Crítica: Phil Campbell and the Bastard Sons “The Age of Absurdity”

Me gustaría saber cómo explicarles a todos esos chavales que creen estar de vuelta de todo que si no entienden un álbum como "The Age Of The Absurdity" de Phil Campbell es porque quizá no tienen la madurez suficiente. No es que el álbum sea una maravilla, un hito para el guitarrista, es que esa no ha sido remotamente siquiera su pretensión al grabarlo. Y es que he leído todo tipo de críticas y absurdas elucubraciones al respecto, como aquellos que se han vanagloriado de darle la espalda no asistiendo a sus conciertos por aquella estupidez de no traicionar a Lemmy como si a este le importase una mierda lo que un crío decida hacer o no con su dinero a estas alturas. "The Age Of The Absurdity", que lo entienda todo el que lea esta crítica; es una tabla de salvación, un pequeño seguro de vida para asegurar un amerizaje lento y sin sobresaltos de un músico de pura cepa al que debemos agradecerle años de entretenimiento y buena música que ha visto como su amigo, compañero y jefe ha dejado este mundo y tras más de tres décadas a su lado, siendo guitarrista de Motörhead (casi nada…) y de país en país, se ha encontrado en una vida que no entiende sin la carretera y sin nuestro querido Lemmy. "The Age Of The Absurdity" es, por tanto, una excusa, una mano sobre el hombro por parte de su familia para que el retiro no sea tan fiero, para que el bueno y fiel Phil no sienta lo brusco del frenazo, igual que un auténtico monstruo como Mikkey se ha enrolado en Scorpions. ¡Que se vaya el mundo a la mierda si dos músicos con tanto pedigrí y saber hacer a sus espaldas no tienen derecho a intentar sobrellevar la muerte de su amigo y sus carreras de la mejor forma posible!

Y digo todo esto sabiendo de la complicada posición de Phil Campbell, que tendrá que aguantar todo tipo de comparaciones entre The Bastard Sons y Motörhead, como si eso tuviese algo de sentido. Pero, aun así, es lógico que aquel que acuda a "The Age of Absurdity" espere encontrarse algo que le recuerde a la banda de Lemmy, Dee y Campbell y no es extraño porque, aparte de las expectativas, la urgencia con la que se abre "Ringleader" recuerda levemente Motörhead, aunque sea durante un par de compases, hasta que entra la voz de Neil Starr y nos damos cuenta de que no hay garganta aguardentosa que sustente unas canciones demasiado pulidas en el estudio y parece que escritas a vuelapluma. "The Age of Absurdity" suena bien, muy bien, pero extremadamente artificial, equilibrado y perfecto en su mezcla, hasta tal punto que llega a ser una producción estándar -propia de nuestros días- y las canciones parecen sonar todas iguales, con el mismo tratamiento, en la que no hay nada que destaque. La guitarra de Phil es igual de ardiente pero le falta sudor y sangre, necesita bourbon. Sus hijos, Todd, Dane y Tyla son solventes, suenan potentes y con cuerpo, pero son una buena banda de acompañamiento y punto. Aún con todo ello, quizá lo peor sea la voz de Starr; ojo, no porque no esté a la altura sino porque, en unas canciones con ninguna vocación de trascendencia, la garganta de Neil tiende a "popizar" el resultado, no es descabellado pensar que a The Bastard Sons le vendría mejor una voz curada a base de años y cigarrillos, como que Starr no desentonaría en Fall Out Boy o The Damned Things, no es una crítica negativa; es lo que es.

El riff de "Freak Show" es el que más me gusta; es redondo y pegadizo, tanto que cae en el pecado de que la canción dependa por completo de él, la melodía de la voz de Starr se adaptará como un guante, tornándose algo repetitiva, igual que "Skin And Bones", en la que intentan hacer algo diferente, tanto que hasta la guitarra de Phil pierde su personalidad. "Gypsy Kiss" vuelve a sonar por Motörhead en su influencia punk, como "Welcome To Hell" me suena completamente ochentera, con sabor a L.A. GUNS o "Dark Days" tira de influjo bluesy. Excelentes ejercicios o divertimentos, a los que le vendría mejor una voz con un timbre diferente y un tratamiento especial al resto de instrumentos que supiera teñir de cada uno de los colores que necesitan todas esas canciones para no terminar sonando tan genéricas.

"Dropping the Needle" ahonda en la misma influencia de "Welcome To Hell", sentimientos encontrados; como en "Step Into The Fire", en los que la ejecución del gran Phil nos recordará a Motörhead pero en una versión inofensiva, castrada y con bozal. "Get On Your Knees" se acerca peligrosamente al pop en su estribillo, algo que parecen intentar solucionar con "High Rule" y un fuerte sentimiento glam o esa aburrida y dramática despedida que es "Into The Dark" en la que ni siquiera una balada servirá para hacernos cambiar de opinión, menos a estas alturas y de tan poquito calado.

Porque les he visto en directo en un gran festival, sé que la mezcla resulta y en directo son tan entretenidos como magníficos se muestran en sus reinterpretaciones del legado de Lemmy pero lo que sobre las tablas funciona gracias a la excitación de disfrutar de Phil de nuevo en directo, en casa y con los cascos, "The Age of Absurdity" lo pierde cuando se escucha con algo de sentimiento crítico y más calma. Si el álbum de Phil Campbell y The Bastard Sons pierde comba no es porque no suene a Motörhead, es sencillamente porque no es para tanto y es tan sólo una excusa para encontrarse con él en carretera. Por otra parte, ¿qué más queremos?

© 2018 Jack Ermeister