Crítica: Septicflesh "Codex Omega"

Imposible negarles a Septicflesh que con “Communion” (2008) reescribieran toda su historia tras lo que creíamos que sería su obra maestra, “Sumerian Daemons” (2003). Desde entonces, los griegos no han hecho más que deleitarnos con esa mezcla de metal y grandilocuencia, de contundentes riffs y arreglos sinfónicos, “The Great Mass” (2011) o “Titan” (2014) son grandes discos que, aunque no llegan a la inmensa altura de “Communion”, sitúan a Septicflesh en primerísima primera línea, por no hablar de sus fortísimos directos en los que son capaces de replicar todos los sonidos y matices de sus álbumes. De nuevo en Prosthetic Records y tras la marcha de Fotis Bernardo, con Kerim Lechner tras los platos, si su nuevo álbum, “Codex Omega”, no llega a la sublime altura de “Communion” no es por la calidad de la producción o la propia habilidad de la banda sino porque esa densidad majestuosa de sus canciones parece algo buscado, esa carencia de estribillos que perduren en la memoria en favor de una propuesta más barroca, con constantes cambios en los desarrollos con una estética tan abigarrada que le ha sentado siempre tan bien a la banda pero no seré yo el que se queje mientras Septicflesh siga firmando obras maestras en una discografía en la que cuesta encontrar un título que no esté la altura. Es, por lo tanto, sorprendente que “Dante’s Inferno”, sin embargo, tenga un estribillo tan bombástico con esos arreglos asfixiando la melodía mientras Krimh nos golpea sin descanso y la guitarra de Christos parece dispararnos como también llama la atención el poderoso y profundo rugido de Spiros, surgido de las profundidades de la mismísima Acrópolis. Un comienzo a la altura de lo que esperamos de Septicflesh en un álbum en el que no necesitan renovarse o inventar nada, una banda con una propuesta tan definida y buscada a lo largo de todos estos años.
El comienzo frenético de “3rd Testament” pronto derivará en un épico desarrollo en el que, además de los arreglos orquestales, los coros añadirán aún más cuerpo -si cabe- a la mezcla. Aunque mi favorita quizá sea “Portrait Of A Headless Man” precisamente por la sonoridad de la orquesta con ese dramatismo tan acentuado y Spiro y Sotiris en las dobles voces, logrando un diálogo espectacular o esas partes más narrativas que nos recordarán a unos Behemoth pero, lógicamente, más engolados y, claro, sinfónicos. Con todo, muy al contrario de lo que suele ocurrir cuando los artistas sitúan sus primeros grandes golpes al principio de cada álbum, “Codex Omega” gana aún más cuando el propio disco parece haber entrado en calor, como si de una actuación se tratase; “Martyr” es la más épica del conjunto, quizá por su tempo más pausado con el doble bombo de Krimh, o la más potente de todas; “Enemy of Truth”, inteligentemente situada en el ecuador del álbum, quizá estos sean los verdaderos motivos por los que “Codex Omega” está tan bien equilibrado y una canción tan robusta sea capaz de articular, de manera increíble, las dos partes que lo componen.
De esta forma se alivia la pesada digestión de escuchar un álbum tan excesivo de golpe ya que “Dark Art”, con Sotiris como voz principal, es todo lo refrescante que se podría esperar y sirve como introducción a la lovecraftiana “Our Church Below The Sea” en la que Septicflesh vuelven a la carga de profundidad antes de enfrascarse en ese vendaval que es “Faceless Queen”, con un final verdaderamente dulce y sorprendente gracias a las cuerdas, que recuerdan en su dinámica a “Portrait Of A Headless Man” y en la que jugarán no sólo con diferentes tempos sino también atmósferas, con un trabajo magnífico de Antoniou y otra vez Sotiris dotando de más melodía a esos pasajes narrados, lejos de la brutalidad devoradora de Siro.
Como no cuesta nada en absoluto imaginarse el grandioso comienzo de una superproducción cinematográfica con esos primeros segundos de “The Gospels Of Fear” o sentir la exótica melancolía de “Trinity” y el bajo de Siro en perfecta comunión con Kerim.
Un álbum que no decepcionará a sus seguidores y que seguro será un auténtico festín en directo (donde siempre son cita obligada), no hay duda de que los griegos han llegado hasta aquí gracias a su esfuerzo y talento, quizá únicamente necesiten dar un pequeño giro a la composición para lograr que la continuación de “Codex Omega” no ahonde en lo mismo y suponga un nuevo punto y aparte, como ocurrió con “Communion”, por lo demás, es imposible sacarle pega alguna a un álbum tan elaborado y trabajado, hecho con tanto mimo y cuidado…

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