Concierto: The Black Keys 28.11.2012 (Madrid)

SETLIST: Howlin' for You/ Next Girl/ Run Right Back/ Same Old Thing/ Dead and Gone/ Gold on the Ceiling/ Thickfreakness/ Girl Is on My Mind/ Your Touch/ Little Black Submarines/ Money Maker/ Strange Times/ Sinister Kid/ Nova Baby/ Ten Cent Pistol/ She's Long Gone/ Tighten Up/ Lonely Boy/ Everlasting Light/ I Got Mine/

¡Qué difícil resulta complacer a todo el mundo, qué difícil es ser tan esnob y tan guay en estos tiempos y no caer en el intento! Pero lo que los Black Keys hicieron en Madrid es digno de elogio y escapa a toda razón porque es uno de esos pocos casos en los que la expectación es claramente superada por el artista. Se pueden contar por miles la enorme cantidad de grupos que son aupados a los altares y son usados como una simple marca, que son llamados a ser "los nuevos", "los próximos" o todo tipo de epítetos a cada cual más exagerado y rocambolesco para luego encontrarnos carreras irregulares, pacatos talentos y zozobrantes conciertos que sonrojan a todos aquellos que somos, desde hace décadas, asiduos amantes de la música en directo. Pero Patrick Carney y Dan Auerbach no son unos advenedizos, no son nuevos en esto de la música a pesar de su juventud y el éxito, gracias al cielo, no les ha llegado en los albores de su carrera sino que han tenido diez años para patearse los baretos y salas de medio mundo (incluyendo los de España, que ésta no era la primera vez que pasaban por aquí a pesar de lo que hayan cacareado muchos medios) para llegar a este punto y demostrar que lo suyo no es flor de un día sino que con ellos hemos descubierto a dos de las personalidades más fascinantes del rock de los próximos años. Patrick y Dan o Dan y Patrick, tanto monta, monta tanto. La salvaje y primaria pegada de Patrick que recordó en fuerza a lo que fue en su tiempo un joven Dave Grohl mezclado con el estilo de un jovencito Charlie Watts y Dan con su camisa de flecos y sus guitarras Harmony baqueteadas y tan vintage como aguerridas, ruidosas, llenas de distorsión, acoples y fuerza.

Muchos han sido los que en estos días se han colgado la medalla recordándonos que The Black Keys no pasaban por Madrid por primera vez, muchos han sido los que les han criticado por tocar en un pabellón con capacidad para miles de personas y, por ende, también han criticado a su público. Queridos míos, The Black Keys ya pasaron por Madrid pero hay una pequeña diferencia con aquellos y éstos y son cuatro discos como "Magic Potion" (2006), "Attack & Release" (2008), "Brothers"  (2010) y El Camino (2011). Una línea ascendente  tan exagerada, un nivel tan alto y un talento tan constante defendido con uñas y dientes por un directo tan arrollador bajo una propuesta tan sencilla que resulta imposible no amarles (sin olvidar, claro, su "Rubber Factory" del 2004). ¿Pero acaso no es El Camino uno de los mejores discos de los últimos años? The Black Keys, por mucho que a cuatro esnobs les disguste, están en su mejor momento, en ese en el que el grupo ha de ser, sí o sí, visto en directo.

Así, no era de extrañar que el Palacio de los Deportes madrileño se encontrase lleno a reventar por propios y extraños, aquellos que podían presumir de conocer al grupo desde (apréciese la ironía) hace veinte años por lo menos o esos otros que, con la misma camisa de cuadros con la que fueron a ver a Wilco o Jack White se pasaban minis de cerveza, fumaban a escondidas y acudían a ver a Patrick y Dan con la única inquietud de figurar, de estar en el acto social y salir en el "photocall", ligotear, remojar el gaznate y desgañitarse con "Lonely Boy" o "Gold on the Ceiling" para perder el hilo en "Ten Cent Pistol" o parecer ajenos a todo cuanto sucediese en el escenario durante "Thickfreakness". Echo un vistazo a mi alrededor y me aturde tanta gafa de pasta, tanta Converse y tanta Vans, sonrío para mis adentros. Llegamos al final de The Maccabees en lo que pareció una actuación divertida y gamberra, me apena habérmelos perdido pero cualquiera que me conozca sabrá de mi aversión a los teloneros, un defecto que tendré que corregir algún día...

Se apagan las luces, se enciende un sencillísimo pero efectista escenario y la marcial batería de Patrick suena como si cientos de petardos estallasen contra la caja y la guitarra de Dan escupe a toda la década de los setenta a través de sus cuerdas, "Howlin' for You" es la elegida paro abrir fuego y su contagioso ritmo convierte la pista en una fiesta, si en un concierto cualquiera se ven cientos de móviles haciendo fotos entre el público, en el The Black Keys se veían minis de cerveza arriba y miles de gargantas cantando ese estribillo tan pegadizo que de ramplón roza la genialidad más absoluta. Contagiosa. El escenario se divide, Dan y Patrick, Patrick y Dan, de nuevo aumentados, negro sobre rojo, "Next Girl" confirma la hazaña de este dúo; logran sonar low-fi a pesar de la enorme cantidad de vatios y un montaje diseñado para ser visto por miles de pares de ojos sin que éste resulte exagerado. ¡Qué difícil es sonar a un viejo cuatro pistas en estas circunstancias! Pero lo hacen y vaya si lo hacen, "Run Right Back" pone la directa a "El Camino" y todos a saltar de nuevo, "Same Old Thing" de "Attack & Release" calma levemente los ánimos para hacerlos estallar de nuevo con la "soulera" "Dead and Gone". The Black Keys suenan más acelerados, más sucios y garajeros en directo pero plenos, perfectos, su música se siente auténtica con tanto de punk como de blues, soul o puro rock. De Nueva Orleans a Detroit, de Ohio a California.

Y sólo así se entiende que después del disparo a bocajarro que es "Gold on the Ceiling" en la que son capaces de levantar a todo un pabellón se descuelguen con la genialidad que es "Thickfreakness", rematen con "Girl Is on My Mind" y "Your Touch" sin importarles estar antes quince mil personas o apenas cincuenta y acabar por cautivarnos con la maravillosa "Little Black Submarines" en la que no dudan en cambiar de guitarra tomándose el tiempo que necesiten sin romper el ritmo de la canción y fusilar a Zeppelin, Crazy Horse y Willie Nelson en poco más de tres minutos para deleite de todos los allí presentes.

Volvemos al camino y otra vez el soul con "Money Maker" y el fuzz más saturado de "Strange Times" (que sonó deliciosa, verdaderamente deliciosa...), tomar algo de aire con la distendida "Sinister Kid" y vuelta a la energía con "Nova Baby". Tarantino estuvo presente en "Ten Cent Pistol" y la fronteriza "She's Long Gone" en la que no costaba imaginarse a Uma Thurman o Salma Hayek. Nos arrancaron una sonrisa con "Tighten Up" y pusieron a bailotear a todo el mundo  con "Lonely Boy" en la que, hasta el más insospechado, se soltó y bailó todo lo friki que pudo y supo. Convirtieron el recinto en una noche estrellada durante "Everlasting Light" y se fueron por todo lo grande con un riff de esos que suenan como si el mundo fuese a acabarse esa misma noche en "I Got Mine".

Una noche para el recuerdo, Dan y Patrick, Patrick y Dan, no les pierdan de vista, el futuro del rock puede que esté en sus manos y no exagero. ¡Qué fácil es sonar tan bien cuando se tienen las ideas tan claras y tantas buenas canciones! 

© 2012 Jim Tonic