Crítica: Johnny Marr "The Messenger"

Qué pena produce ver a músicos legendarios y tan poco dados a las fanfarronadas y salidas de tono, como Johnny Marr, dejarse engatusar por los placeres de la promoción y llegar a escuchar a todo un ícono como él intentando provocar con fuertes declaraciones, más propias de su amigo Moz  que de alguien tan reservado como él. Que a estas alturas quiera renegar del indie o de cualquier subgénero pop del que él sea, directa o indirectamente, el padrino es absurdo pero si esto ocurre a pocos días de lanzar su primer disco en solitario (sin contar aquel "Boomslang" del 2003 o sus escarceos con otros artistas como Modest Mouse o The Cribs) puede llegar a resultar patético. ¿De veras que necesita de ellos para promocionar un disco tan notable como "The Messenger"? Porque, antes de que continúes leyendo, conviene aclarar que este "primer disco en solitario"de Marr roza el notable, es irregular pero espectacular por momentos. Y es que una de las cosas por las que amo a Marr, independientemente de sus carrera con los Smiths y su forma de tocar la guitarra, es por su supuesta negativa a juntar a los Smiths aunque, a estas alturas, ya no sé si es cuestión suya o del antipático (pero por otro lado delicioso) de Morrissey. "The Messenger", publicado con la Warner, es el supuesto primer disco en solitario de un compositor que siempre parece haber disfrutado trabajando a la supuesta sombra de otros, quizá más dispuestos a dar la cara. Marr siempre me ha parecido el tipo de músico que disfruta con sus status pero no con la atención de los focos. Y es por eso que su actitud para promocionar este "The Messenger" me ha sorprendido de sobremanera porque a él, tal y como ha demostrado durante estas últimas semanas, le basta con interpretar en directo tan sólo un tema de los Smiths como "Heaven Knows I'm Miserable Now" y atraer todos los titulares de la prensa especializada.

¿Pero por que tantos años? No lo sabe ni él mismo tal y como ha demostrado en sus entrevistas pero lo que sí reconoce es estar especialmente nervioso por "The Messenger" y es que las expectativas son tan altas que no me extraña que tiemble, si en sus anteriores aventuras la cosa salía mal siempre podía echarle las culpas a sus compañeros de viaje pero ahora se expone él sólo. Y a juzgar por el resultado puede sentirse orgulloso porque, si bien "The Messenger"no es la obra por la que será recordado sí que reúne un buen puñado de canciones. Los guitarrazos de "The Right Thing Right" son tan épicos y la guitarra tan espectacular que es imposible no engancharse a su ritmo tan Motown y su pegadizo estribillo, incluso se le escucha a gusto al tímido de Marr. Pop de fuerte influencia británica pero con regusto moderno, una maravilla.

El que ha sido nombrado como uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos esta aquí para demostrar que no es un título gratuito y así lo demuestra con la ingeniosa "I Want The Heartbeat", otro estribillo para el recuerdo y un tratamiento en la guitarra muy diferente al que estamos acostumbrados. El punto de ruptura con todo el trabajo realizado anteriormente es evidente y se aprecia el esfuerzo por parte de Marr quien, aún conservando todas las señas que han hecho famosas sus composiciones, suena diferente y familiar a la vez, el más difícil todavía logrado por el inglés.

"European Me", sin embargo, suena tan ochentera que no cuesta imaginarse a Moz cantando sobre ella, todo un temazo pop que soluciona con maestría. La parte central, el puente,  es de nota con la guitarra desbocándose al ritmo de la batería. "Upstarts" se aleja más de las coordenadas de los Smiths y se interna de nuevo en el pop de altura, radiante y soleada, impropia del habitual carácter de sus composiciones, hasta la voz suena diferente. La intensidad guitarrera vuelve con "Lockdown", otro tema emocional y épico con el que dejar bien alta la nota de este "The Messenger". La canción homónima del disco, sin embargo, se interna en un sonido quizá más psicodélico, es lo primero que pudimos escuchar de este "The Messenger" y no nos defraudó. El disco, en general, goza de una producción brillante en el que las guitarras tienen un papel protagonista sin restar la importancia del resto de arreglos o voz.  Atención al bajo de "The Messenger" porque es una delicia llena de groove.

"Generate! Generate!" acelera el medio tiempo en el que nos había dejado vuelve a vibrar con un ritmo digno de ser cantado al unísono en una sala mientras Marr y su grupo aguanten, "Say Demesne" es un poquito más experimental y rompe mucho la tónica del álbum pero levanta el vuelo al final y se convierte en una canción de gran belleza con esas guitarras marca de la casa. "Sun And Moon" es rock sin concesiones con un sonido más duro (¿será su Jaguar Signature o una de sus Telecaster?), los teclado ayudan a darle intensidad y de "The Crack Up" es, simplemente, una de las mejores de todo el disco con esos cambios de ritmo. Vuelve la influencia de los Smiths en "New Town Velocity" con un tono que incluso recuerda levemente a Moz y, para acabar esta pequeña joyita, qué mejor que con fuerza para demostrar que Marr estuvo mucho antes que los Arctic Monkeys y que puede hacer rock con tintes psicodélicos y cierto toque garajero si quiere.

No sorprenderá a sus seguidores más acérrimos pero sí que les dibujará una sonrisa, a ellos y a los que lleguen a "The Messenger" sin quererlo. Un disco notable, especial y lleno de grandes melodías y guitarrazos por igual. ¿Por qué tantos nervios, Johnny? ¡Has hecho un gran disco aunque hayas tardado tantos años!

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