Crítica: Quique González "Delantera Mítica"

Es complicado hablar de "madurez artística" en la carrera de Quique González porque parecemos llegar a ella con cada disco pero es en este "Delantera Mítica" cuando creemos que Quique quiere llegar a algún lugar, al que no sabemos si llamar madurez o no, pero en el que desde luego, nuestro protagonista, está empeñado en echar raíces, es, por tanto, de transición. Y es complicado hablar de Quique por muchos motivos. Primero, porque con sólo mencionar su nombre, muchos profanos, pensarán que estamos ante un artista más de los muchos que hay en nuestro país y las ideas preconcebidas les asaltan, los prejuicios les inundan y no estamos hablando de un vulgar Leiva más, Quique viene de mucho tiempo atrás y, aunque se empeñe en rodearse de algunos compañeros de profesión inevitables en los tiempos que corren, debemos recordar que Quique ha caminado mucho tiempo a solas y ha trabajado más que ninguno en una carrera llena de sinsabores y amargas decepciones. Es conveniente señalar también que sus raíces musicales están plagadas de grandes nombres; de Tom Waits a Lucinda Williams, de Steve Earle a Wilco, de Neil Young a Bob Dylan y así podríamos estar eternamente porque su imaginario está lleno de cientos y cientos de héroes de la música norteamericana de los que ha sabido tomar lo que más le convenía haciéndose así un, más que interesante, traje con el que lucirse en un panorama musical patrio tan muerto y seco como el nuestro. Y, por último, es complicado hablar de él y entender que, por muchas veces que sea capaz de abarrotar la misma sala en varias noches consecutivas, sigue siendo un perfecto anónimo capaz de tomarse unas copas en uno de los bares más céntricos de Madrid sin levantar revuelo y la siguiente noche reventar una sala de dos mil personas, embarcarse en una gira de dos años y largarse de nuevo a Nashville a grabar su nuevo disco. Creo que esto a él le gustará especialmente, más sabiendo que comparte esa misma característica con casi todos sus ídolos.

Segundo disco que graba en los estudios "Alex The Great" con Brad Jones a la producción y acompañado por Lex Price (bajista de K.D Lang), Bryan Owings y Will Kimbrough, Tyson Rogers (al que algunos, sólo algunos, recordaremos por colaborar con Tony Joe White), Chris Carmichael, Álex Muñoz y, gracias a Dios,  Zahara haciendo coros tan sólo en un par de temas, el gran ausente es Al Perkins que sí participó en la grabación anterior. Y es que la sombra de "Daiquiri Blues" (2009) planea por todo este "Delantera Mítica", son discos diferentes a pesar de haber sido grabados en los mismos estudios y producidos por Jones pero, sin embargo, las comparaciones son inevitables ya que es su anterior referencia.

"Daiquiri" era, quizá, más rico que "Delantera Mítica", tenía y dejaba otro poso además el título, la gira y las canciones ahondaban quizá mejor en la mitología del héroe cansado, del hermoso vencido mientras que en "Delantera" el ensalze de la amistad, las críticas veladas a lo que le disgusta o su bienintencionada interpretación y la melancolía por las relaciones pasadas, no tocan tan hondo como sí lo hacía el nocturno "Daiquiri". A favor de "Delantera" hay que decir que es un paso más, suena más sólido y contundente y, por supuesto, Quique se perfila como una auténtico escritor con metáforas y versos auténticamente gloriosos que beben tanto de la literatura, el cine como del imaginario musical norteamericano. Un trabajo que no viene exento de polémica cuando el propio Quique, harto de los comentarios sobre el título de su disco, saltó en una conocida red social con "Se llama así y punto. Son mis canciones, es mi vida y llevo tres años pensando y trabajando en ello..." para luego excusarse; es demasiado trabajo, son tres años y duele que la gente lo critique sin haberlo escuchado siquiera. Bienvenido a internet, amigo, donde cualquiera te vende desde el anonimato sin haberse molestado en escucharte...

"Tenía que decírtelo" no ofrece nada nuevo en el sentido de que tenemos de nuevo a Quique rasgando su acústica con su voz acolchada y su deje cansino antes de que entre toda la banda pero sería un error decir que suena igual que el resto de su producción porque ese comienzo hasta que entra la guitarra suena a puro Lanois en trabajos como "Time Out Of Mind" (1997) quien, sorpresa, también produjese "Oh Mercy" (1989) para el maestro Dylan, referencia ineludible de Quique en todas sus entrevistas de promoción de "Delantera Mítica". En "Tenía que decírtelo"el acompañamiento musical es soberbio y la guitarra eléctrica parece querer sesgar la canción en dos y no lo logra hasta el solo del final en el que alterna una cadencia más cercana al rock fronterizo a lomos del slide sureño que del blues como se ha señalado en algunas otras críticas, poco blues han escuchado los que lo describen así. En el terreno de las letras, nos encontramos al mejor Quique con imágenes auténticamente brutales en versos como "Un vestido de novia pagado con dinero negro" y la salvajada simbolista que es"la cazadora del trueno de las noches de euforia" pero es que este disco es una delicia en muchos sentidos (el musical, por supuesto) y el de la profunda lírica del madrileño; "La escopeta cargada, al lado de la mecedora, la cafetera oxidada de los lunes al sol" y un puente magnífico con "¿quién quiere abandonar el edificio ya?, lo raro es no sentirse fuera de lugar"

"La Fábrica" suena demasiado a "My Back Pages" de Dylan en la melodía de sus guitarras, demasiado (¡mucho!), pero el verso justo antes del estribillo; "Los chicos se han quedado deshinchando zódiacs. Dios se ha largado sin pagar la última ronda" es tan Carveriano que es capaz de salvar toda la canción y la herencia dylaniana sigue en la letra con "¿Cómo te sientes? ¿Te quieres matar? ¿Cuánto necesitas?", aún así es injusto etiquetarla sólo bajo la influencia de Bob, porque le debe también mucho a Petty"Dallas-Memphis" es una ranchera de desamor tocada con parsimonia y calma en el porche de cualquier casa de madera en el sur de los Estados Unidos, después de una noche de alcohol y desamores; "Bajos fondos, carne débil, quizá soy lo que menos necesita. Se fue dejando un rastro de confeti, la luz del garaje encendida, doble rombo, ponte sexy, supongo que ahora duermes calentita. Las tres de la mañana Dallas-Memphis..."

"¿Dónde está el dinero?" hace recuperar el pulso a este "Delantera Mítica" que, hasta ahora, se iba apagando poco a poco, recuerda a "Hotel Los Ángeles" (la versión rápida, por favor, la que tocaba Quique en aquella gira y no la que se inmortalizó en el directo) pero más moderada, en un tono más "Perdone agente". "Parece mentira" nos devuelve al mejor Quique con un estribillo tan acertado como emocionante, libre a la interpretación; "La primera vez que lo ves parece mentira, la segunda vez dan ganas de correr. La primera vez que lo ves parece mentira, la verdad es más difícil de creer" y la simpática mención "El gol de Iniesta, los párpados cromados, el rabo entre las piernas" que enriquece el resultado final. La gran sorpresa es "Las chicas son magníficas", un canción que engaña a pesar de su jovial título, según Quique "es un homenaje a todas las chicas porque son magníficas por motivos obvios" pero la letra vuelve a deslumbrar con "Perseguimos huellas y cumbres, nos gustan las películas. Los leones rugen pero ya hace tiempo, que nos han dejado de asustar. Temblar, temblar, temblar. Rasparte los codos en el bar. Temblar, temblar. Encontrar tu sitio y dejarlo sangrar". Una cosa que me gusta de este "Delantera Mítica" es la contención porque a pesar de disponer de los medios y los músicos, de las canciones y las ganas, Quique es capaz de prescindir y ceñirse a lo que pide la canción, "Las chicas son magníficas" podría haber entrado perfectamente en "Kamikazes enamorados" del 2003 (tanto por letra como por música) y, sin embargo, está en este álbum conviviendo con "¿Dónde está el dinero?" o "Viejos capos".

"Me lo agradecerás" ahonda en la emoción del Springsteen más joven o de los hermanos Urquijo, "Igual le vale a otros, pero a mí ya no me sirve para nada, el ruido de las motos, Los árboles flotando en la manada" y una guitarra que, en algún momento, quiere romper en minimalistas punteos muy cercanos en coordenadas a los de Nels Cline en Wilco (de los coros no hablamos porque es mejor seguir echando de menos a Rebeca) pero cuando el disco termina de convencer es con "Viejos capos" con ese comienzo arrollador que es "Mejor no hacer demasiadas preguntas, hacerte el loco con tus putos héroes. No siempre van a estar a la altura, aquí la vida es dura de roer. Sangre caliente, genio y figura, amantes dominantes al poder. Tengo la fe pero tengo mis dudas, y espero no dejarlas de tener" para acabar con uno de los mejores estribillos de Quique; "Los viejos capos cantan blowing in the wind, los jóvenes católicos se empalman. Tus ídolos se lanzan en el ultimo sprint, cuando ya no queda nada que ganar"

En "No encuentro a Samuel", Quique pisa nuevos terrenos y se visita a sí mismo "comprándose de nuevo las gafas de Mike" y creando imágenes tan evocadoras como "No estoy en Madrid, no reconozco las calles. Se escapan de mí, se ha congelado la imagen" o "Resucité en un parking bajo el ayuntamiento, debían ser las seis de la mañana. Ya podemos ir a dormir, compañero". "No hagas planes" nos relaja un poquito mientras que "Delantera mítica" resucita con su canción homónima, "Dejaré que se escape si depende de mí, cavaré un agujero en la tierra, Abriré la botella de Jimmy Mcnulty" que, aunque resultona, no hace justicia al disco en general.

Y, para cerrar, "¿Es tu amor en vano?" de Bob Dylan que, por mucho que otros se empeñen, no pertenece a "Oh Mercy" sino al "Street Legal" del 78 pero, claro, es lo que tiene haber descubierto esta canción por Quique González y no por su artista original y es que eso sí que es una crítica que tengo y debo hacer al público de Quique, a ese que le sigue contra viento y marea en los últimos años; da igual por qué camino llegues a la raíz, no importa si muchos chavales descubren a Dylan o Earle a través del madrileño pero lo que es sangrante es que adopten y hablen de ellos como si les conociesen y estuviesen de vuelta de todo, duele leer críticas en las que el autor no ha escuchado blues, americana o country, a Dylan o a Lucinda Williams y sazonan con ellos sus escritos de este "Delantera Mítica". "¿Es tu amor en vano?" es una buena versión que, según Quique, surgió por casualidad, como ejercicio, ya que después de traducir la letra se molestó en adaptarla y enseñársela a sus amigos, un divertimento que sirve de broche de oro a un disco que se escucha con gusto y al que resulta imposible no volver una y otra vez. Quique ha vuelto a acertar, de nuevo...

© 2013 Donnie Darko