Crítica: Mantar “Pain Is Forever and This Is the End”

Todavía recuerdo, como si fuese ayer, cuando descubrimos a Mantar con su flamante “Death by Burning” (2014), nadie podrá decir lo contrario cuando acudimos a verlos a pequeñísimos bares e incluso les entrevistamos en aquel momento, su debut era todo lo que se esperaba de ellos y más. Es por eso que “Ode To The Flame” (2016) sonaba más refinado, igual que “The Modern Art of Setting Ablaze” (2018), discos potentes, repletos de brutalidad básica, pero con buena pegada, momentos punk y mala baba, acompañada de una simplicidad en directo que no hacía más que incrementar esa sensación de ataque y brutalidad. Pero la pandemia llegó y con ella el parón de actuaciones, la vida en suspenso y la tierra que parecía perder su inercia, Mantar publicaron un disco con versiones “Grungetown Hooligans II” (2020) y, aún sonando bien, a todos nos sabía a poco, pero Hanno y Erinc lo estaban pasando realmente mal alejados de los escenarios, rompiendo su propio ritmo y, por supuesto, luchando por sobrevivir. Lo que para Kiss o Megadeth pudo ser un parón razonable para componer o comprar otro deportivo, para bandas infinitamente más humildes significó la miseria más absoluta, no fueron pocos los que abandonaron la música o tuvieron que vivir literalmente del aire cuando la venta de discos es una ínfima parte del pastel y las conciertos no llegaban. Y de esa presión, de esa sensación de que todo se va a ir a la mierda, de un momento a otro, nace “Pain Is Forever and This Is the End” (2022), un álbum en el que el dúo de Hamburgo hace una declaración de principios y nos asegura que no hay descanso y, si esto no funciona, nada lo hará y será su final. 

Desde un punto de vista estético, el álbum conserva la fuerza y el sentimiento de urgencia punky, pero su famoso ritmo ha dejado de ser tan puramente sludge para acercarse más al groove, hay más melodía y podría asegurar que este es el álbum más accesible de Mantar, pero sin que ello signifique que su sonido se ha vuelto más fácil o dulce. Como ellos mismos afirman en las entrevistas, es su disco más oscuro, más nihilista hasta la fecha, que las melodías sean fácilmente recordables o haya luz en los estribillos es una de esas casualidades imposibles que, a veces, ocurren. Por ejemplo, “Egoisto” es una de esas canciones que parecen escritas para abrir un álbum con su robusto riff y voces melódicas en el puente. “Hang ‘Em Low (So the Rats Can’t Get ‘Em)” – lo más parecido a un single que hayan grabado jamás- es otra de esas bestias que se aprovecha de la brillantez de los estribillos, en este caso por cómo construyen el crescendo hasta él y cómo este estalla, más cerca del metal alternativo de los noventa que del mencionado sludge. Otra muestra de ello es “Grim Reaping”, el equilibrio perfecto entre la propuesta de Mantar y esa tendencia a despegar y grabarse en tu memoria no sólo con los riffs y los alaridos de Hanno sino también a base de melodía.

“Orbital Pus” va directa al grano y, aunque más lineal, muestra cierto acercamiento al death y, de nuevo, el punk, como “Piss Ritual”, un momento de pura suciedad con Hanno sonando más agresivo que en todo el álbum, como en “Walking Corpse”, momentos de pura rabia sólo suavizados con un medio tiempo como son “Of Frost And Decay” o “New Age Pagan” y esa forma de encabronarse y hacer que Erinc golpeé su batería como si fuese un animal en el contraste entre las estrofas moderadas y los latigazos de los estribillos, hasta ese final puramente black de “Horder” o la intensa despedida que es “Odysseus”, nada que objetar si Mantar añaden ese toque lúgubre con tanto buen gusto, dándome igual si bajan las revoluciones mientras la rabia permanezca intacta.

Puede que las musas acudan prestas cuando el amor sale por la ventana y tengan tendencia a reunirse con nosotros cuando la desgracia también nos ronda o que, por el contrario, cuando somos felices y nos sentimos estables nos encargamos, simplemente, de vivir y nos olvidamos de crear, pero Mantar pueden presumir de haber compuesto quizá su mejor colección de canciones en un momento muy jodido y eso vale mucho más que cualquier canción escrita para los dos notables discos anteriores. Mantar tienen hambre y eso se siente en “Pain Is Forever and This Is the End” por suerte para nosotros.

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