Crítica: Wilderun "Veil Of Imagination"

Estoy convencido de que llegará un día en el que les digamos a nuestros nietos; “ya no se hace música como la de antes”, cumpliendo la misma maldición que nuestros padres, cuando escuchan nuestra música (aunque no sea mi caso y le deba todo a ellos) y espero que alguno de mis nietos (o mi futura y díscola nieta, con querencia por el metal y el prog de los años 20 o 30), aparezcan con vinilos extraños para sus amigos, pero de culto para su abuelo, como es este "Veil of Imagination" (2019) en el que la banda de Boston, que ya nos sorprendió con "Olden Tales And Deathly Trails" (2012) y redondeó su apuesta con "Sleep at the Edge of the Earth" (2015), no sólo ha grabado un enorme disco de metal sino quizá la mezcla casi definitiva entre death, progresivo y folk; como si los antiguos Opeth se hubiesen fusionado con Symphony X, Heidevolk o Turisas y sí, también un poquito de Pink Floyd porque tanta elegancia no procede de los finlandeses maquillados de rojo y negro, mientras el folk metal de garrafón tiende hacia el esperpento (y no me refiero precisamente a Turisas pero sí a muchas bandas del mismo palo), Wilderun lo dignifican sin caer en el dramatismo y lejos de la caricatura.

Producido por Andrew Greacen y Justin Spaulding, el quinteto de Boston ha decidido expandir sus horizontes y, bajo la bonita y colorista portada de Adrian Cox, comienzan a tallar en piedra su camino hacia la gloria con catorce minutos, "The Unimaginable Zero Summer", que comienzan con una introducción hablada y algunas de las guitarras acústicas más bellas grabadas en los últimos años. Sabemos por Mikael Åkerfeldt que disfruta con las largas introducciones acústicas de Opeth y esta hará las delicias del sueco; su unión con los arreglos de cuerda de Wayne Ingram y la voz de Evan Anderson Berry son oro puro, más cuando el paso al death es tan orgánico y fluido, del angelical coro al machacón ritmo de Jonathan Teachey, sin perder ni un ápice de melodía. Como llamativo es el auténticamente brutal cambio de registro de Evan, recordándonos a un Åkerfeldt -sí, de nuevo- más bronco, más grueso, cuando hace sonar su garganta con guturales pero es lo suficientemente versátil como para cambiar a las voces melódicas en la siguiente estrofa, los coros se engolan -adquieren una majestuosidad pocas veces escuchada en un disco de death (porque esto es un disco de death, a pesar de que la etiqueta se le quede pequeña)- y cuando Teachey aprieta el doble bombo es justo cuando llegamos al clímax y nos premian con cinco hermosos minutos que incluyen una sensible coda final, puro arte para almas receptivas…

“O Resolution!” es tan exuberante que cuesta escuchar algo parecido en el panorama actual, los arreglos son bellos y protagonistas de la melodía, pero no comen espacio al resto de instrumentos, ni les restan potencia a las guitarras de Gettler. Los coros vuelven a ser tan rimbombantes como en “The Unimaginable Zero Summer" pero es más inmediata y si algo puede sobresalir en tal frenesí musical es precisamente el trabajo de Gettler, digno de un gigante. La transición a "Sleeping Ambassadors of the Sun" es de matrícula de honor, mantiene la tensión y nos lleva a otros mundos, al escucharla siento que las piezas del puzle encajan a la perfección, que estoy escuchando una larga suite unida por varios movimientos pero, en definitiva, una única pieza. "Sleeping Ambassadors of the Sun" transmite pura calma, a excepción del cuerpo central (de nuevo puro death), y un broche de oro entre más y más coros, y el bonito piano de Müller abriendo “Scentless Core (Budding)” en la que hay tanta ternura como exaltación en esos segundos de auténtica subida, para volver a caer en las profundidades de su bonito hilo conductor.

Sabedores de ello, reaparecen exultantes en “Far from Where Dreams Unfurl” sonando más que nunca a esa curiosa mezcla entre Opeth y Turisas, hasta "Scentless Core (Fading)", que no es más que un interludio hasta “The Tyranny of Imagination” en la que, sin demasiadas novedades, parecen aunar todos los elementos de este "Veil of Imagination" y conducirnos a un final épico en el que no faltan tampoco los arreglos de instrumentos de metal o ese final tan bonito como es "When the Fire and the Rose Were One", casi doce minutos orgásmicos en los que hay tanto death como maestría de los setenta y cierra con la introducción de "The Unimaginable Zero Summer".

Wilderun lo han vuelto a hacer, pero logrando la cacareada cuadratura del círculo, perfeccionando su propuesta en equilibrio con una gran composición, originalidad, genialidad instrumental y buen gusto. La próxima vez que alguien te diga que ya no se hace música como la de antes, mírale con cierta condescendencia; sí se hace, lo que ocurre es que ahora todo el esfuerzo por el descubrimiento recae plenamente en el oyente -no esperes escuchar ninguna de las canciones de este "Veil of Imagination" en la radio o leer sobre ellos en esos blogs que buscan el favor- pero quizá por eso, es aún más satisfactorio encontrar joyas de este calibre...

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