Crónica: Deep Purple (Madrid) 03.07.2017

SETLIST: Time for Bedlam/ Fireball/ Bloodsucker/ Strange Kind of Woman/ Johnny's Band/ Uncommon Man/ The Surprising/ Lazy/ Birds of Prey/ Hell to Pay/ Perfect Strangers/ Space Truckin'/ Smoke on the Water/ Hush/ Black Night/

Honradamente no sé cuántas veces he visto a Deep Purple en directo. No se trata de contar las entradas sino de hacer memoria y caer en la cuenta de cuántas veces he coincidido con ellos en algún que otro festival. Es verdad, la carrera de Deep Purple ha sido de lo más zigzagueante en los últimos años y entiendo a esas personas que ven a la banda como un cliché nostálgico que poco o nada tiene que ver con lo que una vez fueron y, de alguna manera, no les falta razón. Pero no seré yo el que se quede en casa rindiendo homenaje a sus discos de los setenta mientras Gillan, Paice, Glover, Morse y Airey están actuando en mi ciudad (algo muy similar me ocurre con David Coverdale, es verdad que su voz no es la que era, pero si Whitesnake gira por nuestro país, para mí es una cita ineludible y sé perfectamente lo que me voy a encontrar sobre las tablas, como me ocurre con Glenn Hughes). En mi caso -como creo que ya he contado en más de una ocasión- mi primera vez con Purple fue con el mismísimo Jon Lord al teclado y un Gillan con veinte años menos cantando “Hush” con bastante más fuerza que ahora, imposible olvidar aquello (¿debía no asistir a aquella actuación porque no estuviese Ritchie Blackmore en sus filas?) pero, si hago memoria, no fueron pocas las voces a mi alrededor que ya aseguraban que los Purple de los noventa tampoco tenían nada que decir y, sin embargo, aquella actuación sirvió para que prendieran la mecha en mí.

Más de veinte años más tarde, Deep Purple parecen querer despedirse o esa es la intención y el título con el que han bautizado esta última gira a pesar de que Gillan y Glover se han apresurado a desmentir cualquier intento de despedida; “es verdad que cada vez estamos más cerca del final…” y, con la mano en el corazón, el día que Deep Purple dejen de girar y publicar nuevos discos puede que el gran público no repare en ello o muchos otros crean que ya dijeron todo lo que tenían que decir pero otra gran estrella se apagará y cada noche dejará de sonar “Strange Kind of Woman” o “Perfect Strangers”. De verdad, ¿estamos sobrados de tantísimos artistas con la historia y repercusión de Purple como para desdeñar una actuación suya?

Vayamos a lo objetivo, Ian Paice conserva toda su fuerza (¡qué diferencia con Joey Kramer de Aerosmith que vimos unos pocos días antes y parecía que fuese a derrumbarse con cada baquetazo!) y sigue teniendo ese toque, es un gran batería. Glover está en forma y qué decir de Airey o un auténtico virtuoso como Steve Morse… Para mí, la gran duda de esta gira (que he podido ya ver en dos ocasiones) era ver cómo se defendía un Ian Gillan septuagenario que queramos reconocerlo o no, en los últimos años ha perdido mucha voz pero, sorprendentemente y pese a las limitaciones propias de la edad, me he encontrado a un Gillan en buen estado, cantando correctamente (algunas notas más altas con indudable dificultad, lógicamente, es algo que ya viene ocurriendo desde hace años) pero con una dignidad y entrega encomiables.

Llegamos pronto al antiguo Palacio de los Deportes de Madrid y, para mi sorpresa, no hay tanta gente en las inmediaciones pero lo que más me sorprende es encontrarme a Airey en la calle mientras unos chavales con camisetas de Purple pasan a su lado sin reconocerle. Es verdad que el teclista puede pasar desapercibido sin problemas (como aquella vez que Roy Bittan de la E Street Band paseó por el céntrico Paseo del Prado sin que nadie reparase en él). Pero más me sorprende cuando a los pocos minutos sale Glover o el propio Gillan. De los teloneros, los simpáticos Airbourne poco más puedo decir, es verdad que me he hartado de criticar sus discos y conciertos, ya que para mí nunca serán nada más que una banda tributo a AC/DC a los que se les ha hecho creer algo más pero el problema que ahora tengo con ellos es que los hermanos O’Keeffe en persona son unos tipos encantadores y realmente trabajan sus conciertos, les ilusiona tocar y sienten lo que hacen. Lástima que su último disco, “Breakin’ Outta Hell” (2016), no les haga ningún favor siendo de nuevo una pequeña decepción y quizá porque nunca llegarán a recuperar la frescura de aquel “Runnin’ Wild” (2008) o porque en directo, cuando les has visto en más de una ocasión, un espectáculo tan físico como el suyo, todo se vuelve completamente predecible que su actuación, sin llegar a llenarme, me entretuvo (que es el objetivo de cualquier telonero que se preste) por mi falta de expectativas.

Es cierto, “Infinite” no es un gran disco pero sirve de excusa para lanzarse a la carretera, “Time For Bedlam” tiene el ímpetu y en ella Gillan se siente más cómodo que en otras que requieren más esfuerzo por su parte, la unión con “Fireball” es más que apropiada ya que el teclado de Airey es el colchón perfecto de ambas; la de 1971 siempre me ha vuelto loco, aquel álbum es uno de mis favoritos y “Fireball”, la canción, con ese arranque y solo de Lord… ¿qué más se puede pedir? Airey hace una buena interpretación en directo y enlazan con “Bloodsucker” y “Strange Kind Of Woman”, pena que “Johnny’s Band” se sienta tan poco entre canciones como “Fireball” o “Lazy”. En “Hell To Pay” terminan de calentar un concierto en el que jugaban en casa (no creo que ninguno de los asistentes tuviese muchas más quejas), solo de Airey (con un simpático guiño al Atleti) y, nada más y nada menos que “Perfect Strangers” encadenada con “Space Truckin’” en la que todos nos dejamos la garganta y elevamos nuestra cerveza.

Obviamente, sonó “Smoke On The Water”, una canción que ya forma parte de la historia y que, aunque desgastada, es imposible no sentir algo especial cada vez que uno la escucha en directo y un “Hush” que nos llevó a otra época antes del último solo y despedida en lo que puede que para muchos no sea más que otra noche, otro concierto de Purple, pero que muchos otros guardaremos en nuestra memoria junto a otros momentos. Un día les echaremos de menos y no, para ellos tampoco hay reemplazo…

© 2017 Jim Tonic