de identidad. “Lend Me the Eyes of Millennia” cogerá a muchos por sorpresa, su comienzo electrónico ya augura el disco más siniestro y sombrío de Ihsahn en mucho tiempo; es precisamente el uso de sintetizadores lo que le confiere esa tonalidad. No es que el noruego no los haya usado nunca, sino que en “Àmr” dejan de ser un mero colchón sobre el que apoyarse, argamasa necesaria para muchos pasajes o aderezo, para convertirse en el hilo conductor; no hay más que escuchar cómo los siguen la guitarra y la batería de Tobias Ørnes Andersen (ex-Leprous), en frenética pulsión.

Como también habrá sorprendido a muchos el sonido seco y musculoso, frío y premeditado de “Arcana Imperii” y, sin embargo, las dobles voces enlazan en un maravilloso puente que deviene en arreglos de cuerda. La voz de Ihsahn vuelve a ser más rasgada que nunca, quizá las giras con Emperor le estén recordando quien una vez fue pero, sin embargo, es capaz de pasar del desgarro a la voz melódica en cuestión de un verso. Es en “Sámr” en donde puede que se escuche más que nunca la influencia de Einar, Ihsahn ha jugado en decenas de ocasiones con la melodía en sus canciones, con la melancolía que desprenden algunas de sus letras, como ocurría con las perlas escondidas de “Das Seelenbrechen” pero en “Sámr” el azúcar de Leprous es más que evidente, es por eso que agradezco la marcial “One Less Enemy” y ese fabuloso manejo de la mano derecha en su Ibanez, tan típico de Ihsahn, en el sándwich de baladas que “Sámr” forma con “Where You are Lost and I Belong”, siendo la segunda más creíble en Ihsahn y menos melodramática, menos fácil.

En donde “Àmr” se crece es en “In Rites of Passage” en la que la guitarra vuelve a coger cuerpo y el ritmo de Andersen se sincopa con los arreglos electrónicos y el álbum, que en su parte central había perdido algo de empaque a causa de “Sámr” y “Where You are Lost and I Belong” (ambas son buenas canciones, aunque prefiera la segunda, pero rompen en exceso la tónica), despierta por todas las raves del mundo con Ihsahn como maestro de ceremonias. Aunque “In Rites of Passage” no sea la canción que le enseñarías a tu hermano pequeño si quisieras enseñarle cómo se las gasta el líder de Emperor en solitario (seamos sinceros, tampoco el material de Peccatum), me parece la más atrevida y valiente de todo “Àmr”.

Y precisamente esa línea la que parece querer seguir Ihsan con “Marble Soul” y su magnífico estribillo, el mejor de todo el álbum (¿quién dice que los artistas desperdicien sus mejores ases en la primera cara de sus discos?) o la auténticamente retro “Twin Black Angels”.  Pero que nadie se olvide de Ihsahn es también aquel también capaz de incendiar el escenario de cualquier festival que se precie, “Wake” se abre con furia y transcurre con la misma fiereza de no ser por un estribillo excesivamente melódico, cerrando el álbum como una descarga.


Aceptar que Ihsahn está creativamente vivo es parte de su propia idiosincrasia como músico y nuestro deber como amantes de su música. Pobre de aquel que se enfrente a “Àmr” aún con el sabor de “Arktis.” en la boca, porque se sentirá profundamente defraudado, sin embargo, aquel que persista y lo escuche, dándole la oportunidad que merece, se encontrará con uno de los mejores discos del año. Olvidémonos, por un momento, de Emperor, de “The Adversary”, “angL”, “After” y también de “Das Seelenbrechen”, si es que es posible, y dejémonos llevar, merece la pena.

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