"Hymns in Dissonance" de WHITECHAPEL, un regreso a sus raíces más brutales...

Un recordatorio de que la brutalidad bien hecha sigue teniendo valor, aunque echemos de menos la valentía que exhibieron en el personal “The Valley"

"The Last Will and Testament", OPETH firman una obra maestra

Los suecos siguen avanzando, labrando su propio nombre, gracias a un disco que aúna lo mejor de su carrera.

"Servitude" de THE BLACK DAHLIA MURDER

La banda supera su luto y regresa con un gran disco como es "Servitude", que sirve como punto de inflexión

"Opera" de FLESHGOD APOCALYPSE, fusionando el death metal con la lírica

El regreso de Paoli nos trae un álbum tan excesivo como delicioso por parte de italianos

"Schizophrenia" de CAVALERA

Los hermanos siguen emulando, con éxito, a Taylor Swift con sus "Cavalera's Version"

Crítica: Deicide "In The Minds Of Evil"

Vuelve a la carga uno de los iconos del death metal mundial tan solo dos años después de su último trabajo "To Hell With God". La verdad que da gusto ver hoy en día que todavía existen bandas (cada vez menos) que conservan la esencia y las raíces de lo que les vio nacer y con lo que se hicieron grandes y fuertes. Todos sabemos de la baja popularidad de la que goza el death metal, un género que a excepción de su vertiente melódica se muestra complicado y difícil de digerir (somos los primeros en entenderlo). El death siempre ha pugnado codo con codo con el black para convertirse en el patito feo del metal, nunca ha sido un grupo bien visto, nunca ha gozado de buena presencia incluso por otros grupos y otras bandas. En este sentido leía recientemente en una entrevista a Jeremy Wagner (Broken Hope) contar que hace una serie de años les tocó compartir cartel con Gwar, y como la banda de thrash-horror al escuchar las primeras canciones Broken Hope se negó a que siguieran tocando en un cartel en el que ellos eran los headliners y los peces gordos de la noche. A nivel personal me parece lamentable que existan este tipo de comportamientos, y más aún si los mismos se dan entre compañeros de profesión. Puedo entender que a Gwar se la pele el death metal y que Oderus no tenga la menor idea quien es Jeremy Wagner, pero si un grupo está tocando contigo tenle un mínimo de respeto.

La historia de Jeremy y Broken Hope es digno de estudio (o al menos de comentario) y algún día rescataremos alguno de sus clásicos en esta página. Broken Hope fueron uno de los pioneros y uno de los grandes exponentes del death metal en los 90, junto con otros gigantes como Cannibal Corpse , Morbid Angel, Death o los mágicos Deicide. Aún recuerdo cuando en plena adolescencia mi habitación estaba empapelada con multitud de pósters que rescataba de las revistas de heavy metal de la época. Allí había fotos de Black Sabbath, Maiden, Metallica, Kreator... y entre todas ellas destacaba (por su considerable tamaño) una de Deicide. La recuerdo como si fuera ayer, Glen al lado de Steve y éste a la vera de los hermanos Hoffman. Era mi póster favorito, sin saber muy bien por qué  le tenía un cariño especial. A la gente le acojonaba ver a Benton con una cruz invertida en la frente y con los ojos en blanco, pero a mí me hacía gracia; la foto tenía mal rollo, daba malas vibraciones y poseía un mal aura difícil de describir. Pero así y todo no podía quitarlo, mi subconsciente decía que lo primero que tenía que ver cuando me levantara por la mañana era cuatro putos locos dándome los buenos días...

Hablar de la época dorada del death metal, es hablar de Tampa (Florida), es hablar de Death, de los Corpse o de Deicide. Desde mi humilde punto de vista Deicide ha sabido madurar y crecer mejor que el resto de bandas de la época dorada del death. Su evolución ha sido más consistente y su adaptación a los nuevos tiempos y sonidos ha ido "in crescendo" con el paso de los discos y de los años. Pocos conocedores del buen death no sabrán de la existencias de obras como "Legion" o como "Deicide", dos discos que marcaron un antes y un después en la forma de entender el metal. Veinticinco años después de su génesis Deicide siguen grabando y siguen editando grandes y poderosos discos,  de auténtica rabia y auténtica maldad. Century Media ha sabido echarles el guante en uno de sus mejores momentos, si la banda de Glen ya nos dio un gran regalo con "To Hell With God", con "In The Minds Of Evil" nos dan un regalazo mayúsculo.

Es escuchar el susurro de la voz de Glen en la intro de "In The Minds Of Evil" y es sentir como la dopamina se empieza a disparar y a apoderar de tu cuerpo. Sabes que pocos son los segundos que te restan para que toda la fuerza y toda la energía de uno de los grupos más contundentes que existen recaiga toda sobre ti. Dicho y hecho, la batería de Steve empieza a repicar son su sonido sobrio y oscuro mientras los riffs de Jack (un acierto su fichaje tras la marcha de los Hoffman) y de Kevin hacen que te empequeñezcas hasta la última expresión. Me encanta como suena todo, la producción y la mezcla de Jason Suecof (Trivium, The Black Dhalia Muder...) es alucinante, la voz de Glen mejor que nunca y la pegada de Steve sobrenatural. "Thou Begone" tiene un rango deliciosamente melódico en las guitarras, mientras que la base rítmica no entiende de medias tintas y tanto el sonido que exprimen Steve como Glen es netamente "old-school". En este álbum la voz de Benton sigue sonando tan cavernosa y tan profunda como siempre, aunque gracias a su magnífica producción los guturales parecen alcanzar cotas realmente altas para un grupo de la vieja guardia del death metal. "Godkill" es un tiro a bocajarro, un disparo que entre ceja y ceja que te dice como se la gastan estos tipejos cuando se trata de ponernos a "bailar"; fantástico el solo de Owen en el interludio del tema; es lo que tiene ser un grande, que por mucho que lo intentes no pasas indiferente.

Me ha resultado especialmente curioso "Beyond Salvation" donde las guitarras suenan a una velocidad más corta y más melódica a la que estamos acostumbrados en un disco de Deicide. He de confesaros (y no me llaméis loco) que en ciertos pasajes del tema se me ha pasado por la cabeza que estaba escuchando la guitarra de Olbrich de los Guardian; oír para creer... "Misery Of One" y "Between The Flesh And The Void" (con un Steve magistral en ambas dos) son mucho más oscuras y crudas que las anteriores, es aquí donde la banda decide sacar de la trinchera su arsenal más pesado para bombardearnos de forma impiadosa con sus blasfemias y su sonido más atroz y ancestral.  Los solos de Jack y de Kevin (nuevamente ejecutados a la velocidad del rayo) son de los pocos momentos en los que se nos da un respiro ante tanta caña y tanta deflagración sónica. "Even The Gods Can Bleed", con su corto minutaje, está en tierra de nadie, mientras que "Trample The Cross" se posiciona claramente del lado más salvaje del metal, con un Glen muy activo que vuelve a desgarrar hasta límites insospechados las estrofas de forma despiadada y grotesca. "Fallen To Silence" y "Kill The Light Of Christ" son las dos que menos me gustan del álbum, se vuelven un tanto monótonas y aburridas, ya que su tempo estático y cansino nos inyectan un estancamiento y un hastío del que nos cuesta salir. 

Gran final el que se marcan con "End Of The Wrath Of God" donde Jack y Kevin deciden relajar su tono sacándose de la manga fantásticos ritmos y fantásticos solos que te harán palidecer y decir, "¡coño, qué grande es esta banda!". Ya sabemos que el death metal no está hecho para todos, que cuesta asimilarlo y más aún amarlo, pero una cosa es clara, una vez que caes en sus redes cuesta mucho safarse de él. Deicide son unos alumnos aventajados en esta disciplina y saben dejarse querer (siempre han sabido hacerlo). Con "In The Minds Of Evil" no hacen otra cosa que añadir otro fantástico capítulo a la historia del death metal. Gran disco!

© 2013 Lord Of Fuckin' Metal

Concierto: Pixies (Madrid) 07.11.2013

SETLIST: Cactus/ The Holiday Song/ Nimrod's Son/ Indie Cindy/ Vamos/ Here Comes Your Man/ La La Love You/ Subbacultcha/ Distance Equals Rate Times Time/ Another Toe in the Ocean/ Levitate Me/ Mr. Grieves/ Something Against You/ Is She Weird/ What Goes Boom/ Crackity Jones/ Isla de Encanta/ Tony's Theme/ U-Mass/ Velouria/ Havalina/ Bone Machine/ I've Been Tired/ Bagboy/ In Heaven (Lady in the Radiator Song)/ Andro Queen/ Where Is My Mind?/ Caribou/ Hey/ Gouge Away/ Planet of Sound/

Los Pixies llegaban a Madrid tras haber vendido en pocas horas todas las entradas de dos días consecutivos y es que, desde su desaparición, y la posterior explosión del Rock Alternativo, el grupo de Boston se erigió como "banda de culto" y referencia para aquellas emergentes en los noventa y todo un descubrimiento para Bowie y U2 poco antes de separarse en 1993. Tengo treinta y pico años, viví los noventa y crecí con los discos de Sebadoh, Nirvana, Melvins y, claro, Pixies pero, aunque reconozco su talento y me encantan sus canciones (de lo contrario no tendría sentido haber asistido a este concierto y dedicarle unas líneas), nunca entenderé los exagerados elogios a sus discos. Aunque extraigo grandes momentos de cada uno de ellos (y tengo grandes favoritos como "Dolittle" o "Trompe Le Monde" e incluso el "Come On Pilgrim" en el vinilo original) creo que a la crítica en general se le va de las manos las comparaciones de Black y los suyos con los Beatles o la trascendencia de su propuesta comparándola con Bowie porque en directo, muy a mi pesar, ocurre como en sus canciones (de estrofas calmadas y explosivos estribillos) y es que en un concierto de los Pixies hay verdaderos estallidos de euforia mezclados con momentos planos y farragosos en los que se alterna lo sublime y el tedio más absoluto. Por mucho que me gusten, seamos objetivos; cuatro discos a una media de tres minutos por canción, ¿de verdad creemos que hay en la faz de la tierra un grupo que, con ese repertorio, sea capaz de tocar una treintena de canciones en una hora y media sin que su concierto no se vea resentido? La primera la noche en La Riviera de Madrid, orbitó entre grandes canciones y canciones medianas, en una reunión sin Kim Deal y no, no tocaron "Debaser".

Llegar a la sala era como estar de vuelta en el instituto, con un público mayoritariamente treintañero, camisetas de Sonic Youth, Pixies o Nirvana y ganas de recuperar el tiempo perdido en poco más de hora y media, tres notas y la desquiciada voz de Black. Se apagan las luces, tan sólo resplandece el puesto de merchandising repleto de camisetas y recuerdos del grupo, el rumor y los silbidos llenan el ambiente con las ganas de un público que, ante el imprevisible presente y futuro del grupo, se derrite literalmente por verles. Salta Frank al escenario armado con una guitarra acústica y Joey Santiago con una Les Paul, comienza el espectáculo con "Cactus", "Nimrod's Song" o "Indie Cindy", se corean sus estribillos, las avalanchas de gente empujan las primeras filas y se desquician en "Vamos" para estallar de euforia en "Here Comes Your Man", para continuar con "Subbacultcha", "La La Love You" o una de mis favoritas, "Mr. Grieves".

Me resulta irónico haber salido, bailado, bebido y charlado con mis amigos mientras en los bares sonaban estas canciones y corría el año 95 pero lo que de verdad me sorprende es que lo que en aquellos años me parecía glorioso, con el paso del tiempo sus canciones han perdida cierta frescura y ahora me sorprende lo decepcionante que me resulta en directo Joey Santiago: no me gusta su forma de atacar las canciones, ni como suena su guitarra, ni lo alto de su volumen en los supuestos solos del grupo o los chirriantes acoples que nos regala un grupo tan alejado del "noise rock" como son los Pixies. La interacción de Black con su público es mínima, inexistente y, personalmente, echo de menos a Deal y la presencia de Kim Shattuck no me aporta nada con lo que me limito a disfrutar de Black Francis.

"Crackity Jones" y a disfrutar con la festiva "Isla de Encanta", "Velouria" nos quita las penas para perder fuelle con "In Heaven" (que me hace recordar el universo de Lynch) y tras "Andro Queen" y haber bajado considerablemente el nivel del concierto, Francis arranca de su acústica el rasgueo de la ya eterna "Where is my Mind?" que arranca de cuajo el techo de La Riviera aún sonando infinitamente más lenta que la original, a un tempo diferente.Se retiran antes de afrontar los bises, la espera se hace demasiado larga, todos esperamos "Debaser" o "Monkey Gone To Heaven" pero no, la elegida es "Caribou" con su estribillo lleno de calma, surf y rock, "Gouge Away" y acaban con "Planet Of Sound", Francis se despide de manera parca con la mano, como si le costase un esfuerzo, esboza una sonrisa en la que parece morderse los labios y con rictus serio abandona el escenario. ¿Esto es todo? Con todo mi respeto por los buenos ratos escuchando su música pero benditos los Smiths que no vuelven ni por todo el oro del mundo...

© 2013 Conde Draco
(Fotos de  Ignacio Sánchez)

Crítica: Warbringer "IV: Empires Collapse"

Cuanto de verdad tiene el dicho de que para sacar un primer disco tienes toda tu vida mientras que para editar un segundo tan solo tienes dos años desde el primero. Muchos grupos tienden a poner de primeras toda la carne en el asador (lo que por otra parte es inevitable además de lógico) dejándose la piel y el cerebro en que su ópera prima sea todo lo magnífica y brillante que pueda ser, mientras que para sus sucesivos discos sufren un cierto relajamiento en el que suelen estancarse y del cual les cuesta una barbaridad salir. Warbringer son una de las bandas, digamos, importantes dentro de la escena que se suele denominar thrash metal moderno y una de las bandas que más simpatizantes tienen debido sobre todo al desparpajo que tiene esa máquina de cantar que se llama John Kevill, uno de los frontman más versátiles y dinámicos que se puede ver hoy en día en directo. Warbringer salieron a la escena metálica gracias a su primer disco; todos los amantes del thrash metal recordamos con temple y vigorosidad aquella obra maestra del  género llamada “War Without End”, donde canciones como “Total War”, “Beneath The Waves” o “Shoot To Kill” marcaron un punto de inflexión y un soplo de aire fresco en lo que hasta entonces escuchábamos con desidia y aceptación. Con “Waking Into Nightmares” pienso que se equivocaron, quisieron darle una vuelta de tuerca a su thrash primigenio y no fueron capaces de adivinar que en su caso lo que justamente funcionaba era la sencillez y la rapidez. Y ello se dio a pesar de que contaron con la inestimable colaboración de Gary Holt (Exodus, Slayer) en la producción y en la mezcla de dicho álbum. A nivel personal he de reconocer que me jodió (y no poco) que después de “War Without End” Kevill y Laux no fueran capaces de dar continuidad compositiva al proyecto que habían iniciado un año antes y que cumplía todos los requisitos para convertirse en uno de los grandes clásicos del de la escena en Estados Unidos.

Warbringer no son unos virtuosos, creo que es algo obvio y perceptible en una simple escucha de cualquiera de sus discos, pero sí que tienen la efectividad necesaria para consagrarse como una banda muy importante dentro del thrash metal actual(a veces lo más simple y sencillo es lo que mejor funciona). Con este volumen cuatro que hoy nos traemos entre manos no es que mejoren mucho sus dos anteriores trabajos y evidentemente sigue estando muy lejos de su ópera prima, pero al menos siguen demostrando que son unos grandes luchadores y que están por aquí porque creen en la música y sobre todo porque creen en sus fans...“Horizon” muestra el lado más innovador y totalitario de la banda, con un Kevill que tira del carro gracias a su poderosa y genial voz, pero que no llega a romper del todo. Quizá en esta canción se ve como la banda quiere alejarse un poco del sonido de su primer disco y por el contrario siguen enrocada en sus sucesores. “The Turning Of The Gears” con un comienzo al más puro estilo Machine Head se centra más en el groove que en el thrash, donde la base rítmica se hace la dueña y señora de todo lo que se mueve a su alrededor dejando en un segundo plano el resto de matices y en ocasiones hasta anulando al bueno de Kevill. “One Dimension” sí que tiene esa esencia thrash metal que tanto nos gusta a los de la vieja escuela, un tema rápido y certero con el consiguen dar en el clavo y ponernos como antaño una sonrisita en los labios. Seguro que no será un tema menor en sus futuros conciertos y seguro que no renunciarán a incluirlo en un hipotético y futuro grandes éxitos. Fantástico también el estribillo con unos coros de los más crossover que harán las delicias de los más salvajes y acelerados.

“Hunter-Seeker”cuenta con la ventaja de ser la canción de lanzamiento con la que dieron a conocer este capítulo cuarto y con la que nos dejaron ver un puntito más oscuro y tenebroso en sus melodías y en sus atmósferas. Por regla general Warbringer son un grupo alegre y cachondo, podríamos decir que son los Helloween del thrash metal en cuanto a derroche de alegría y buen rollo se desprende de sus canciones; pero está claro que con “Hunter-Seeker” enredan con unos pasajes y unos corredores un tanto diferentes. Eso sí, innegable el adn de “War Without End” en la batería y en el grito de Kevill en las postrimerías del tema. Todo un lujo para nuestros oídos sedientos de buena caña, lo mismo que “Black Sun, Black Moon”, una de las mejores composiciones del álbum y una de los que mejor les ha quedado en su resultado global, con unas guitarras realmente bonitas y cuidadas que entran de primeras y que no suenan para nada apelotonadas en esta ocasión.

“Scars Remain”, una de las canciones más enrevesadas de este “Empires Collapse”, cuenta con un sonido crudo y visceral, un tema lleno de matices y de elementos que no podrás asimilar en una sola escucha, necesitarás darle tiempo y paciencia para captar todo lo que la banda quiere decirnos con el mismo. Con “Dying Light” liberan tensión gracias a unos riffs cortos y precisos, Kevill hace un trabajo impresionante (pienso que este chaval se merece mucho más) regalándonos uno de sus magníficos gritos infernales que todavía a día de hoy son capaces de ponerte la piel de gallina. Decir que en esta ocasión el solo tiene mucho regusto “old school”, aunque esta vez deciden ejecutarlo en una velocidad más corta. Con “Iron City”, uno de los temas más rápidos y espídicos del nuevo trabajo, no encontraréis lugar para el descanso, un tema 100% enérgico que os pondrá las pilas y os castigará las cervicales sin piedad ni contemplación alguna. Muy interesante su parte final con más de un minuto de instrumentación guiada por la fantástica guitarra de Laux; una pena que Carroll ya no esté en la banda, sin lugar a duda le daba una consistencia y una inestimable ayuda al bueno de Laux.

Posiblemente tantos cambios de formación en tan poco tiempo no ayuden a mantener la constancia necesaria para que todo vaya sobre ruedas. He de reconocer que “Leviathan” no me gusta un pimiento, se me hace muy tosca y muy poco digerible, con una métrica excesivamente cansina y dulzona (y mira que es raro esto). “Off With Their Heads!”  es veloz como el rayo, un tema de poco más de minuto y medio de duración que te hace saltar del asiento y te pone en vereda con uno de esos solos marca de la casa que sirven como antesala del que es para mí mejor tema del nuevo disco. Como suele decirse en estos casos, lo bueno se hace esperar, y esta vez más que nunca ya que llega justo con el último tema del álbum…“Towers Of The Serpent” es simplemente genial, una de las mejores canciones que jamás hayan compuesto y que podía perfectamente haber formado de aquella obra maestra del 2008 llamada “War Without End”, ya que no habría desentonado para nada entre “Hell On Earth” o “Born Of The Ruins”. Una pena que últimamente sea tan escasa la aparición de este tipo de temas en los discos de la banda, a buen seguro que les harían un gran favor y les pondrían en el lugar que realmente se merecen…aún así, a nivel global el disco se deja querer y a buen seguro que a todo hijo del metal le sacará alguna que otra sonrisa. Ya contamos los días para verles como invitados de la gira que Iced Earth traerá por Europa como cabezas de cartel para comienzos de 2014. Seguro que en directo la lían…

© 2013 Lord Of Metal

Crítica: Kings Of Leon "Mechanical Bull"

Resulta muy difícil escribir una crítica sobre Kings Of Leon pero no por la profundidad o complejidad de su obra sino por lo bien que saben hacerlo cuando quieren y el cariño que generan entre sus seguidores. No es de recibo mencionar a U2 o Lynyrd Skynyrd porque son referencias gratuitas y, por mucho que nos sorprenda, no tan evidentes como la crítica se empeña en remarcar como aval de sus habitualmente injustificados ataques al grupo de los Followill. Está clara su querencia por Lynnyrd pero no es esencial ni significativa en su obra más que, por ejemplo, todos esos grupos de Garage Rock de los setenta y, por mucha camisa de cuadros que lleven o la crítica se ensañe con ellos -de manera totalmente subjetiva- por su aspecto, lo cierto es que Kings Of Leon son buenos en directo y sus canciones tienen un indudable gancho. 

Pero lo cierto es que, sin hacerlo nada mal en este "Mechanical Bull", parecen incapaces de remontar el vuelo tras el éxito de "Only By The Night" (2008). No me refiero a que lo superen o graben a estas alturas una segunda parte o el disco de sus vidas (que estoy convencido de que tiempo hay de sobra para una banda tan joven), sino de hacerle ver a la crítica y su público más exigente que siguen haciendo buenas canciones aunque no estemos hablando de un nuevo "Sex On Fire" o "Use Somebody" como pelotazos comerciales y así remontar el vuelo tras el efecto demoledor de un disco como "Only By The Night", por el que el grupo estuvo a punto de desaparecer y Caleb de sucumbir en el mundo de las adicciones. Desde luego, no deja de sorprenderme que "Only By The Night" se haya convertido en su disco de referencia cuando, a mi gusto, "Aha Shake Heartbreak" es claramente superior y derrocha frescura en cada uno de sus cortes.

Es cierto que "Mechanical Bull" es a ratos muy complaciente y pierde fuelle pero es ligeramente superior a "Come Around Sundown" (2010). También, que a veces se hace lento y opaca el resultado final de un álbum al que hay que esforzarse en llegar pero, aunque a más de un "redactor esnob de revista" le entre hurticaria leer esta crítica (y soy consciente de que lo harán), es imposible negarse a una canción como "Supersoaker", "Temple" o mi favorita "Don't Matter". "Mechanical Bull" sabe a Kings Of Leon tanto como sólo ellos saben, ¿qué es lo que estábamos esperando? ¿Acaso que diesen un giro radical en su propuesta y se lanzasen en manos de la electrónica, que compusiesen largos desarrollos progresivos, que hiciesen blues? Cuando pincho un disco de Kings Of Leon quiero que suene como este "Mechanical Bull", igual que cuando me pongo en los cascos lo nuevo de Motörhead, no quiero experimentos, no quiero nada más que buenas y nuevas canciones con los ingredientes que tanto me gustan.

Así, "Supersoaker" es una continuación del "sonido Followill", de ritmo acelerado y entretenida, ideal para abrir un disco o un concierto, pegadiza y radiante. Si me gusta "Aha Shake Heartbreak" no veo por qué me tiene que disgustar "Supersoaker", su bajo es como un chicle y el piano enfatiza la melodía. Continúan el día soleado con "Rock City" pero con más "feeling" y empezamos a descubrir que, aunque "Mechanical Bull" pueda, por desgracia, resultar inofensivo en algunos momentos, su digestión es claramente más placentera que la de "Come Around Sundown" (en el cual había canciones que debían ser obviadas para disfrutarlo como álbum), "Don't Matter" es todo un acierto en tercera posición porque su urgencia y ramalazo garajero se cuelan tras "Rock City" y la bienvenida de "Supersoaker". Esta vez son las guitarras las que se agolpan y saturan el sonido mientras la garganta de Caleb hace las delicias y se lleva el protagonismo. He leído críticas al aspecto de los Followil; a su supuestamente y pretendida descuidada imagen, a su afán de ser los nuevos U2 (por favor, qué estupidez) pero, desde que se publicó este "Mechanical Bull" ni una sola a la evolución de Caleb como cantante. Su voz es una de las más bonitas del Pop-Rock actual y hace subir la nota de las canciones del grupo, sabe darle emoción y emotividad a composiciones que en otras cuerdas vocales pasarían inadvertidas y olvidadas.

"Beautiful War", a medio camino entre el country y el "hippiesmo", resulta deliciosa y ahonda en la emoción, me gustan sus guitarras y el aire que le saben imprimir pero no es más que un pequeño aperitivo para el single "Temple" y, sobre todo, "Wait For Me" que, aunque no llegue a convertirse en todo un éxito, si que parece levantar la cabeza tras "Only By The Night" para lucir todo lo bien que saben en el estribillo y aderezar "Mechanical Bull". Como la vacilona "Family Tree" que bebe directamente del funky y el rock más desenfadado de los setenta, una de las más contagiosas del disco y que seguro les dará buen juego en directo. En "Comeback Story" pierden ligeramente la identidad para hacer una segunda parte de "Revelry" en "Tonight" y sonar épicos y ochenteros en "Coming Back Again" en la que, sin embargo, el nuevo traje no les sienta nada mal con esos coros y el acelerado ritmo de batería.

Cierra "On The Chin" de manera relajada con un "steel", unas guitarras llenas de trémolo y un tono "comunero" que se agradece como despedida. Como "bonus track", "Work On Me" y "Last Mile Home" que, sinceramente, no aportan nada a la nota final de este "Mechanical Bull".

Las comparaciones con U2 son odiosas porque son esgrimidas por gente que no tiene ni idea de quiénes son los irlandeses y lo que significaron en los ochenta y primeros de los noventa (esos mismos tampoco saben nada sobre Ronnie Van Zant). Utilizarlo como vara para medir a un grupo como Kings Of Leon o como sinónimo de "Arena Rock" para justificar la orientación o aspiraciones de grupos relativamente jóvenes como éstos o The Strokes, The Killers o Coldplay es un argumento tan poco acertado como ya usado hasta la extenuación . Los Followil han vuelto ha grabar un buen disco pero no una obra maestra, un disco que da la sensación que es un pasito más, no necesito que graben obras maestras ni tampoco tengo la mala baba suficiente como para criticarles constantemente, son buenos en lo que hacen y punto. ¿Qué más les podemos pedir? 

© 2013 Jack Ermeister


Concierto: Steven Wilson (Madrid) 08.11.2013

SETLIST: Trains/ Luminol/ Postcards/ The Holy Drinker/ Drive Home/ Nueva canción/ The Watchmaker/ Index/ Sectarian/ Harmony Korine/ Raider II/ The Raven That Refused to Sing/ Happy Returns/ Radioactive Toy/

Me gustaría saber qué ha ocurrido desde que, hace trece años, me comprase "Lightbulb Sun" y tres años más tarde asistiese estupefacto a un concierto de Porcupine Tree en la simpática sala Caracol de Madrid con una entrada de diez o quince personas apoyadas sobre la tarima del escenario y una repercusión inexistente para ahora llenar un auditorio y tener a toda la gente entregada, justo ahora que ha publicado "The Raven that Refused to Sing (and other stories)" que, aún siendo un gran disco lleno de buenísimas canciones, no es representativo de su mejor momento. ¿Pero qué es lo que ha ocurrido? Muchos dirán que es cuestión de su duro trabajo (que también) pero eso sería obviar los diez años anteriores a esa visita que digo y después ha vuelto a pasar por España y salas de mediano aforo que sí logró llenar o un festival en el que fue ignorado por gran parte de la audiencia (ya que su estilo poco o nada tenía que ver con el Metal que reinaba en aquellas jornadas), ¿pero qué es lo que ha ocurrido para que gente que hace un tiempo le ignoraba, haya llegado a su música y ahora se levante para aplaudir tras cada canción con fervor casi religioso? 

A mi gusto es una mezcla de todo: el gusto por el denominado "nuevo rock progresivo" ha ido en aumento, la propuesta de Wilson se ha diversificado tocando palos tan diferentes como el Rock electrónico más calmado (con Blackfield), el Metal Progresivo, sus labores como productor con bandas han llegado a otros públicos (bien con sus nuevos discos o remasterizando a King Crimson), además de saberse rodear de grandes músicos -como el binomio formado con Guthrie Govan, auténtico responsable del sonido de muchas de las canciones de "The Raven that Refused to Sing (and other stories)- y artistas y, por último y no menos importante, su repentina pero constante aparición en diferentes entrevistas, encuentros con su público, masterclasses de composición, presencia en los medios digitales que le han proporcionado miles de seguidores pero también una creciente base de enemigos. Sí, parece que Steven Wilson está donde está gracias a su duro trabajo y mucha inteligencia.


¿Enemigos? Cuesta creer que un músico cuya principal obsesión es grabar más y más discos y componer algunas de las mejores canciones de la última década sea capaz de generar tanta discusión y enfermizos ataques pero después de asistir a su último concierto en Madrid (y única fecha en España) y considerándome todo lo amante de su música que puedo ser (con un parche firmado por todo Porcupine Tree de su actuación de París en la gira de "In Absentia" colgando en la pared mientras escribo esta crónica) también creo que puedo llegar a entender el por qué de esos ataques.

La actuación de Madrid fue notable, con grandes momentos pero también pretenciosa -pretendidamente pretenciosa- con una buscada profundidad y unas ansias de trascender que antes no eran tan evidentes en sus conciertos. Si antes Steven Wilson llegaba a nuestra alma era porque tocaba algunas teclas de manera inconsciente y su propuesta tenía ecos de diferentes grupos clásicos, mezclaba emoción con contundencia, belleza con oscuridad mientras que ahora ir a verle se convierte en todo un ejercicio sesudo diseñado para que todos esos amantes de Rush, King Crimson y Pink Floyd sientan que están viendo en directo a la reencarnación de Fripp o Waters, se sientan especiales llevando una camiseta del "2112" mientras Wilson se ha convertido en una caricatura de sí mismo sobre las tablas.

El auditorio lleno casi en su totalidad, la excitación por ver a Wilson desbordaba el puesto de merchandising repleto de camisetas, comics, discos, dvds y parches de batería firmados en serie con la leyenda "for charity" (no como el mío, firmado en mano, cosas del directo hace una década...), nos sentamos y a los poco minutos se apagan las luces y comienza una introducción…

Sinceramente, me sentí como si estuviese viendo a unos vulgares imitadores de Pink Floyd. Habría entendido una introducción así hace cuarenta años, cuando resultaba muy "artie" y totalmente intelectual y "progre" mostrar la imagen de una calle con sus transeúntes durante quince minutos filmada por un jovencito Andy Warhol, proyectada sobre las sábanas de una actuación de la Velvet, sobre unas diapositivas mientras Syd Barrett hace el molinillo sobre montañas de efectos o un Jim Morrison universitario se lo muestra a sus compañeros como proyecto de fin de curso, pero en pleno 2013 me resulta pretencioso y aburrido y no sé si es así por la introducción en sí misma o por el silencio sepulcral y el análisis concienzudo de esos nuevos seguidores que miraban a la pantalla queriendo descifrar el supuesto misterio y trascendencia de esas imágenes en absoluto éxtasis y cara de circunstancia. En la pantalla aparece un músico callejero, prepara su guitarra y, a la vez, comienza a sonar "Trains" mientras Wilson toma el escenario. 

Aunque sea una de mis canciones favoritas (magnífico aquel "In Absentia" del 2002) habría preferido que hubiese empezado con "Luminol", a la versión de "Trains" le falta la contundencia de una banda, Wilson la canta sólo con su acústica y se nota que su garganta no ha calentado todavía ya que no alcanza las notas altas del estribillo, lo soluciona cantando en otro tono y -como tiene esa voz tan bonita- el resultado es excepcional pero me pone en alerta. El resto de la banda se incorpora tras el exageradísimo clamor del público y a nuestra derecha se sitúa Guthrie Govan, el auténtico genio en la sombra de este disco y gira. 

Ahora sí, es el turno de "Luminol", la locura se apodera del escenario y la canción alcanza su clímax con un Wilson fuera de sí, suena perfecta y la gente, una vez más, se levanta (algo que se repetirá una y otra vez al finalizar cada canción) para aplaudirle como si se les fuera la vida en ello. Los gritos se los lleva Steven Wilson pero el público parece obviar la solvencia de la banda que le acompaña y el nervio desprendido por Guthrie. Otra cosa que me sorprende es el cambio sufrido por Wilson en directo, ha pasado de ser un músico que se concentraba en su música y puntualmente se movía, bailaba o se balanceaba con su guitarra para convertirse en el centro de atención gesticulando constantemente, levantando los brazos y bailando. Salta, se arrodilla y cambiará hasta tres veces de guitarra o bajo en una misma canción tras rasgar tan sólo un par de notas... Pero el anticlímax para mí -y siento ser muy crítico- llega cuando en "Postcards", sentado al frente del escenario (tras lo que parece una mezcla de piano o moog) saca el móvil del bolsillo trasero de su vaquero, lo consulta y sigue cantando, como si estuviese en una oficina (algo que hará también durante "Harmony Korine"). Un gesto totalmente contradictorio para el supuesto "embuimiento místico" en el que nos quiere hacer creer que anda sumergido (no me imagino a Waters haciendo lo mismo durante su última gira de "The Wall" o a Fripp soltando la guitarra para contestar un WhatsApp), error suficiente para sacarme de la interpretación de "Postcards" hasta "The Holy Drinker" en el que, aunque logra meternos de nuevo en la actuación gracias al mantra en el que se convierte, las proyecciones en la pantalla se suceden en bucle haciéndole perder impacto como espectáculo , que no como concierto. 

Las excelentes animaciones de "Drive Home", sin embargo, enfatizan la interpretación de Wilson que ha sido precedida de una simpática introducción acerca de su poco conocimiento teórico musical (básicamente, no sabe nada de solfeo) y su forma de hacerle entender a un músico con mayúsculas como Guthrie qué es lo que quiere, lo que busca en una canción. Tanto el "speech" como la canción son sobresalientes. A continuación un tema nuevo en el que pide, por favor, que no se suba a Internet para no restarle impacto a la gente que la vea por primera vez en las próximas fechas de la gira, con una base ligeramente electrónica y una melodía oscura y sobria se cierra la primera parte del concierto, corriendo una cortina como velo entre el escenario y el público. 

De nuevo sentimientos encontrados ante un recurso ya de sobra utilizado en los setenta, en los noventa a manos de NIN en su gira de "The Fragile" y una introducción para "The Watchmaker" que bebe directamente de Pink Floyd, tanto que parece que vaya a sonar "Breathe" de un momento a otro. El estribillo de "The Watchmaker" es sublime y de lo mejorcito del concierto sino es porque la sigue "Index" y añade aún más intensidad si cabe, subiendo la nota media del concierto. 

"Sectarian", "Harmony Korine" (que nunca me ha terminado de convencer y menos con un repertorio tan amplio en el que elegir una mejor) y retiran la cortina. Tras "Raider II", llega el momento álgido con "The Raven That Refused to Sing" en el que, con el tema principal del nuevo disco parece vertebrar el concierto por entero, ahora sí la voz de Wilson se aprecia en su esplendor y el estribillo luce glorioso en un "in crescendo" espectacular hasta que el grupo estalla justo antes de los bises y vuelve para despedirse con "Happy Returns" y "Radioactive Toy". 

A la salida, de nuevo el puesto de camisetas es asaltado y la gente parece haber presenciado el concierto de sus vidas pero a mí hay algo que no me termina de convencer. En el fondo, todo se reduce a eso: pasar un buen rato y que el artista te haga vibrar, te haga sentir único y, aunque indudablemente hubo magia, de este concierto no salí maravillado como la primera vez que vi a Wilson diez años antes, sin duda uno de los dos se ha hecho mayor: o él o yo. 

© 2013 Conde Draco
(Fotos de Alive87)

Concierto: Children Of Bodom (Madrid) 27.10.2013

SETLIST: Transference/ Silent Night, Bodom Night/ Sixpounder/ Halo Of Blood/ Scream For Silence/ Bodom After Midnight/ Lake Bodom/ Hate Crew Deathroll/ Dead Man´s Hand On You/ Are You dead yet?/ Blooddrunk/ Angels Don´t Kill/ Towards Dead End/ Hate Me/ Downfall/ In Your Face/

Por fin podíamos decir que llegaba a Madrid una de las giras más esperadas del Otoño por no decir del año  2013. Children Of Bodom volvían a la capital española un año y pico después de su último paso por ella en la edición del Sonisphere del año 2012. Esta vez lo hacían para presentar su nueva obra “Halo Of Blood”, un disco que (pese a  quien le pese) no consigue algo distinto que no sea consagrarles como una de las mejores bandas de death metal melódico de los últimos tiempos. Tenemos que tener muy presente que cuando estamos hablando de Children Of Bodom estamos hablando de “death metal”, uno de los géneros que junto con el black metal menos entra por los oídos. Children podrán gustarte más o menos, podrás incluso (ya es raro) odiarles, pero lo que no se puede negar es el arte que tiene Alexi Laiho cuando entre sus precisas manos recae una preciosas Esp. Pienso que es del género bobo entrar a valorar o a medir si es el mejor, el segundo o el tercer guitarrista del mundo; a los niveles que nos estamos moviendo es ridículo hacer estas comparativas y decir que Steve Vai es más rápido que él o Zakk Wylde es más lento que el finés. Los que amamos esta música y la sentimos de verdad (eso es con el corazón) vemos una banda que va a más, que no se relaja y que su techo o su meta, en esto que tan gustosamente nosotros llamamos Rock, parece no tener fin. De igual modo no se nos escapa que algunos ven en ellos a una banda vendida, que suena muy distinta de aquellos “Hatebreeder” y “Follow The Reaper” y que ya están por estar, que se han cansado y que ya hace lo que les da la gana...Pues visto lo visto el pasado Domingo en La Riviera a todos estos que piensan de esta manera decirles que nada más lejos de la realidad, que Children Of Bodom no se han vendido para nada y que “Halo Of Blood” o “I´m Your Face” suenan tan bien y tan agresivas como puedan hacerlo “Silent Night, Bodom Night” o “Hate Me"

En esta gira Children van acompañados por los polacos Decapitated; de su actuación decir que dan mucha caña y mucha cera (realmente sorprendente) pero están a un nivel muy por debajo de lo que hoy en día es Children Of Bodom. Para más inri debemos decir que contaron con un hándicap añadido, y es que el sonido fue muy irregular durante toda su actuación. La verdad que teníamos muchas ganas de verles, de hecho nos alegramos mucho cuando nos enteramos que iban a actuar en la próxima edición del prestigioso Wacken; y supongo que fruto de dicha gran ilusión llegó esa pequeña decepción, nuestras expectativas no fueron para nada cubiertas en esta ocasión; por lo que nos tocará esperar al festival alemán para ver si cambia nuestra percepción sobre ellos... Por suerte para todos los presentes los niños de Bodom no tardaron mucho en salir al escenario para quitarnos el sabor amargo que nos había dejado la actuación de Decapitated  y ponernos la carita sonriente en nuestra geta para el resto de la noche…

Posiblemente el comienzo con “Transference” no sea el más adecuado para comenzar un concierto de Children Of Bodom. Es una gran canción, eso es indudable, pero pienso que un tema con más garra y un poco más agresivo les hubiera quedado mejor en el arranque de su actuación. No obstante ninguna pega a la ejecución del mismo, con un Alexi muy metido y muy profesional en todo momento que no dejaba de saltar y moverse por todo el escenario. Se nota que este grupo levanta pasiones allá por donde pasa, es sonar las primeras notas de “Silent Night. Bodom Night” para que La Riviera se ponga patas arriba. Utilizar la palabra “brutal” es quedarse corto para definir lo que se vive en un concierto de Children cuando este tema sale a la palestra. Estamos hablando de un as en la manga, de un tema emblema en todos y cada uno de sus conciertos y en una de las mejores canciones que jamás haya compuesto el joven Laiho. Una vez más se te cae la baba ver los solos alternos y conjuntos que hace el hacha de las seis cuerdas con el bueno de Warman y sus teclados; para que luego digan que esta pareja no es rápida…”Sixpounder” pone las cosas en su sitio, aceptamos pulpo como animal de compañía y aceptamos que no es tan espídica como “Needled 24/7” (reconocemos que la hubiéramos preferido) pero aún así tiene la magia y la fuerza de cualquier canción del “Hate Crew” por lo que siempre es de agradecer que suene en sus conciertos. Me gustó mucho como se escuchó en directo “Halo Of Blood”, no nos engañemos, es un temazo, para mí el favorito de su último álbum; si en el disco ya era bueno en directo es una gozada escuchar ese riff salvaje al más puro black metal noruego. Fantástico les quedó las tres pantallas en el fondo del escenario con imágenes de su último disco creando un ambiente muy blacker y muy oscuro.

Con “Scream For Silence” observamos en primera línea de fuego lo bueno que es Roope cuando Alexi le deja meter algún que otro punteo. Bien es cierto que pocas veces podemos disfrutarle en estado puro (a ver quién es el guapo que se atreve a hacerle sombra a Laiho) pero cuando se anima observamos a un guitarrista con mucho estilo y con una técnica muy pulida. “Bodom After Midnight” cae como agua bendita en el desierto con un Henkka más atrevido de lo habitual (ya sabemos que la expresividad y la efusividad no es lo suyo). Para simpático y gracioso ya tenemos a Raatikainen, nos divierte verle una y otra vez gastar bromas con Warman, tirándose cosas el uno y al otro sin dejar de sonreír en ningún momento del concierto, tal y como pudimos ver en la clásica “Lake Bodom” o en la mortal “Hate Crew Deathroll”, con un soberbio Laiho del cual disfrutamos en estado puro al llevar una cámara en la parte superior del mástil de su guitarra que disparaba imágenes de los dedos del astro durante los diferentes solos del tema. Si queréis velocidad con este chaval no os vais a aburrir…Cuando vemos a Alexi Laiho tocar la guitarra es cuando se nos pone cara de circunstancia a la mayoría de los mortales y nos empequeñecemos ante tal soltura y virtuosismo.

El don del finés vuelve a salir a la palestra en grades versiones de “Are You Dead Yet?” y “Blooddrunk”. Todavía no entiendo como hay personas que no son capaces de ver en “Are You Dead Yet?” un discazo…Sí tenemos que decir que “Dead Man´s Hand On You” rompió un poco la marcha triunfal del concierto, ya que su tempo flácido y angosto no cayeron bien a esa hora de la noche. No es un mal tema, pero evidentemente podían haber metido otro de su largo y fantástico repertorio… “Angels Don´t Kill” les quedó genial, una obra maestra de semejante calibre no puede recibir otro calificativo, lo mismo que “Hate Me” (madre mía, que caña le metieron) y “Downfall”, con uno de esos riffs marca de la casa que en directo te destrozan y hace que se te caigan los huevos al suelo.

Tras un breve descanso de apenas un minuto la banda vuelve a salir al escenario para interpretar la última canción, en este caso deciden tirar del primer single de “Are You Dead Yet?”; con “In Your Face” el quinteto vuelve a darnos un buen puñetazo en la cara, demostrando que están en un gran estado de forma y armados hasta los dientes de un sobresaliente death metal. ¡Sin lugar a duda uno de los conciertos del año…larga vida a los Bodom!

© 2013 Lord Of Metal

Concierto: Iced Earth (Madrid) 23.10.2013

SETLIST: Plagues Of Babylon/ Dystopia/ Dark Saga/ My Own Savior/ If I Could See You/ V/ Burning Times/ Watching Over Me/ Iced Earth.

Resulta cuando menos llamativo que podamos ver en España a una banda norteamericana dos veces en menos de tres meses; evidentemente no es algo normal y que se pueda ver todos los días (ojalá fuera así), pero evidentemente nos alegramos enormemente que así sea y que la banda en cuestión se llame Iced Earth. Para nosotros, dado nuestro amor eterno por la banda de Schaffer, tenía un valor añadido verles ahora en el mes de Octubre acompañando a Volbeat y antes de su gira europea como cabezas de cartel; y es que se daba la circunstancia que era la primera vez que veíamos en vivo a su “nuevo” cantante Stu Block, dado que en su último paso por la península para dar a conocer el que es su último disco hasta la fecha ("Dystopia") nos fue imposible asistir. De primeras Stu nos pareció un tipo muy aguerrido, con una gran voz (se marcó algún que otro grito importante en "Iced Earth" y en "My Own Savior") y con mucha templanza. Al chaval se le ve ya muy rodado en esto del directo y se le presume muy metido en el grupo; nos gustó mucho su desparpajo y su decisión desde el minuto uno de comerse todo lo que se le ponía por delante. Stu tiene un estilo muy heavy y muy peculiar, muy clásico diría yo, que se asemeja bastante al de Jon Schaffer, pero que por desgracia desentona bastante con los otros tres miembros del grupo (un tanto anodinos). Como nos gusta decir por aquí “Schaffer=Iced Earth”, Schaffer es el auténtico genio y figura de esta empresa, el maestro de ceremonias que todos querríamos en nuestra fiesta ya que tiene una presencia aplastante y cautivadora cuando se le pone una Les Paul en la mano. A nivel personal he de confesaros que siempre me resultó muy curioso que Schaffer no tirase más de solos en directo y se limitase prácticamente a tocar los riffs y las rítmicas más reconocidas y emblemáticas de la discografía de Iced Earth; sinceramente no sé por qué no se atreve y se lanza con ellos, ya que por carencias o falta de capacidades  seguro que no es…

Nos gustó mucho la interpretación que hizo Stu de la enorme "My Own Savior", recordándonos mucho al Barlow más genial y dinámico de "Alive In Athens" o al más transgresor y abrupto de la gira de "Horror Show" (la última buena de Matt). El sonido fue bastante bueno en términos generales, teniendo en cuenta que estamos hablando de unos “teloneros” y de que la sala a esa hora de la tarde no estaba especialmente llena (una pena)...pero claro, Iced Earth no son unos “teloneros” cualquiera, sino uno de los grandes del heavy metal (le pese a quien le pese) y como es de suponer no iban a hacerlo mal...La oscuridad de "Dark Saga" se hizo aún más palpable en la voz de Stu, y mira que Matt no se quedaba corto al cantarla, pero Stu le da un toque y una magia especial que hacen del tema una verdadera obra maestra. De los temas nuevos decir que "If I Could See You" nos pareció un tanto ñoño; ya sabemos que Iced Earth se prodigan y les gusta "abusar" de los medios tiempos, pero creo que hay mucha diferencia entre este "If I Could See You" y por ejemplo "I Died For You" o "Watching Over Me"…por cierto, menudo cañonazo en directo, sin duda la mejor de su corto setlist de esa noche. “Watching Over Me” en directo se puede definir como una auténtica bomba sónica que hizo las delicias de la mayoría de las pocas personas que se encontraban en la sala en ese momento y de un servidor. La verdad que pocos temas (por no decir ninguno) podemos catalogar como grises de “Something Wicked This Way Comes”, es una auténtica obra maestra del heavy metal desde su arranque con “Burning Times” hasta si final con “The Coming Curse”. Es uno de esos discos redondos al que no le puedes poner ninguna pega y que eres capaz de escuchar de principio a fin una y otra vez sin cansarte de hacerlo.


No me gustó mucho la interpretación que hicieron de “V”, no tanto por su nivel musical (al fin y al cabo es uno de los temas más cañeros de “Dystopia”) si no por el comportamiento un tanto “payaso” de Stu sacando la típica careta de V de Vendetta y haciendo que se la ponía en la cara y en la rodilla. Menos mal que la fantástica “Burning Times” con su típico repiqueo de campanas consigue quitarnos el mal sabor de boca mientras un escalofrío recorre nuestra columna de norte a sur. Hubo un tiempo que “Burning Times” abría los conciertos de Iced Earth (sobre todo en la época del “Alive In Athens” y en la del “Horror Show”), aunque es cierto de que de un tiempo a esta parte, siendo como es una de las fijas, le van alternando el orden. Qué gran tema, nunca me cansaré de escucharlo…El concierto pone el punto y final con una gran interpretación de su clásico “Iced Earth” con la sorpresa añadida de contar con la colaboración de Michael Poulsen de Volbeat en la tercera guitarra para delirio de los fans de los daneses que ya estaban esperando con impaciencia la salida de sus divos…

Esperamos ya con ansias que llegue el mes de Enero para poder escuchar su nuevo disco “Plagues Of Babylon” (previsto en principio para finales de Octubre, pero que finalmente su discográfica, Century Media, ha fechado para el mes de Enero de 2014) así como para verles como cabezas de cartel de su propia gira acompañados por Warbringer y Elm Street. Seguro que Set Abominae seguirá haciendo de las suyas.

© 2013 Lord Of Metal
(Todas las fotos pertenecen a Dr_Zoidberg)

Crítica: Arcade Fire "Reflektor"

A veces me da la sensación de que estamos a la constante búsqueda de grandes momentos, de experiencias vitales que cambien nuestra vida y sacudan nuestro mundo interior pero, no contentos con ello, queremos también que sacudan nuestro entorno y nos gustan los puntos de inflexión, los giros de timón drásticos e históricos, acontecimientos que nos hagan sentir parte de la historia y los buscamos argumentando lo imposible. Es como ese anuncio; "nos hemos obsesionado por la capacidad de almacenaje, ahora tenemos que llenarlo con nuestra vida". ¿Qué difícil, verdad?

Habrá quien viva nada más que para colmar ese agujero, quien viva para enseñárselo a otros, habrá quien escuche el nuevo disco de Arcade Fire para decir que lo ha hecho o en busca del nuevo Bowie, los nuevos Talking Heads o quien diga -después de escucharlo- que es un gran disco, una maravilla y toda una experiencia catárquica en sí misma pero no lo es, no os dejéis engañar.

Produce arcadas lo pretencioso que es (desde su portada a los títulos de sus canciones y sus letras) y lo bien que se nos vende su aparente poco interés en trascender cuando denota ansias de ello en cada uno de sus segundos. Nunca, en la historia del Rock, ha sido tan evidente la jugada y tan manifiesta la estupidez de la crítica en general por encumbrar un disco totalmente indigno como continuación de “Suburbs” (2010) . ¿Desde cuándo le debemos fidelidad eterna a algo? Por qué no puedo decir abiertamente que “Reflektor” es un horror del que se pueden sacar pocas cosas en claro. ¿Acaso mi opinión no está igual de fundamentada que la de aquellos que han visto en apenas cuarenta y ocho horas una obra maestra? ¡Por favor, si hay discos de Bowie –u otros vacas sagradas- que deben ser escuchados durante años para poder apreciarlos en su justa medida y sacarles todo el jugo! ¿Cómo es posible que en apenas unos días la crítica encumbre “Reflektor”? ¿Está capacitado un bloguero a decir que la producción de James Murphy es perfecta en una canción y yo de creérmelo? ¿Son capaces en tan poco tiempo de hablar de matices, de “amalgama perfecta”, de “producción ampulosa”, de ”un disco vacío para que tú mismo lo llenes con tus vivencias” o de “minimalista matices”? Qué daño tan irreparable nos ha hecho internet, desde luego que sí...

Cada tres años vuelven con nuevo disco bajo el brazo y esta vez con la ayuda de James Murphy a la producción, “Reflektor” arranca con una introducción y su canción homónima. Un tema largo e inconsistente, lleno de buenas intenciones pero que no termina de despuntar. Me gustaría que alguno de esos que ven la canción perfecta en “Reflektor”, que creen sentir un himno o una canción sobresaliente, me expliquen dónde porque no siento por ella ni el más mínimo ápice de emoción, no me siento anímicamente preparado para volver a afrontar cada día más de diez minutos de canción por la que no siento nada por mucho que me esfuerce. En “Reflektor” la emoción disminuye hasta hacernos perder el interés, ni su ritmo, ni sus constante vaivenes, ni su melodía me hacen pensar en Funk, Dance, Groove o cualquier estilo o etiqueta que me haga mover ni levemente los pies. “Reflektor” no es un rompepistas como quieren ver muchos, en todo caso sería la canción idónea para que alguien que no ha bailado en su vida sienta algo remotamente parecido en su coche mientras va al trabajo e imagina como sería sentirsé Tony Manero en una carpa del Festival de Benicassim.



“We Exist” con una outro innecesaria –o lo que es lo mismo, un final aburridísimo- nos llena de sabores que no cuajan. La melodía es buena pero el problema, una vez más, es el envoltorio (por cierto, copiado directamente, como gran parte del disco, del collage sonoro que es "Sandinista!" de The Clash en 1980, y es que no cuesta escuchar "We Exist" y después "Junco Partner"). Si esto es lo que el grupo de William Butler quería supongo que lo han logrado a base de hacerle perder la identidad a las composiciones del grupo, si es culpa de Murphy; por favor, que alguien lo cuelgue del palo mayor. Está claro que si escucho "We Exist" una centena de veces la terminaré tarareando a todas horas pero las canciones de "Reflektor" no son representativas de ese consabido tópico del disco que crece con cada escucha.

 “Flashbulb Eyes” es un experimento y hablar de ritmos colombinos es absurdo cuando es únicamente Caribe y Reggae. ¿Salen airosos? No, suenan artificiales y a ratos rancios, ni Bob Marley ni el Buena Vista Social Club serían capaces de hacer Thrash Metal, no me creo a unos canadienses jugando a ser otros, lo siento, además, Strummer lo hizo antes con mayor fortuna que no éxito. Como igual ocurre con “Here Comes The Night Time”, que se hace larga hasta la extenuación, ¿Cuándo pincho un disco de Arcade Fire esto es lo que estoy buscando? La batería levemente asíncrona y el sintetizador golpean con dureza alemana nuestras neuronas pero la canción se deshace cuando se acelera y vuelve a su pulso original.

"Normal Person" no es rock por mucho que comience con un acople, no lo es y punto y el riff de guitarra es dramáticamente inofensivo y hasta ridículo como "You Already Know" suena a "cara b" mala de los Smiths (lo sé, imposible que el grupo de Moz facturase un mal single) y, desde luego, si nos gustan sus guitarras limpias es porque apestan a Marr, cualquiera que la escuche podrá rastrear su influencia, por no hablar de plagio aunque ahora esté de moda llamarlo homenaje. El clímax hacia la pretensión más absoluta llega con "Joan of Arc", tildada por algunos como "la gran canción del disco"; esa que "les ha cambiado la vida". Paparruchas, lo único que vale son los coros y son otro plagio sesentero, ¿qué le vamos a hacer si a los Arcade Fire de "Reflektor" les ha dado por hacer refritos?

Si abandonamos el primer disco con sensación de haber sido engañados pero con alguna esperanza, "Here Comes the Night Time II" nos abandona en el sopor más profundo con una segunda e innecesaria parte de "Here Comes the Night Time" en versión etérea, totalmente prescindible como también lo es "Awful Sound (Oh Eurydice)" y ese comienzo copiado al gran Geinō Yamashirogumi, con esos arreglos que intentan darle emotividad a una balada que fracasa en su objetivo ya que no nos hace sentir nada en absoluto. ¿A quién se le ocurre meter en una balada a piano lo que parece el despegue de un avión con arreglos de cuerda que recuerdan tanto a "A Day In The Life"? El desparrame final se disfraza con una guitarra heredera de Harrison, coros eclesiásticos y, de nuevo, esas cuerdas beatlianas que parecen enlatadas desplegando sus alas hasta dejarnos sordos. 

Continúa "It's Never Over (Oh Orpheus)" -ojo a los títulos pero no levanten la vista de las letras porque producen risa al más "gafapasta"- amorfa en su estructura por mucho que otros quieran ver la delicia en lo inesperado y el gusto en una canción que se desmorona por segundos. "Porno" suena como un videojuego de coches de los ochentera y es que la caja de ritmos le sienta horrorosamente mal a la música de William Butler y compañía. Minimalista (lo que no quiere decir de calidad) y cruda, despojada de todo arreglo que no suene tan "arty" como innecesario. Si en "Afterlite" recuperamos cierto pulso es gracias a la reminiscencia al grupo de Bernard Summer porque hay que reconocer que el riff de sintetizador es realmente sobresaliente, no todo iba a ser malo en el nuevo disco de Arcade Fire, pero rápidamente nos damos de bruces con la cruda realidad cuando cierran el álbum con un auténtico horror de más de once minutos llamado "Supersymmetry", tan estúpida como los seis minutos que nos esperan al final entre silencios y ecos, terminando el disco como lo han empezado: de manera absurda. La próxima vez que hagan un EP o un álbum sencillo, un álbum doble les viene grande.

Si alguna vez nuestros nietos nos preguntan quiénes eran Arcade Fire -cosa que dudo-, ¿de verdad vamos a ponerles "Here Comes the Night Time II", "Flashbulb Eyes" y "Awful Sound (Oh Eurydice)" o les pincharemos "Wake Up" y "Modern Man"? Ahí lo dejo...

© 2013 Jim Tonic