Concierto: Nick Cave (Madrid) 22.05.2015

SETLIST: We No Who U R/ The Weeping Song/ Red Right Hand/ Higgs Boson Blues/ Mermaids/ The Ship Song/ From Her to Eternity/ Stranger Than Kindness/ Love Letter/ Into My Arms/ West Country Girl/ Tupelo/ Black Hair/ The Mercy Seat/ Jubilee Street/ Up Jumped the Devil/ People Ain't No Good/ Breathless/ Jack the Ripper/ Push the Sky Away/

Y, entonces, Nick Cave se balanceó sobre el borde de la tarima y las primeras filas se convirtieron en un mar de manos que se enroscaban alrededor de sus piernas, me miró, se agachó, puso su mano sobre mi hombro y agarrándolo con fuerza me dijo: "hey, brother, brother... go, from her, from her toooo, to eteeeeeeeeernity!" y durante esos segundos en que nuestras miradas se cruzaron bastaron para sentir que el mundo se paraba. ¿Cuántas veces tienes la oportunidad de vivir algo así de intenso? Pero no fui el único, Nick Cave regaló guiños, estrechó manos, se aferró a brazos que le ayudaron a trepar por los respaldos de las sillas del pabellón, sedujo y cantó para ellas, nos disparó acercando su mano como una pistola a nuestra sien, se arrodilló, estrelló el micrófono con mala leche contra el suelo y bromeó con ironía a todo aquel que le pedía una canción mientras su alargada sombra se proyectaba sobre las paradas de la sala. Se podría decir que Nick Cave nos devoró vivos para luego escupirnos una vez había probado nuestro sabor... La primera vez que le vi en directo fue a finales de los noventa y aquella vez me impresionó más que ningún otro artista, yo era un veinteañero que venía del histórico "Let Love In" (1994) y el genial "Murder Ballads" (1996), Nick venía de haber roto con Viviane Carneiro, sumergirse en una profunda relación con PJ Harvey y haberlo vomitado todo en un maravilloso "The Boatman's Call" (1997) que fue saludado como el gran disco de madurez del australiano (qué ironía tildarlo así cuando con cada disco parece atravesar un nuevo estadio de ella). Por aquel entonces, Warren Ellis ya estaba en el escenario y Blixa no había echo mutis por el foro, habían publicado "The Best of Nick Cave and The Bad Seeds" ese mismo año porque por fin gozaban del estatus comercial que se merecían, Cave ya lucía traje de tres piezas, y su paso por los festivales de medio mundo era su gran puesta de largo (a pesar de que esta experiencia, como Lollapalooza, casi acabase con el grupo), aquel veraniego tramo europeo fue mi gran oportunidad de disfrutar de los Seeds al completo, con todo su malditismo y oscuridad. Por eso, verle ahora dieciocho años después con tan sólo el acompañamiento de Warren Ellis, Thomas Wydler, Martyn Casey y Barry Adamson y que se anunciase una escueta gira europea como una velada tranquila no me terminaba de convencer pero amo su música y tampoco podía perdérmelo. ¡No podía estar más equivocado!

Las crónicas de su anterior concierto en Barcelona no podían ser mejores pero no me sorprendían tampoco; había seguido la gira y su paso por Londres, Berlín, Bruselas, Estocolmo y París. El repertorio era magnífico y todos, absolutamente todos, estaban en plena forma pero Ellis y Cave en estado de gracia. Además, según podía ver en vídeos y fotografías del público, aquello distaba mucho de ser una noche tranquila. Salen puntuales, el último es Cave, vestido de riguroso negro, y se arrancan con un "We No Who U R" que funciona de maravilla para abrir un concierto (mucho mejor que cerrar con ella), la respuesta del público es entusiasta, no es para menos; no visitaba la capital desde hace catorce años. Si hay algo que queda claro desde las primeras notas es que Cave tiene ganas y, desde los primeros segundos, se columpia en el filo del escenario como una araña sobre su tela, como Jack Skellington, parece que esté deseando caer sobre las primeras filas. Para "The Weeping Song" se sentará a su piano y con un acompañamiento mínimo, cantará la canción mientras la gente estalla en aplausos pero si hay una que terminó de calentar el ambiente fue "Red Right Hand". La voz de Cave suena cavernosa, nunca mejor dicho, y siniestra; "On a gathering storm comes a tall handsome man in a dusty black coat with a red right hand" y Ellis golpea con el martillo una campana tubular para deleite todos, convirtiendo el auditorio en el siniestro circo de "La broma asesina" de Alan Moore. No está la guitarra de Blixa Bargeld pero sí la Eastwood tenor de Warren Ellis y cuando la canción arranca y debiera sonar el solo de oscilador de Cave, éste pega un taconazo a su asiento y, de pie -como si estuviese tocando un órgano de iglesia- hace que algunas personas se levanten de su asiento y todo el pabellón de congresos estalle, "Red Right Hand" convertirá la sala en una olla a presión, añadiendo una tensión que estallará en "Higgs Boson Blues", en la cual todos tomaremos las primeras filas.

Es contradictorio, mi asiento era en platea y en las primeras filas pero, por primera vez, no podía quejarme de todos aquellos que se pusieron delante mía porque, una vez Cave hizo ademán de que invadiéramos el foso, no pude resistirme y yo mismo me olvidé de mi entrada para acabar apoyado en la tarima del escenario. Entiendo muy bien a aquellos que protestaron a la seguridad del palacio de congresos pero también entiendo a todos aquellos que no pudieron resistir la llamada de Cave y preferí unirme a estar sufriendo por conservar mi asiento, la noche iba a ser histórica y no me la iba a perder. En "Higgs Boson Blues" tenemos gran parte del encanto chamánico morrisoniano cuando Cave parece delirar rimando y juego con muchos de los elementos de su propia obra. Del bluesmán por antonomasia; Robert Johnson ("Robert Johnson and the devil man. Don't know who's gonna rip off who"), y el diablo a un personaje tan kitsch como Hannah Montana que le sirve como vehículo dadaísta para rimar su apellido con la sabana ("Hannah Montana does the African Savannah") y la siniestra imagen del reverso de Hannah (Miley Cyrus) flotando en una piscina de Toluca Lake mientras Cave se deleita en esos versos de finales de estrofa que repite obsesivamente; "Can you feel my heartbeat?/ I'm driving my car down to Geneva". Si para Cave las canciones sólo hablan de muerte, sexo y religión, en "Higgs Boson Blues" tenemos los tres elementos, convenientemente tamizados con la subcultura de nuestros días.

Una vez todo el mundo se ha levantado y los accesos se han convertido en un caos, la seguridad intenta desalojar pero ya es imposible. Durante "Mermaids" (preciosa y calmada, como una brisa, una pequeña obra de arte) y "The Ship Song" de "The Good Son" (1990) la gente seguirá acercándose hacia el escenario ante la desesperación de muchos pero será en "From Her To Eterniy" en la que ya todos entendamos que no hay retorno y Cave se divertirá entre el público; subirá a una chavala al escenario, aullará, nos disparará, zapateará, saltará y, la parte que me toca a mí; me tomará del hombro mientras me guía y, mirándome a los ojos, dirá como un vendedor ambulante, como un religioso en pleno éxtasis; "hey, brother, brother, go, from her, from her to, to eteeeeeeeeernity!" pero, como decía, no fui el único sino que Cave nos hizo a todos, absolutamente todos, protagonistas de su liturgia.

"Stranger Than Kindness" y "Love Letter" son recibidas con un clamor, suena "Into My Arms" para calmar los ánimos y todos cantamos como un salmo; "I don't believe in an interventionist God but I know, darling, that you do. But if I did I would kneel down and ask Him, not to intervene when it when it came to you, not to touch a hair on your head to leave you as you are and if He felt He had to direct you then direct you into my arms" pero tras "West Country Girl", Cave volverá a tensar la cuerda con una electrizante "Tupelo" en la que se adentró en el patio de butacas, trepando sobre ellas y convirtiendo todo a su alrededor en un remolino mientras el escenario estallaba con el estribillo. ¡Y de que manera; aquello parecía un terremoto! Será una constante de su actuación; un tema calmado y reposado para, poco después, rompernos por la mitad, como ocurrió tras "Black Hair" con la intensísima "The Mercy Seat" en la que los reos parecíamos nosotros siendo constantemente electrocutados. Mi favorita de "Push The Sky Away" (2013) tardó en llegar, "Jubilee Street" con la magnífica guitarra de Warren Ellis (quien será el otro protagonista del concierto de Cave, una auténtica maravilla de músico y un lujo poder verle de cerca. Sentir como suenan las cuerdas de su guitarra cuando las aporrea o cómo rasguea un violín como si fuese una eléctrica para, acto seguido, deslizar el arco sobre sus cuerdas y arrancar la más dulce de las melodías). Pero hasta los medios tiempos se encresparán, como ocurre con "Jubilee Stree", cuando Cave repite como un mantra; "I’m flying, look at me, look at me now!" y es que, en verdad, tanto él como nosotros estábamos levitando.

La siniestra "Up Jumped the Devil" nos llevará a "Tender Prey" (1988), cuyo fraseo nos recordará a la melodía de una primigenia y cabaretera "Red Right Hand". Por fin, pude escuchar en persona "People Ain't No Good" (que, sin embargo, no sonó en Barcelona) y la gente repiró aliviada cuando, después de pedirla una y otra vez, por fin atacaron la ligera "Breathless" (de "Abattoir Blues/ The Lyre Of Orpheus", del 2004), qué maravilla Ellis en ella.. Como broche de oro sonaron "Jack The Ripper", del disco quizá más maldito, por propios y extraños, de toda su discografía, ("Henry's Dream" del 92) y Push The Sky Away". Muchos no se acaban de creer lo que acaban de ver, para otros sencillamente habrá un antes y un después. Creo haber visto a grandes artistas, he estado en cientos de conciertos, pero lo de Cave no fue de este mundo, no lo fue. Sencillamente, el mejor concierto de este año y estamos tan sólo en el mes de mayo pero, fíjense ustedes, como lo tengo de claro porque aquello no fue un concierto, fue un exorcismo.

© 2015 Jim Tonic