Crítica: Dimmu Borgir “Eonian”

Parece mentira, pero desde su último álbum, “Abrahadabra” (2010), han pasado ya ocho años. Shagrath (Stian Thoresen) podrá defenderlo de cualquier forma y es verdad que Dimmu Borgir no han estado precisamente dormidos, pero sí aletargados. No puedo explicar de otra forma el que hayan dado algunos conciertos puntuales, algunas giras y noches bastante exclusivas, y el directo “Forces of the Northern Night” (2017) para unos seguidores que nos hemos desesperado por material nuevo y temido por la salud de una banda que parecía poder desaparecer de la faz de la tierra en cualquier momento. Por otro lado, a las filas de Dimmu Borgir ha llegado una nueva hornada de chavales para los que este es su primer álbum de los noruegos, tras previo paso por Wikipedia y Spotify, claro. Y digo todo esto porque las reacciones a este “Eonian” no han podido sorprenderme más. ¿Acaso Shagrath y Silenoz nos han engañado en algún momento a lo largo de estos últimos años? ¿No son precisamente conocidos por su exceso sinfónico? ¿Cómo es que muchos se llevan las manos a la cabeza por los arreglos de “Eonian”? A esos desmemoriados que afirman que este álbum es quizá el peor de Dimmu Borgir, conviene recordarles que, en efecto, la cima la alcanzaron con “Enthrone Darkness Triumphant” (1997) y “Puritanical Euphoric Misanthropia” (2001), que “Death Cult Armageddon” (2003) sigue siendo un álbum notable pero, a pesar de su sonido, nunca entendí aquel “Stormblåst” (2005) teniendo su versión del 96 y que “In Sorte Diaboli” (2007) es quizá lo más flojo que han firmado, muy seguido de “Abrahadabra” (2010), que nadie se lleve las manos a la cabeza; hay grandes canciones en ambos discos y el segundo posee un single incontestable como “Gateways”, una canción con una letra espléndida y cuyos arreglos parecen elevarte en un torbellino pero, aún gustándome “Chess With The Abyss” o la propia “Dimmu Borgir”, al álbum le falta cohesión, la misma que a “Eonian”, al que -para colmo- le falta un single como “Gateways”, a pesar de tener uno tan espectacular como “Interdimensional Summit”.

Por el camino, las pérdidas de ICS Vortex y Mustis, inevitables en toda gran gesta como es la de Dimmu Borgir, pero no sentidas ya que ni uno ni otro han sido definitivos para el sonido de la banda, nos digan lo que nos digan, se nos venda como se nos venda. ICS Vortex llegó con el aclamado “Puritanical Euphoric Misanthropia” pero no debemos olvidarnos que Shagrath venía de una racha ganadora como es “Spiritual Black Dimensions”, “Enthrone Darkness Triumphant” o el propio “Stormblåst” y que ni el guitarrista ni el teclista evitaron el descalabre creativo posterior o los problemas, los dimes y diretes hasta su espantada. ICS Vortex encontró cobijo en Borknagar, Arcturus y aquel debut en solitario, el regular “Storm Seeker” (2011) mientras que Mustis regresó a Susperia pero tan sólo por un par de años para acabar perdiéndose, dedicándose a sus labores. Ni uno, ni otro, han hecho gran cosa tras su paso por Dimmu Borgir…

Los coros de “The Unveiling” me recuerdan horrores a los de Devin Townsend Project en “Epicloud” (2012). Pronto, el contrapunto al góspel llega con Shagrath y Daray dándolo todo al doble bombo. Los arreglos de Gerlioz me gustan mucho más que los de Mustis, la manera en la que mezcla los teclados con brochazos electrónicos más siniestros es verdaderamente genial. Pero si algo hay que reconocerle a Shagrath es su olfato, situando un single como “Interdimensional Summit” en segundo lugar. Es verdad que no es su mejor canción pero es pegadiza, funciona a la perfección, posee todos los elementos que amamos de Dimmu Borgir y, para colmo, posee unas guitarras que son pura épica y emoción. La única crítica que puedo argumentar contra “Interdimensional Summit” es la falta de mala leche, en ella hay nocturnidad y alevosía, pero poca oscuridad y demasiada luz de neón.

La sorpresa llega con “Ætheric” en la que Dimmu Borgir se convierten en una banda de black ‘n’ roll, algo parecido ocurre con “Lightbringer”. Ejemplo del atípico álbum que es “Eonian”, es que "Council of Wolves and Snakes" es quizá la más lograda, en la que arriesgan un poco más, a pesar de no gustarme nada en absoluto la parte étnica. Regresan al black con “The Empyrean Phoenix”, magnífico el puente y la grandilocuencia del coro, y se agradece en un álbum en el que hay tanto de todo que cuesta encontrar su tónica general, al que hay que darle repetidas escuchas para dar con su naturaleza. “I Am Sovereign” es una gran canción, muestra de que sigue habiendo chispa en la unión de Shagrath, Silenoz y Galder, quizá de lo mejor de la segunda cara de “Eonian” junto a la emotiva “Alpha Neon Omega”.

Gerlioz confiere un toque diferente a "Archaic Correspondance" y la banda despliega su inconfundible sello en sus casi cinco minutos de duración, prueba de su buena salud creativa, como capacidad para conmover en la sentida despedida que es “Rite Of Passage”, un tempo pausado, Gerlioz de nuevo haciendo de las suyas, mientras Galder y Silenoz se solapan con la orquesta.

La sensación general es buena, muy buena, con canciones que evidencian un gran trabajo compositivo, instrumental y en el estudio, pero un disco al que hay que darle tiempo y armarse de paciencia para evitar juicios prematuros. “Eonian” es un álbum cuyo envejecimiento y consideración dependerá de lo que venga a continuación. Si Dimmu Borgir publica un álbum en tres o cuatro años, tras esta gira, seguramente será muy diferente y “Eonian” será entendido como un excelente disco de regreso y transición con el que han asentado la formación y recuperado algo de músculo. Si, por el contrario, tardan de nuevo otros ocho años en publicar material nuevo o dejan que una bestia como Dimmu Borgir se desvanezca, la sensación será que, por muy buenas ideas que contenga “Eonian”, la espera no habrá merecido la pena. Dejamos, pues, la pelota en el tejado de Shagrath, Silenoz y Galder, sólo el tiempo dirá…

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