Crítica: Exhumed “Death Revenge”

Desde su portada (cuyo responsable es Orion Landau), con todo el regusto de la serie B y las películas en VHS que muchos alquilábamos cuando niños, la producción de Jarret Pritchard, las canciones, la instrumentación o la historia que en él se narra. Pocos serán los fans del death que salgan decepcionados del nuevo álbum de Exhumed, “Death Revenge”, y todavía habrá alguno que se queje de la falta de gore con semejante bocado gourmet como nos ha ofrecido Matt Harvey. El planteamiento es sencillo y poco original pero quizá la combinación de los elementos o simplemente las musas, convierten a “Death Revenge” en uno de los títulos del año. Imaginémonos la húmeda y negra Edimburgo del siglo XIX, dos tipos como William Burke y William Hare, dos inmigrantes con pocos escrúpulos y menos dinero que vieron el negocio de sus vidas cuando un pensionista de la Armada murió en la cama del hostal y ellos, ni corto ni perezosos, rellenaron el ataúd de tierra para vender su cuerpo a la Universidad de Edimburgo en donde el doctor Robert Knox, sin demasiadas preguntas, les pago siete libras y diez chelines por el cadáver que acabaría diseccionado delante de sus alumnos. Así, Burke y Hare decidieron ganar algo de dinero y comenzaron a asesinar para vender los cuerpos de sus víctimas. Su negocio duró un año (curiosamente hasta un 30 o 31 de octubre, pero de 1828), pues si bien tuvieron el valor para quitar la vida a muchos inocentes, por suerte, no tuvieron la inteligencia suficiente para mantenerlo en secreto. Y, cuando la policía les presionó para condenarles, su amistad no fue lo suficientemente fuerte como para que Hare no negociase y terminase delatando a su amigo, Burke, que murió colgado y diseccionado en público al igual que lo hicieron sus propias víctimas, hasta tal punto que su esqueleto todavía se muestra a los visitantes del museo de la Escuela de Medicina de Edimburgo. El mismo Robert Stevenson se interesó y lo relató en su célebre cuento, “El ladrón de cuerpos”, y Robert Wise dirigió a Bela Lugosi y Boris Karloff en 1948, “La codicia de William Hart” (tras sufrir la censura británica).

Matt Harvey supo ver el potencial de la historia y pactó con Jarret Pritchard que la producción de “Death Revenge” debía de ser más orgánica, más natural, y lo cierto es que si Harvey tenía en mente a Slayer, el álbum (y más en concreto ese homenaje titulado “Night Work”) no solamente sonará a la banda de King y Araya sino también a Terrorizer, Carcass, los Death más primitivos, el buen thrash de los ochenta y hasta un puntito de NWOBHM. ¿Cómo no nos va a gustar un álbum con semejantes ingredientes?

Pero también John Williams o John Carpenter, Matt Harvey es un genio porque la introducción “Introduction: Death Revenge Overture” es completamente cinematográfica y es perfecta para “Defenders Of The Grave” en la que se alternan voces rasgadas con guturales cabalgando sobre un ritmo thrashy antes de convertirse en una apisonadora death; “Stone walls do not a prison make/ Nor six feet of sod a grave/ So pray the lord your soul to take/ You’ll need defenders of the grave/ Hallmarks of this ghoulish age”. Apuestan aún más por la rapidez en “Lifeless” y nos adentran en la historia de Burke y Hare con “Dead End” antes de sonar por Slayer más que los propios Slayer en “Night Work”, y esa revisión de “Raining Blood” completamente brutalizado y lleno de sabor a noche de difuntos. Pero el riff principal no será el único homenaje a los de Huntington Park porque tanto el primer solo de Harvey como el de Michael Burke suenan por Hanneman.

Me encanta el interludio que es “Interlude: Grave-Makers Of Edinburgh” (¡por fin, introducciones con algún sentido, integradas dentro del contexto de la historia!). “The Harrowing” o “Incarnadinde Hands” espantaran los seguidores más ortodoxos de Exhumed por su acercamiento a la melodía, mientras que la divertida dy thrashera “A Funeral Party” evoca el espíritu de “All Guts, No Glory” (2011). Siniestra y claramente cinematográfica es la introducción a “The Anatomy Act Of 1832” (momento en el cual se estableció que la la obtención de cadáveres debía ser a través de vías legales y no de ladrones de cuerpos) que da lugar a la composición más épica y extensa del álbum, un collage que enamorará a todos los seguidores del metal por la cantida de influencias que en ella se adivinan, como ese gran final con “Death Revenge”, puro death y thrash, a toda velocidad para cerrar un álbum magnífico, que demuestra la gran racha creatuva de Harvey, al frente de Exhumed, de Expulsion pero también de Gruesome.

Quizá por la estabilidad de la formación, por la magnífica producción o por sus letras, por la interpretación o por todo ello, “Death Revenge” se convierte en uno de los grandes álbumes de un año que comienza a despedirse. Esperemos que el 2018 nos traiga a Exhumer en directo, en festivales o acompañados en salas, da igual, con tal de poder escuchar en directo alguna de las canciones que narran la tétrica historia de esos dos pobres diablos que quisieron ganarse la vida asesinando. Mientras Hare desapareció y acabó seguramente mendigando hasta acabar muriendo en las calles, William Burke todavía nos sonríe macabramente, a través del tiempo, en Edimburgo. Contemplado por visitantes y algunos estudiantes de Anatomía, mientras su historia resuena en las canciones de Exhumed…


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